El Apuntador

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Confesiones temporales. La autoficción en el teatro contemporáneo /María Eugenia Paz y Miño

Magnífico acudir al teatro de la Casa Humboldt a admirar la obra Confesiones Temporales. Textos, concepto, actuación, dirección general y producción de Julia Silva, reconocida en nuestro medio y en el exterior también, en lugares como Marsella, Francia, en donde comienza a conceptualizar y explorar en la obra, a la par que impartía talleres, como miembro clave del proyecto intercultural Living Legends, auspiciado por la Unión Europea. Era marzo de 2019, precisamente un año antes de que empezara la pandemia. Por entonces, Julia (ecuatoriano-argentina), ya había viajado y llevado sus conocimientos de cineasta y de actriz a comunidades de los Andes o a pueblos de países distantes como los de Estonia. El sello inolvidable de los viajes atraviesa la obra.

En Marsella, Julia se adentró en la indagación de nuevas dramaturgias, de nuevas narrativas. Su desafío era la “autoficción”, término acuñado por el dramaturgo argentino Sergio Blanco y que implica, el decirse a uno mismo en escena. De otro lado, Confesiones Temporales se nutrió del “biodrama”, que concibe al teatro en estrecha relación con la vida. Con tales herramientas Julia se propuso: “ficcionar la vida y volver universal, temáticas por las cuales todos atravesamos”. El siguiente paso era comprobar si sus textos podían ser puestos en escena, con una narrativa que explorara las distintas aristas de la propuesta. Esto, además, dentro de la reivindicación de lo que es ser mujer, y aquello que causa “lo femenino” no panfletario. Así, concibe un escenario “minimal” que da cuenta de una vida, de su propia vida. No hay personajes externos. Es Julia, la actriz, que interpreta a Julia, la persona.

Confesiones temporales. Julia Silva. Fotos Silvia Echevarria Archivo Apuntador

En octubre de 2019, Julia empezó a trabajar con Anahí Silva, la directora escénica, quien entendió desde dónde quería ser transmitido el texto teatral. El trabajo en movimiento ─una fortaleza de Anahí, por su trayectoria en la danza─, le dio la estructura a Confesiones Temporales. En pleno trabajo llegó el Covid. El empuje continuó. Las reuniones las hicieron vía zoom, hasta septiembre, cuando urgían los ensayos presenciales, que sucedieron dentro de contextos sociales e individuales especiales. La obra se nutrió con fuerza y originalidad. El embarazo y la dada a luz de Anahí, la pandemia, las dificultades de movilización, el obligado distanciamiento, más bien impulsaron el trabajo artístico, que se configuró con fuerza hasta el estreno de la obra en el teatro de la Asociación Humboldt, el pasado 11 de octubre de 2020.

El proyecto obtuvo un incentivo del Instituto de Fomento a la Creatividad e Innovación (IFCI), fundamental para hacer realidad la obra, y bien, puesto que cuesta a los artistas, en general, crear. Siempre se requiere de recursos para lograr un producto de calidad, cuestión muy poco comprendida en nuestro medio, en donde muchas veces se desconoce que el artista tiene derecho a una vida digna y a recibir una remuneración por su trabajo.

Confesiones temporales. Julia Silva.

Con Anahí irían descubriendo que el tiempo, como hilo conductor de la historia, debía mostrarse con pulcritud en el escenario. No se trataba de un tiempo lineal. Más bien circular. El pasado con la dosis necesaria de carga dramática. El presente, entre la reflexión y el análisis. El futuro, expresado desde la poética de lo que pudo haber sido.

Las impactantes fotos de Silvia Echevarria transmiten instantes. La actriz “viaja” por el tiempo, se apoya en movimientos corporales y gestualidades, mientras suena una música futurista, creada para la obra por Emmanuel Blanchard y Martín Mora, con sintetizador, guitarra o piano, con ritmos electrónicos contemporáneos. La sonoridad se funde con los niveles actorales. Julia Silva explica que, cuando consiguieron con Anahí cristalizar la obra de arte escénico, uno de los retos planteados fue posibilitar, con expresiones y movimientos corporales, la visualización del transcurrir en el tiempo, del viaje temporal.

La dinámica visualizada por la directora escénica, y que cabe destacar porque se evidencia en la obra, es la entrada y salida de los viajes temporales y las sensaciones y recuerdos que involucran. A la par se produce un encuentro con el público, que se abre para recibir un relato que lo conduce a empatar con sus propios recuerdos. El diálogo fluido: espectador-imágenes de teatro, muestra destreza en la actriz para enfrentar varias dimensiones temporales. El juego del claroscuro de las luces invita a descubrir que, en efecto, se puede viajar en el tiempo y que puede hacérselo desde lo poético-teatral.

La manera en que se amalgaman los elementos de Confesiones Temporales, es destacable. Lo visual, por ejemplo, llega en fragmentos. De ahí que el video que aparece en una de las escenas se presente fragmentado, lo cual le añade magia a la obra. La simbología de un tren aparece, haciendo alusión al tren de la vida.

Confesiones temporales. Julia Silva.

Es importante en Confesiones Temporales haber fusionado lo conceptual en la autoficción de Julia, con la actuación, el movimiento escénico, el manejo del espacio, los sucesos, lo emocional, las simbologías, logrados por la dirección de Anahí Silva. La actriz interactúa con objetos diversos… Un “diario íntimo” es la puerta para entender cuánto se ha vivido y los recuerdos que marcan. El espectador es partícipe del paso de los años y se deja guiar hacia el reconocimiento sobre el significado de la vida.

“Lo que uno va viviendo en la vida te hace ir definiéndote incluso ideológicamente”, ─afirma Julia─. Para ella, “el arte contemporáneo surge de ideas que sustentan los trabajos”. Como artista se plantea qué quiere decir y por qué. Comprende que la sociedad cuestiona las decisiones, los cambios. Hasta los recuerdos pueden ser cuestionados. “La actuación es un desnudarse frente al público” ─dice─. Y explica cómo Confesiones Temporales le ha posibilitado evidenciar su mundo de manera transparente. Y aunque le preocupaba que el material del cual partía, como emociones fuertes y dolorosas o aspectos de su vida personal, pudiesen no cuajar en las tablas, se logró que los elementos aparecieran en su justa medida, que captaran la atención, en especial del público joven que acudió a la sala, y que apreció elementos del arte de instalación y de lo performático  en la obra. Esto evidencia una pieza bien trabajada, con posibilidades de seguir asentándose. Indica un rompimiento con la narrativa clásica, con la actuación tradicional, para refrescar y aportar la escena en el teatro nacional.

Confesiones temporales. Julia Silva.

“Soy libre”, es una de las frases que pronuncia la actriz. La ternura invade el escenario. Apunta y acierta en el espectador, que se estremece y se deja conducir por una actuación limpia, por medio de la cual puede vivenciar, en forma directa con los sentidos, los estremecimientos de una actriz que da lo mejor de sí en las tablas. “Esta soy”, dice también. Y el espectador de nuevo puede verse reflejado en la infancia de sí mismo, en su aquí y ahora, o en los sueños que son y no son, que conforman la trama de la vida, sin posibilidad de lo estático, pues todo cambia.

En lo personal, me conmoví sobremanera. Me he aventurado a escribir este artículo por un pedido de El Apuntador. Desde mi ojo, con matiz particular, respeto el trabajo de Julia y Anahí. Veo cuánto lo han pulido mientras se han ido puliendo a sí mismas.  Tras meses y meses de teatro virtual, ha sido como un bálsamo entender ─una vez más─, que el arte salva, que el teatro libera. Ni la pandemia ni el tapabocas son impedimentos para crear, para plantearnos nuevos retos. Como indica Julia, en ello queda sellada “la emoción de poder volver a las tablas, de compartir con público presencial, de crear juntos el viaje”. Ese viaje, ese navegar por pasado, presente y futuro, que lleva a agradecer por cada instante de vida: “porque al final, donde estás, donde estoy o donde estamos, depende de las vivencias, de los recuerdos”.

 Ficha técnica

CONFESIONES TEMPORALES

Dirección escénica: Anahí Silva

Música: Emmanuel Blanchard y Martín Mora

Canción de escena: Daniela Silva

Creación video: Sol Ávila (registros Sol y Julia)

Diseño de iluminación: Cabeza Iluminación Escénica

Escenografía: Marcia Pinto

Vestuario: Verena Spori

Diseño gráfico: Carmen Lu

Textos, concepto, actuación, dirección general y producción: Julia Silva Paz y Miño