El Apuntador

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CON VOZ PROPIA | EL FESTIVAL DE LOS SURES DEL MUNDO | Santiago Ribadeneira Aguirre  

El Festival del Sur ha llegado a su 23 edición denominado Alegría Jornadas internacionales de arte y cultura. Cuenta con la colaboración de la Secretaría de Cultura  del Municipio de Quito. Varios países han confirmado su participación: Colombia, Chile y Francia, que se presentarán en cinco escenarios distintos: el parque Central de Chimbacalle, el coliseo de Conocoto, las canchas de Chiriboga en Lloa, el Centro Cultural Turubamba y el coliseo de la Liga Abraham Viracucha.

Entre los colectivos que se han sumado al encuentro están Conocoto Renace, Colectivo Vecinal de Chimbacalle, Centro Cultural de Turubamba, Centro Cultural Sentimiento Ecuatoriano, entre otros, tal como lo corrobora su mentor y realizador Patricio Guzmán Massón, actor, gestor y dramaturgo oriundo del populoso barrio de La Magdalena, donde nació el Festival, al pie de un árbol de guaba en el patio de su casa familiar, al que llama, con cariño y reconocimiento el Festival de los Sures del Mundo 

Festival del Sur. Foto Iván Chávez

Patricio Guzmán: Del Festival del Sur hay mucho que decir, Santiago. Más bien gracias por este encuentro, a los años, un gusto saludarte y poder comentar cómo estamos en el Sur de Quito y en los sures del mundo, decimos nosotros, para hablar de la actividad cultural, teatral. Son ya 23 años del Festival del Sur, jornadas internacionales de arte y cultura. En este año le hemos titulado Alegría. Siempre todos los años le ponemos un tema al Festival, ya que pensamos y estamos seguros que la alegría hoy por hoy, la belleza de las cosas, el alma humana, la alegría del espíritu es lo más contestatario, lo más insurgente en este mundo cotizado. Entonces, hablar de alegría, de belleza en un mundo lleno de guerras, de conflictos, de economías decadentes, de una moral y social también en decadencia, pensamos que es una de las tablas de salvación que nos va a sacar adelante.

Desde la alegría de las artes, desde el juicio crítico de las artes, desde la posibilidad de denunciar y de anunciar también tiempos mejores que el arte tiene, estamos llevando adelante esta edición No. 23 del Festival. Y como tú sabes y tú conociste, pues nació debajo de un árbol de guaba, en el barrio de La Magdalena. Comenzamos ahí con un teatrito de bolsillo, con el fuego, con los elementales, con el árbol como símbolo de vida y del teatro como símbolo de la cultura universal. Y desde ese tiempo a esta parte, jamás nos íbamos a imaginar que íbamos a llegar con un proceso de… cómo decirlo, no de alto impacto, pero sí de gran incidencia en el sur de Quito. Yo creo que el Sur de Quito es un referente cultural para la ciudad y para el país, con un sin número de colectivos artísticos, culturales, teatrales que se han desarrollado en la zona. Así que con el Festival estamos comprometidos con esa tarea.

Santiago Ribadeneira Aguirre: Todavía tengo en la memoria lo del árbol de guaba, donde nació el Festival. ¿Cómo brotó esa idea inicial, germinal de poder concebir un espacio, pensando en que la ciudad está dividida, extrañamente dividida, porque hay un sur y un norte? Con un sur lejano y apartado o separado por una pequeña montaña y una virgen.

PG: Ahí aparece la idea junto con el colectivo Entretelones de ese tiempo, el colectivo Luna Sol, con el Centro cultural del Sur, con la Red Cultural del Sur. El Quito de 20 o 30 años a esta parte es diferente, no solo en lo geopolítico, digamos, si no en lo cultural. Tuvimos un primer viaje, recuerdo, a la Argentina en el año 98 con el grupo Entretelones y regresamos fascinados de la actividad cultural que encontramos en Buenos Aires y en la misma provincia. Y dijimos por qué no reproducir estas prácticas de colegas jóvenes en el sur de Quito. En aquel tiempo estaba el festival de Manta, el encuentro que organizaba el ANTUPE, recuerdo, de teatro universitario y politécnico, por ahí el Festival nueva sensibilidad que sacaba adelante Humanizarte, el festival que impulsó Tragaluz de Rossana Iturralde fue posterior y no había más ofertas, pues, Santiago. Ciertos encuentros que hacíamos en la Facultad de Artes, los encuentros de Bertolt Brecht que hacías también, pero no había más.

Los colectivos del sur en particular y los colectivos de mi generación, hablando de la generación de los noventa, no teníamos muchos espacios de encuentro. Entonces el Festival del Sur surge como una respuesta también a estos espacios, no hegemónicos, digamos, pero limitados que había en su momento, y también por potencializar una cultura sureña que estaba invisibilizada ante los pequeños circuitos oficiales que existían, la Casa de la Cultura, quizás el Teatro Bolívar, el Teatro Sucre estaba en ciernes, no había tampoco mayor actividad, bueno estaban las Jornadas Mery Wigman, pero más dedicadas a la danza, entonces no había un espacio para encontrarnos con la nueva generación de creadores, y claro, el Festival del Sur surge con esa iniciativa de ser una respuesta a la falta de espacios y de poder tener también una voz potente desde el sur de Quito, que no solamente coadyuve con las manifestaciones artísticas sino con la vida social de las comunidades.

Ahí es cuando el Festival del Sur se vuelve también una suerte de caballito de batalla para los barrios que no tenían documentación, para las invasiones como 11 de Mayo, en la parte alta, para el mismo sector de Chillibulo, toda la comuna de Marcopamba La Raya y para el mismo sector de la Magdalena. El Festival del Sur coadyuva con otras necesidades  sociales de las comunidades, acceso a tierras, legalizaciones de tierras, alcantarillado, agua potable, educación, es decir que se vuelve un detonante y un espacio para que las comunidades, claro nos reconozcamos en el hecho artístico, pero que también evidenciemos todas estas problemáticas sociales.

SR: Cuando empieza el Festival en el sur, aparecen paralelamente dificultades. Hay que pensar en una forma de organización que hasta ese momento no existían. Cómo se perfecciona después ya en el hecho práctico.

PG: Por ejemplo estoy recordando los afiches que teníamos. A partir del tercero y cuarto afiche, comenzamos a tener una suerte de plancha de auspiciantes que antes no había. Si tú te fijas en el primer afiche del primer y en el segundo año cuáles son los auspiciantes: el Pollo Latino, Tasky Editores, Centro Cultural del Sur, Crazy Pizza, Ecuavisa que en su momento tenían una agenda cultural, alguna página de El Comercio, el diario Hoy con Rubén Darío (Buitrón), pero pare de contar. Entonces tú no veías cobertura de eventos culturales. El apoyo eventual del Municipio de Quito. Los otros nos cerraban las puertas como emprendedores jóvenes de la cultura. Y yo comienzo a ver en esos afiches a partir del tercer o cuarto año, 2003, 2004, 2005, recién los logos del Municipio de Quito que nos apoyaba con una tarima, el sonido, pero no había una política pública.

Los auspicios eran esporádicos, cosa que cambia en el año 2007 donde se genera la primera intentona del Ministerio de Cultura con Antonio Preciado, precisamente. Y en los años 2008, 2009 comenzados como Festival del Sur y con otros colectivos jóvenes ya a tener una respuesta institucional. A qué voy con esto: que dada esta respuesta institucional también comenzamos a presionar para que exista política pública, que no sea solamente el pequeño fondo de fomento, la pequeña inversión, sino que haya política pública de derechos culturales permanente para públicos.

A partir de 2009 ya el  Ministerio (de Cultura) comienza a sacar las primeras convocatorias a festivales de los cuales el del Sur es uno de los beneficiarios, pero también se crea el Quito Cultura (en el Municipio) con Jacqueline Calderón en su momento, que no había esa dependencia y eso fue en la alcaldía de Paco Moncayo con la agencia Innovar que tenía que ver con patrimonio, la recuperación del centro histórico, pero también surge un pequeño plan de fomento para proyectos culturales a partir de los años 2008, 2009 y con este Quito Cultura y con el Ministerio de Cultura y creada la Ley orgánica hacia el años 2014, el paraguas se vuelve mucho más amplio. Comenzamos a involucrar a los Gad’s, Gobiernos autónomos descentralizados, se abren posibilidades de que el Municipio de Quito, el Concejo Provincial de Pichincha también comiencen a generar las actividades con las Jornadas Culturas de Mayo (2007-2009). Después, lamentablemente ese plan bonito que tenían se desmovilizó. A lo que voy es que esta acción ciudadana, de generar acciones culturales en el sur de Quito, fue apuntalando el camino para que se den otros procesos vinculados a la política pública.

Desde el Festival del Sur y el Colectivo de la Red Ecuatoriana de Festivales, logramos que se saque (2016-2017) la primera convocatoria a festivales emblemáticos, que no existía, esto se hizo con Raúl Pérez, me parece, como ministro de cultura en su momento. Luego fue Martín Cueva como vice ministro con quien se hizo la declaratoria de ‘festivales emblemáticos’. El proceso social ha ido a la par y ha sido una exigencia para que se generen políticas públicas en torno al tema. Lo mismo en el año 2014, creada la Ley Orgánica de Cultura, logramos que varios movimientos vinculados a la cultura Iba comunitaria, también estén reconocidos en esa Ley. Eso ha dado pie a varios acuerdos internacionales de los Iber por ejemplo, por la participación que tiene el Ministerio con los premios Iberescena: Iber cultura viva, Iber bibliotecas, en fin, todo eso de una u otra manera se desprende de esta presión ciudadana para que no sea solo el fomento por el fomento, sino que haya una política que garantice derechos culturales, no solo a nosotros como ejecutores, sino a la población en general.

SR: Ahora, si queremos medir en términos de incidencia, cómo se concibe el Festival, qué cosas determina y cómo se han ido procesando sus acciones.

Festival del Sur. Iván Chávez

PG: Si bien el festival tiene una temporalidad, al inicio lo hacíamos  en mayo y junio, ahora estamos hacia fin de año, también tiene toda una agenda programática durante el año de preparación. No es que solamente se espera la llegada del Festival. Previamente, a través de Cultura Iba comunitaria tenemos encuentros en la ruralidad, en los centros culturales del sur, por ejemplo, uno de los importantes está en el Centro Cultural Turubamba, igual en La Changa, vinculado varias veces al proceso del Festival y en ese sentido ha servido para apuntalar políticas públicas con estos colectivos, sumándole a las distintas redes de acción y también para circulación nacional e internacional. Muchos colectivos sureños que han participado en el Festival se han vinculado a redes de gestión más amplias a  nivel nacional, a través de Cultura Viva Comunitaria, en su momento la Red de Festivales también,  y en las giras que luego realizan con los productores y programadores internacionales que nos visitan en el festival.

Este año no hicimos un encuentro internacional de programadores y directores, como en los años anteriores. La sede fue precisamente en la Casa de la Cultura. Es interesante como festivales ENTEPOLA que se realizan en Chile y en la Argentina o en México en Aguas Calientes o el encuentro Ciudad Libre de Brasil o el festival Internacional Latinoamericano de Teatro que se realiza en Valdivia, Chile. Se han llevado obras ecuatorianas, grupos que no necesariamente somos nosotros como organizadores, sino lo que ellos consideran que tiene que presentarse en esas parrillas de programación. En ese aspecto, el Festival también ha sido un espacio para la circulación de obras y de grupos nacionales e internacionales

SR: ¿Y cuando nos referimos a los grupos del Sur, aquellos que ya están constituidos?

PG: Están el Colectivo La Changa que tiene actividad en Turubamba, Umacantao en Chimbacalle que tiene una fuerte presencia en el Festival, con su centro cultural, hoy, continuando con la actividad en Chimbacalle, estamos con el Colectivo Vecinal que tiene fines culturales, pero también sociales, asistencial y fines deportivos. Con los colegios del sur de Quito y el intercolegial. Bueno, este año no lo pudimos realizar pero el encuentro intercolegial de arte y cultura que ya lleva diez ediciones, es un puntal importante para el Festival. En el último tiempo  ha sido el espacio que les ha dado cabida a los grupos porque no hay un encuentro formal.

Antes, el Municipio tenía un proyecto a través de Richard Castañeda, me acuerdo, que organizaba el festival intercolegial. Eso dejó de hacerse con la salida de Richard, y lo retomó el Festival del Sur, con la participación de todos los colegios de Quito. Generalmente lo hacemos en el Teatro México en tres jornadas, una de ellas dedicada al teatro, otra a la música y otra a la danza. Y es un lleno total, es una fiesta realmente para los jóvenes. Este año nos quedamos con las ganas, no pudimos acceder al Teatro México porque tenían una programación cerrada, y como estaban con pandemia habían pospuesto algunas cosas, y lamentablemente nos daban solamente una fecha, generalmente son tres, y no pudimos sacarlo adelante. Pero los colegios nos reclamaron. Con las disculpas del caso lo vamos a sacar el próximo año. El intercolegial es un detonante importantísimo, porque los chicos no tienen espacios permanentes.

SR: Y en cuanto a las temáticas… de qué se apropian estos grupos, qué cuentan, qué dicen…

Kalle Luna Kalle Sol, Los colores . Foto Iván Chávez

PG: Hablando de la parrilla de este año en particular, siempre el teatro es un espejo y reflejo de la sociedad, y más allá de ahondar sobre la ritualidad y el misticismo que el arte tiene en sí mismo, yo siento que está la denuncia social. La obra que tenemos este año de Calle Luna Calle Sol, que se llama Los colores, si bien es cierto es un trabajo lúdico, que nos narra cómo surgieron los colores en las distintas mitologías, también va hacia el color de los seres humanos. Eso pone en cuestión el racismo desde una forma lúdica y mitológica.

La obra que se presenta Desde la casa 1028, que nos trae el colectivo Luna Alacrán, que lo dirige Carlos Marcillo, está conformado por alumnos egresados de la Escuela de Teatro de la Facultad de Artes de la Central. Ellos nos cuentan la leyenda de la casa 1028, pero también en un contexto de cuáles son los toros, cuáles son los demonios, nuestras apariciones que hoy también están sujetándonos como conciencia. Más allá del discurso propio de las obras creo que cada colectivo, cada obra le da su contextualización social. En el caso de la danza, si bien es cierto que vamos a tener algunas expresiones de danza ancestral y tradicional, está Artemisa Danza de Ana Jácome, que hace danza denuncia. La obra de estreno que se llama Arteria, entiendo que va también por ese tono. El Teatro Itinerante Ascetas de Chile (un grupo pequeño de una comunidad cerca de Santiago, llamada Illapel) con la obra Me muero, luego existo, (un texto escrito en 1984 por el famoso dramaturgo chileno Jorge Díaz), es una obra bellísima que nos habla de cómo la gente tiene que vender sus órganos para poder sobrevivir.

SR: En cuanto a los espacios y lugares donde van a presentarse.

PG: En el sur de Quito, tú sabes, no tenemos mucha infraestructura. Está el Teatro México. Y está el ofrecimiento de varias alcaldías, esperemos que con Pabel Muñoz se concrete, de crear el Gran Centro Cultural del Sur en Quitumbe, con salas de ensayo, un teatro, en fin. Tenemos teatros en colegios que tienen sus escenarios, aunque son usados muy puntualmente. Sin embargo, yo creo que la falta de infraestructura también ha abierto otras posibilidades de creación, porque la gente se vuelca a espacios abiertos, no convencionales. Están las salas pequeñas como la sala de La Changa, la de Marcopamba del grupo Ojo de Agua. Pero son teatritos de bolsillo, treinta  o cuarenta personas. Entonces, salvando el teatro México, no tenemos más infraestructura. Sin embargo, como digo, esto posibilita que los grupos sean creativos y acusen del espacio que tienen para poder desarrollar ahí su trabajo.

SR: En relación con la formación, el trabajo de instructores, directores, etc.

PG: Como sede de formación hoy estamos desarrollando procesos desde el Faro Cultural de Lloa. Además de las artes escénicas tiene una visión sobre la terma cultura, esto es practicas lo más amigables y conscientes con el medio ambiente. Ahí desarrollamos los huertos comunitarios, se hacen tareas dirigidas con los niños, hacemos audiovisuales para rescatar la memoria local de lo que es Lloa como espacio. Bueno, ahí si hay infraestructura como Casa Somos, los coliseos, las casas barriales. Ahí sí podemos desarrollar una actividad medianamente  sostenida. En cuanto al sur de Quito están La Changa, Umacantao, el teatro de Marcopamba, los pequeños teatros que hay en la zona de la Ferroviaria, en la parte alta. La Nave que es un centro cultural en la Villa Flora que son chicos que están dedicados el tema de las artes plásticas y la poesía. Pero en el momento de hacer la actividad, cualquier lugar es bueno. 

SR: Y en cuanto al encuentro mismo cuáles son las principales locaciones.

PG: El viernes 1 de diciembre inauguramos en el parque central de Chimbacalle, también como una apuesta ciudadana para rescatar ese espacio que es patrimonial, pero que ha estado abandonado, por peleas intestinas de los dirigentes barriales y una serie de cosas. Pero a través de la cultura, fíjate, lo que no logra el consenso político lo logra el consenso cultural. Vamos a llegar con los grupos allá, de teatro, danza y música. El 2 estamos en el coliseo de Conocoto, dentro de la misma dinámica, formando un espacio escénico dentro del coliseo. El 3 estamos en Chiriboga que es una cancha deportivo, lo mismo, vamos a adecuar un escenario para las presentaciones artísticas, el martes 5 en el Centro Cultural de Turubamba que cuenta con una pequeña infraestructura, con salas de bolsillo, una tarima, un pequeño escenario. Y el 6 cerramos en Lloa en el coliseo. Aunque estos no son espacios para la presentación escénica, nosotros los adecuamos para que la magia suceda. Nuestro grupo Entretelones va a estar con un texto que escribí que se llama El payaso y la muerte, inspirado en el Caín de Saramago.