El Apuntador

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CON VOZ PROPIA / La memoria y la enseñanza como mecanismos de resistencias: Entrevista a Alberto Conejero / Daniel Félix

Alberto Conejero es uno de los dramaturgos más relevantes de la escena española contemporánea. Ha recibido múltiples galardones durante más de dos décadas, por obras entre las que figuran: “La geometría del trigo” (Premio Nacional de Literatura Dramática, 2019); “Los días de la nieve” (Premio Lorca, 2019) “Todas las noches de un día” (ganador del III Certamen de Textos Teatrales de la AAT); “La piedra oscura” (Premio Max al Mejor Autor Teatral, 2016; y Premio Ceres al Mejor Autor, 2015); “Ushuaia” (Premio Ricardo López de Aranda, 2013); “Cliff / acantilado” (ganador del IV Certamen LAM, 2010); “Húngaros” (Premio Nacional de Teatro Universitario, 2000); “Fiebre” (accésit Premio Nacional de Teatro Breve, 1999). Sostiene que escribe teatro y anhela intimidad con otros seres humanos; dice que escribir teatro es concertar una cita con el desconocido que nos habita.

El mar. Foto David Ruano

Junto a su equipo interdisciplinar, en el que se encuentra Xavier Bobés (creador escénico especializado en teatro de objetos), pondrá en escena en el Teatro Nacional Sucre, la obra de culto: “El Mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca”, este 10 de octubre. 

En conversación durante un taller sobre la memoria como un disparador del acto escénico, en el Museo del Carmen, Alberto Conejero revela los aspectos detonadores de esta obra, e indaga en su proceso de investigación, documentación y creación; en el rol central de la memoria -o las memorias- y sus relatos, donde residen posibilidades para resistir a las hegemonías de los discursos oficiales.

El mar. Foto David Ruano

D.F. Tenemos todo este contexto de la obra: la memoria que se busca recuperar del momento del franquismo en España; la historia del profesor, Antoni Benaiges, que fue fusilado durante la dictadura; la importancia del magisterio y la educación en nuestras vidas; la poética detrás de la promesa incumplida que este maestro hace a sus alumnos de conocer el mar. Entonces, quisiéramos saber cómo te llegó esta idea, y por qué viste en ella había una posibilidad escénica.

A.C. Hace cuestión de una década, apareció un ensayo histórico sobre la figura de Antoni Benaiges en un libro que se llama “Desenterrando el silencio”, que cuenta la historia de este maestro. Desde el principio me convocó, me fascinó, porque en la historia de Benaiges participaban varios de los temas o asuntos que me han fraguado a mí como dramaturgo. Por un lado, la importancia del magisterio y la figura de los maestros y maestras. Yo estoy aquí gracias a maestros y maestras de la educación pública que confiaron en el futuro de un niño disléxico con una relación complicada con el lenguaje, y que me abrieron el imaginario y me convirtieron en el autor que hoy soy. Por otro lado, es un momento de luces y sombras de mi país, de España, porque sucede en 1936, en un momento donde la Segunda República había iniciado una renovación pedagógica muy radical que trataba de acercar la educación a aquellos espacios y aquellos niños y niñas privados hasta el momento de ella; una educación laica que proponía además la igualdad entre hombres y mujeres, y que pretendía la construcción de un país más justo y noble. Además, la historia de Benaiges, pese a su trágico final, nos habla de esta posibilidad del futuro, de la potencia del magisterio y, ante todo, la potencia de la imaginación. Porque lo que Benaiges hizo a esos niños y niñas de Tierradentro que nunca habían visto el mar, fue invitarlos a imaginarlo. Entonces, por sintetizar, creo que esta historia habla sobre la importancia del magisterio, de los maestros y maestras; habla también sobre este periodo de luces y sombra en nuestra historia, y también habla sobre la fuerza de la imaginación como motor de nuestras vidas.

El mar. Foto David Ruano

D.F.:¿Cómo fue el proceso de investigación para llevar esta historia a escena?

A.C. Fueron dos 2 años de investigación en los que nosotros, en primer lugar, leímos todo lo publicado sobre el maestro. Luego rastreamos los propios escritos que él había dejado en revistas y cuadernos de pedagogía de la época. También, por supuesto, todos los cuadernos que se publicaron en esa pequeña escuela, porque Benaiges fue un maestro freinetiano. Los maestros freinetianos utilizaban la imprenta como herramienta fundamental de su magisterio, y lo que hacían esos niños y niñas era escribir, componer y publicar sus propios textos. Tenemos la fortuna de que se salvaron esos cuadernillos que los niños y niñas escribieron junto a su maestro, y que forman parte de la dramaturgia de la obra. A la vez hicimos un trabajo muy fuerte de acopio de objetos durante estos dos años, porque los objetos son fundamentales en esta historia: fuimos tras los rastros de monedas a mercados de antigüedades, visitamos coleccionistas privados; todos los objetos que aparecen son de la época: cuando aparece una primera edición de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, queríamos que no fuera falsa, que fuera una primera edición real. Creemos en el aula y en la potencia de los objetos. Queríamos una dramaturgia que hibridara el teatro de objetos y el teatro poético. Esta es una cocreación de Xavier Bobés, que es un especialista en teatro de objetos, y yo que provengo más del teatro poético. Digamos sobre este trabajo que fueron dos años hasta encontrar la forma teatral, y el material que nos pedía.

El mar. Foto David Ruano

D.F. Vienes dando este taller de dos días en Quito, sobre memoria e historia como herramientas del arte dramático. Esta obra aborda la memoria y la posibilidad de la memoria como un mecanismo de resistencia ante el poder.

A.C. Bueno, yo creo que frente al gran relato de la historia, el gran relato que el poder instaura en los nombres de las calles, en las avenidas, en las estatuas, hay una memoria de los silenciados y silenciadas, de los derrotados y derrotadas, de los marginados. Una memoria que tiene que ver con nuestra fragilidad, con nuestra vulnerabilidad, con aquellas personas que han sido proscritas y silenciadas, porque sus decisiones vitales se alejaban de la norma y de las grandes promesas. ¿Qué hace la iglesia o el Estado o el ejército? La memoria es una lectura ética y responsable de nuestro pasado, donde nos convertimos todos en sujetos vulnerables, porque abre nuestra propia identidad a un pasado que no está clausurado. Comprendemos cuántos de nuestros privilegios nacen de horrores pasados, o nuestro vínculo conflictivo con sucesos que pertenecen al pasado. Yo creo que todos estamos configurados de memorias. Somos una suma de relatos. Tristemente hemos visto lo que es un cuerpo sin memoria, cuando por desgracia, por la edad, por el Alzheimer, un cuerpo queda deshabitado de la memoria. La memoria propone un relato por un lado frágil y vulnerable, pero a la vez poderoso porque nos recuerda nuestra condición, nuestra fragilidad, nuestras luces y nuestras sombras, y genera no un contrarelato, sino un relato radicalmente humano donde la piedad, la bondad y la derrota, incluso el fracaso, tienen su lugar. Frente al relato de vítores, de grandes victorias, de gestas, aparece una memoria de lo cotidiano, lo íntimo, lo más cercano, lo familiar: una memoria que nos hace corresponsables de nuestro pasado.

El mar. Foto David Ruano

D.F. ¿qué vamos a ver este jueves en el Teatro Nacional Sucre, y qué esperarías tú que nos llevemos de esta función?

A.C. Vamos a ver una función de gran belleza plástica, donde el objeto y la proyección audiovisual en directo conviven de un modo casi artesanal, de orfebre. Es una función muy delicada que conjuga lenguajes que yo creo que son bastante inéditos, que no son tan habituales en nuestros escenarios. La convivencia del teatro de objetos con el visual y con la palabra. ¿Qué van a ver?, ante todo una historia emocionante, porque todos hemos tenido un maestro o una maestra que nos ha enseñado. Luego, creo que los asuntos de los que habla la obra son universales, van a tocar la propia memoria de los ecuatorianos y de las ecuatorianas y, ante todo, una obra que nosotros hemos tratado de que fuera una experiencia poética, un teatro poético, un teatro donde aun tratando asuntos complicados, propone una experiencia estética. Yo creo que es excepcional: una obra que lleva casi 140 representaciones en distintos lugares del mundo. Tenemos la fortuna de que Ecuador sea el tercer país fuera de España donde se ha visto, después de Portugal y Chile. Estamos deseosos de ver el diálogo con los espectadores de aquí.

 FICHA ARTÍSTICA:

Dirección: Xavier Bobés y Alberto Conejero
Con: Xavier Bobés y Sergi Torrecilla
Dramaturgia: Alberto Conejero, a partir de textos de las niñas y niños de la escuela de Bañuelos de Bureba, de su profesor Antoni Benaiges, Marina Garcés y Alberto Conejero
Espacio escénico: Pep Aymerich
Audiovisuales:
Albert Coma
Música original:
Antonio José Martínez Palacios (1902-1936), en grabaciones de José Luis Bernardo de Quirós y Elisa Rapado Jambrina
Espacio Sonoro:
Julià Carboneras
Iluminación:
Jou Serra y Mario Andrés Gómez
Diseño de arte:
Anna Auquer
Pintura:
La Beren
Asesoramiento documental y fotografías:
Sergi Bernal
Testimonios del audio:
Documental El retratista de Alberto Bougleux y de Sergi Bernal
Alumna en prácticas de l’Escola Eòlia:
Natàlia Jiménez
Producción ejecutiva:
Imma Bové
Con la colaboración de Martí Sales en la traducción de los textos al catalán.

Género: Teatro
Duración: 65 minutos
Censura: 14 años