El Apuntador

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A cielo abierto, un encuentro de danza contemporánea/ Genoveva Mora

Seis años de trabajo intenso, de voluntad y creatividad para gestionar un festival que no figura en la lista de los emblemáticos, por ende, no cuenta con apoyo estatal. No obstante, la persistencia y el trabajo de equipo ha fortalecido esta plataforma que ha ido constituyéndose en un modo de encuentro de la danza, ocupando el espacio urbano y convocando a nuevos públicos.

El valor de este evento, además de lo artístico, está en la capacidad de trabajo de quienes conforman CEDEX- Centro de Danza Experimental, la dirección de Fernando Cruz y la coordinación de Sisa Madrid; incluidxs lxs propixs artistas con su trabajo y su decisión para que suceda este encuentro. 

En algún momento señalaba que, Quito ya no tiene ‘grandes festivales’. De danza queda tan solo ‘un cielo abierto’ a la posibilidad de mostrar los trabajos, principalmente locales y con inmenso esfuerzo algo de provincia y de otros países. Así ocurrió del 16 al 21 de septiembre, seis días en los que se pudo apreciar una programación harto diversa, un abanico de propuestas que fueron desde lo emergente a lo más consolidado; razón por el inevitablemente cuestionamiento ¿cuál es la finalidad de un festival? Mostrar lo que llegue, lo que se puede, o, definirse por una línea curatorial.

Respecto a esta preocupación, Fernando Cruz en conversación con Valeria Andrade señaló:

“Hasta el momento no se ha perfilado una línea curatorial como tal, la motivación al momento de seleccionar los trabajos nacionales para esta edición fue la escasez de espacios que nos permitan visibilizar la producción local en un mismo escenario y, por otro lado, fortalecer los lazos de amistad y compañerismo entre los creadores e intérpretes locales. El planteamiento para seleccionar trabajos internacionales en esta VI edición fue pensar en propuestas que llamen la atención, trabajos que contengan elementos escénicos o escenográficos atractivos al ojo del espectador, con carga energética y calidad interpretativa”.

 De hecho, este comentario de Fernando es reiterativo, tienen ellos, así lo expresaron durante una charla al final del encuentro, este pendiente con su festival.

La pregunta es ¿importa la curaduría? y si es así, qué y cuánto aporta, en un medio donde la producción no es masiva y la danza contemporánea -conceptualmente- es un oficio en construcción.

‘Curaduría’ implica, entre otras y en primer lugar, respaldar una convocatoria rigurosa en cuanto a cumplimiento de objetivos. 

Orientar la forma en cómo va a ser recibido un espectáculo. Hacer visible un conjunto de obras-en un tiempo y espacio específico- que tengan un hilo que las conecte, por tanto, evidenciar para el espectadxr la voluntad de trazar un mapa temático y conceptual en las propuestas.

Entre las obligaciones de la curaduría está, atender la mirada externa como para confrontarla o cuestionar nuestra costumbre de poner ‘de todo’; centrándose en la búsqueda de espectáculos que tengan propuestas de investigación, que cuestionen al oficio mismo, así como al espectador.

Vista la curaduría bajo estos mínimos parámetros, debería tener un efecto a plazo más largo, es decir, lo sucedido en tal o cual evento, no debería morir con su finalización, sino poner en relación algunos circuitos (no los de amigos como sucede aquí y en muchos otros países), porque trascender la forma tradicional de ‘juntar’ obras quiere decir articularlas conceptual y formalmente. 

El formato de A cielo abierto, encuentro de danza contemporánea, reunió en esta edición doce obras para sala y once para calle, en una estrecha programación, que sin embargo tuvo una estupenda convocatoria. De las de las cuales tan solo pude apreciar las primeras; y es esa la razón para no hacer un análisis completo de las propuestas, además, de algunas de ellas ya hemos hablado. Entre otras razones, me parece que es preciso realizar un balance de los últimos tres años de la danza contemporánea en nuestro país. De ello me ocuparé en el siguiente año.