El Apuntador

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Crónica dos: Lo invito a ver mi obra-¿Es gratis?/Fer Jr Prieto

Crónicas brechtianas o escritos distantes para pensar el teatro mientras se están preparando un sándwich de queso.

Qué pésima y mala costumbre la que tienen muchos y muchas, en varios países de los que he visitado, cuando preguntan luego de promocionarles un estreno o la temporada de un espectáculo teatral, si es gratis.

Querido público: acaso cuando van al odontólogo y preguntan cuando les van a sacar una muela, ¿es gratis? O ustedes van a donde el carnicero o verdulero y preguntan ¿es gratis? No creo, ¿verdad?

Pues déjeme decirle, con todo el cariño que se merece, QUE EL TEATRO NO ES GRATIS, porque muchos de los actores, actrices, técnicos, directores, dramaturgos, músicos, maquilladores, vestuaristas, luminotécnicos, etcétera… se parten el lomo y aunque no lo crea le dedican muchas horas sobre naturales de su tiempo para poner sobre un escenario la obra que usted va a ver y de la cual se atreve a preguntar ¿es gratis?

Entonces, para que no siga haciendo esa nefasta o terrible pregunta, porque además la cosa es más de fondo, vamos por partes.

NO PREGUNTE, ESPERE QUE LO INVITEN. Es cierto que muchas cosas son gratis, en especial porque son subvencionadas por los gobiernos o entidades privadas, pero también es cierto que esas subvenciones son solo para una inmensa minoría, no para todos los grupos o artistas escénicos que literalmente viven de la taquilla y le rezan a todos los dioses y demonios para que venga público a sus presentaciones. Ahora, muchos artistas también invitan, entonces, esperen a que los inviten, no manden la incómoda pregunta antes de que eso ocurra.

Sí VA A VER UN ESPECTÁCULO ESCÉNICO, VÍSTASE BONITO. Si así mismo, aunque parece que no viene al caso, déjeme agregarle lo siguiente: no vaya con los chiros que tenía puestos del trabajo, báñese, cámbiese, perfúmese, póngase lindo o linda y asista a la sala teatral como si fuera un espacio de alta alcurnia, porque lo que va a pasar en ese lugar es único e inigualable, ah y por favor no la monte de bohemio y llegue con la mochila en la espalda, el olor a hierba (cualquier hierba) y apestando a cerveza de parque, porque créame, usted va a ver un espectáculo que es único e irrepetible.

LOS TEATROS TIENEN ESCENARIO, CAFETERÍA Y TODOS TAQUILLA. Cuando llegue al lugar compre entrada, o sáquela con anticipación, si conoce alguien que participa de la obra, pues hágalo sentir bien reservando y pagándole su entrada, aproveche las promos o descuentos, eso no se ve mal, pero haga notar que usted compró su entrada porque pareciera que no, pero es importante para el que está en el escenario, dejando el sudor sobre el mismo.

SI USTED ES FAMILIAR. Con más razón apoye, deje de ver al sobrino, al hermano o al hijo o hija como bicho raro u oveja negra y vaya a verlo actuar que lo máximo que le puede pasar es que se divierta y reflexione y de paso pueda que su querido familiar teatrero o teatrera con los años logre vivir de eso que le apasiona.

Don Clock y la rutina diaria de los aparatos olvidados de La Petisa Babilonia. Foto Cristian García

SI USTED ES AMIGO O AMIGA. Pues no solo compre su entrada, invite gente y lúzcase con un ramito de flores antes de la presentación, enviándolo al camerino con una tarjetita linda que diga “mucha mierda” o “pártase una pierna en el escenario” o una de esas frases tiernas que nos dedicamos antes de salir a escena.

SI USTED TAMBIÉN ES ARTISTA ESCÉNICO. Déjese de joder y vaya a ver a los otros y otras, porque también es su profesión, es increíble que en la mayoría de países en los que he estado los artistas escénicos no van a ver a los artistas escénicos, de no creer, en serio, y en la escala de desarreglados que asisten a la sala, están en los últimos puestos del glamour, como si para ir a ver un partido de futbol, un futbolista tuviera que ir en pantaloneta, guayos y todo embarrado.

Y SI USTED ES EL ARTISTA ESCÉNICO QUE ESTÁ SOBRE EL ESCENARIO. Pues deje de creer que es la voz de dios sobre la tierra y venda entradas como si fueran empanadas, deje la vergüenza y tampoco la monte de que tiene mucha y no necesita de los dineros que entran en taquilla, porque créame querido compañero, colega o cómo se diga, que no hay nada más gratificante que hacer la repartida y sentir que un alquiler o un mes de compras o pago de servicios, o una percha nueva (pinta de ropa) o un viaje al mar, se pagó de esa taquilla.

De los países donde he tenido la oportunidad de presentarme en salas de teatro o afines, el único país donde he sentido que existe un público muy consciente del pago de una entrada, irse lindo a ver la obra (en últimas váyase como quiera no es relevante, pero si dice mucho de como usted percibe el hecho de ir a un teatro) donde los artistas escénicos no solo van a ver las obras de los otros grupos, sino que además los promocionan en sus redes como un favor anexo, donde arman combos para ir y “hacerle el aguante” al que se está presentando e incluso se repiten varias veces la obra escénica por aquello de “hacer el aguante”, el único país donde he sentido a full, la gratitud del público con el trabajo de quienes representan o construyen una obra es en Argentina.

Y el país donde la viveza está por encima de darle valor al trabajo artístico, o esa cosa molesta de hacerse invitar casi que a las malas o con la excusa de “no tengo dinero” pero, terminada la obra se les ve chupando cerveza a lo loco en la chichería cercana al teatro, es en mi patria querida en Colombia.

Ahora no se ofendan ni se enorgullezcan tanto unos y otros, porque hay excepción a la regla en ambos, así como hay muy buenos públicos colombianos, hay muy malos públicos argentinos, y bueno, en los otros países de esta parte del mundo, la cosa tampoco es muy optimista, pero entonces y como un giro sorpresa de último momento, aquí entra el principal responsable de que el teatro aún en pleno siglo veintiuno no sea visto como un oficio del que se pueda vivir, aquí entra de nuevo USTED, QUERIDO AMIGO O AMIGA HACEDOR ESCÉNICO, ARTISTA DE LAS TABLAS, TEATRERO O TEATRERA O COMO SE QUIERA HACERSE LLAMAR, a usted que le cuesta creer que puede vivir de pararse en un escenario y que además de formarse como actor o actriz debería formarse como empresario y vender su obra teatral, conseguir auspicios, hacer alianzas, vender entradas identificando públicos a los que pueda interesarle y, sin dárselas de bacán las regala como si, los días, semanas y meses a los que le dedico tiempo, usted y su equipo de aventuras, para sacar un producto, PORQUE SÍ ES UN PRODUCTO, UN PRODUCTO ARTÍSTICO que tienen también un valor económico.

Ya está, me enojé, me voy al cine.