El Apuntador

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(ARCHIVO DICIEMBRE 2017) EL ARTE DE PRESENTAR PARA PODER SER / Lorena Cevallos

En un mundo poblado por estereotipos y lugares comunes, la indagación sobre estos desde el cuestionamiento, la parodia o la exacerbación suelen ser algunos de los caminos que los artistas recorren para generar instancias de crisis. Así, las construcciones sociales rígidas tambalean, las restricciones se resquebrajan y la percepción de la realidad -artística y cotidiana- se vuelve susceptible, maleable y múltiple; se transforma la mirada que tenemos hacia el otro, la cognición que hacemos de su ser y el lugar que le otorgamos en el universo que nos rodea.Una de las maneras en que los artistas, especialmente aquellos ligados a la actuación y a los procesos performáticos, logran quebrar con la cantidad enorme y banal de clichés es a partir del empoderamiento y la ´presentación´ de una realidad paralela, en oposición a la ´representación´ de un personaje. En este sentido, métodos como el planteado por Konstantin Stanislavski, que enfatizan en el uso de los recursos subjetivos de la persona, han ofrecido pautas clave para que la actuación sea una vivencia para quien la ejecuta y una experiencia para aquel que la presencia. Así, los papeles preconcebidos desaparecen -en mayor o menor medida- y se constituyen en visiones innovadoras aún cuando se trate de roles que han sido representados hasta el cansancio.

Algo así sucede con el monólogo dramático FK, en el cual Nadine Muñoz revive a Frida Kahlo. El trabajo que realizan tanto la actriz, como su Director, Jerónimo Garrido, es destacable porque resquebraja en varios niveles el imaginario que de la famosa pintora mexicana se tiene. Tanto se ha hablado de ella, tantas son las reproducciones de sus obras, tanto se ha contado su historia, que más que una artista revolucionaria se ha convertido, en el imaginario colectivo, en una especie de mito, con una vida novelesca poblada de notas de color. Lo que sucede en el monólogo es inesperado. No solo desaparece esta visión llana y simplista que se ha extendido ampliamente, sino que se la transforma. El estereotipo de la mujer sufriente, enamorada e idealista es reemplazado por lo auténtico, donde los escritos de la artista mexicana permiten delinear su humanidad por oposición a lo icónico.

Frida Kahlo. Nadine Muñoz

De este modo aparece, renovada, la imagen de una Frida libre, empoderada y luchadora que “a pesar de estar casada con un Dios de la pintura nunca fue su sombra y logró dejar su huella en el mundo con una fuerza que parecería ser más grande que su mismo cuerpo”, en palabras de Muñoz. Para lograr este efecto y alejarse de la eterna repetición de una historia -contada desde una visión claramente Romántica- Nadine tuvo que poner en juego su propio ser, su manera de existir. Su acercamiento a Frida fue, en una primera instancia, recurrir a experiencias propias para, a partir de estas, construir el personaje. Sin embargo, el mismo papel requirió liberarse de sí misma para ser efectivamente otra, para que el monólogo interior coincida con el pensamiento del personaje y las sensaciones sean reales, hasta el punto de adaptar posturas dolorosas que le permitiesen conectar con Kahlo desde el dolor físico.

Por eso, aquella voz recia, masculina, poderosa; aquel caminar tambaleante pero seguro; aquella feminidad resplandeciente aun en el traje de un hombre; son tan reales como las lágrimas que la actriz derrama sobre el escenario, al dejar de lado su identidad y ser otra, presentar a Frida sin tener que representarla.

Frida Kahlo. Nadine Muñoz

Frida Kahlo era, de acuerdo a Muñoz, “una mujer que buscaba romper esquemas no por romperlos, sino porque era la única forma de ser ella” y es precisamente esto lo que se logra en el monólogo, que va más allá de lo circunstancial y lo banal, y penetra en la piel de Frida porque es la única forma de mostrárnosla en su verdad.

Este impulso de resquebrajar lo establecido y de ser en vez de parecer se vislumbra también en la obra Crisis, de Osías Yanov. En ella, la exploración de los roles de género, la sexualidad y la identidad se maximiza a partir de la selección de un elenco absolutamente diverso, formado por artistas de todas las edades, sexos y géneros. La potencia de la obra radica en que cada uno, en lugar de representar un rol o ´actuar´ -en el sentido de interpretar algo ´otro´– exterioriza su subjetividad y se conecta con su ´yo´.

La improvisación ocupa un rol fundamental a la hora de lograr este objetivo. Si bien los actores y bailarines siguieron lineamientos generales definidos por Yanov y la coreógrafa Florencia Vecino, la intención fue que sean los primeros quienes tracen los recorridos que sugieran su propio cuerpo y el contacto con los otros.

Frida Kahlo. Nadine Muñoz

La obra de Osías Yanov, organizada en dos instancias, una performática y otra elaborada a partir de la intervención de un espacio de la Casa del Alabado, encuentra su esencia en el Arte Pre-hispánico, del cual toma los conceptos de lo ritual y lo sagrado. Ambos se reflejan en el encuentro físico de los artistas, cuyos cuerpos se fusionan, se acomodan con el otro, chocan entre sí y abren nuevos recorridos, siempre caminando en reversa, como para traer el pasado al presente y empujarlo hacia el futuro. De este modo se configura un arte de presencia, del aquí y el ahora, que posibilita revelar el interior y el misterio latente de los cuerpos y logra quebrar con la visión tradicional de lo precolombino a través de la metáfora del movimiento.

Frida Kahlo. Nadine Muñoz

El acercamiento que se logra desde la vida hacia el arte supone siempre un salto ontológico. Cuando esto se produce, la obra deja de concebirse como apariencia y se presenta ante el espectador –o participante activo- como una realidad. Lo posible se vuelve verdadero y el universo de lo físico se entrelaza con lo simbólico. Obras como FK y Crisis lo hacen tangible, y artistas como Nadine Muñoz y Osías Yanov nos permiten acceder a este mundo donde la subjetividad se cristaliza.

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