EL FANTASMA DE CANTERVILLE LES TEME A LOS VIVOS |J honatan Salazar Achig
Estoy subiendo hacia el Pinar Alto, a unas pocas cuadras del Teatro Victoria y noto un ambiente muy distinto a la primera vez que vine. No puedo identificar qué es lo diferente. Quizá sea la luna que brilla de forma extraña y emana unas oleadas plateadas que caen por las colinas hacia la ciudad. O será la calma espantosa que hay en las calles aledañas, donde casi todos los locales comerciales han cerrado, algo extraño sin duda, sucede este 31 de octubre de 2023.
Al llegar, insisto que el ambiente es muy diferente. La primera vez que vine había gente y vehículos estacionados afuera, asistí aquella vez a la representación de la obra La importancia de llamarse Ernesto, la primera de la trilogía de Oscar Wilde, que se presenta en el Teatro Victoria. Ahora no hay nadie afuera y al parecer nadie adentro porque las luces están apagadas, o será que la obra empezó, pues llevo unos minutos de retraso.
Estaciono el auto y me dirijo al interior a preguntar qué sucedió. Un ambiente lúgubre me recibe, se han apagado todas las luces, sombras extrañas se reflejan en las paredes, hay algo en el aire que lo vuelve más espeso. Camino a tiendas esperando escuchar o ver a alguien. Pero hay un silencio sepulcral, parecería que camino por una casa abandonada. Es extraño en verdad el ambiente, muy distinto a la calidez que le caracteriza.
De repente noto que no estoy solo en el pasillo, junto a mí pasan como una flecha dos perros, uno se parece al famoso Bimbo, pero no logré divisar si era él, parecía una especie de perro-murciélago, pensé era un disfraz, pero no, era una criatura realmente extraña. Una metamorfosis salida del averno o de algún sueño extraño, y ambos seres se detienen y me indican una puerta. A medida que me acercaba a ella empecé a escuchar unas voces demoníacas que dicen y advierten en tono coral “no te acerques”, “huye en este momento”. Pese a la advertencia de las voces, el musical me deleitó y me dieron ganas de entrar. Junto a la puerta advierto que se anuncia El Fantasma de Canterville. El musical.
Adentro, no me lo van a creer, toda una escena extraña sucedía, un sueño apocalíptico de noche de brujas, el público que llenaba la sala eran seres abominables, que mezclaban todos los miedos que la cultura nos ha construido, estaba por allí el muñeco diabólico, brujas crueles y bellas, seres con máscaras sangrientas, los más espantosos monstruos de la literatura universal sentados en butacas riéndose de algo que se presentaba frente a ellos. Sobre el escenario vi muchos espectros que caminaban, a ratos subían a escena y tras su participación en el musical se bajaban a rondar entre el público. Ninguno se percató de mi llegada, en cambio yo sí me percaté de que había un puesto vacío.
Los fantasmas no existen, me puse a pensar y luego recordé que el Hamlet de Shakespeare dijo que los espectros son distintos de los fantasmas. Los espectros no hacen nada más que pasear por un sitio, caminar y desaparecer, en cambio los fantasmas tienen personalidad, traen un mensaje, intentan comunicarse con nosotros. Los fantasmas nos mueven cosas, nos muestran algo, nos miran a la cara a veces, emiten sonidos propios, desprenden un aroma, su objetivo no es el de asustarnos sino traernos un mensaje, nosotros, obviamente, somos quienes ante ese encuentro nos asustamos. En escena vi parado al fantasma de Canterville, quien en vida se supone fuera Sir Simon, éste hablaba al público. Y con la convicción de no asustarme me senté en la butaca y miré la obra.
Todas y todos sabemos que El Fantasma de Canterville es un cuento del escritor, dramaturgo y poeta británico-irlandés Oscar Wilde. La historia presentada en escena le rindió un culto digno con su original manera de ser un musical. La historia se desarrolla en el siglo XIX en la mansión de Canterville, una antigua casa en Inglaterra que está embrujada por el fantasma. Sin embargo, la familia Otis, que se muda a la mansión desde los EEUU, no se asusta por los eventos sobrenaturales. Los miembros de la familia Otis tratan las apariciones del fantasma con escepticismo y sentido del humor.
Fiel al cuento, en la representación se destacan las diferencias culturales entre la familia Otis, que representa la mentalidad pragmática de los estadounidenses, y la antigua aristocracia británica, representada por la historia del fantasma. Se muestra con sátira y humor sus encuentros para burlarse de las convenciones sociales y las expectativas culturales. La forma en el teatro musical no se aleja de este humor, ya que combina elementos de comedia y horror de una manera ingeniosa.
De hecho, se combinan los elementos (comedia y horror) de manera magistral a través de varios mecanismos en la narrativa teatral. Se emplea la ironía y el sarcasmo para crear un tono humorístico. Vemos la actitud de la familia Otis hacia el fantasma y su escepticismo ante las apariciones. En lugar de temer al fantasma, los Otis lo enfrentan de manera pragmática, utilizando detergente para quitar las manchas de sangre de la alfombra, por ejemplo. Esta actitud irónica hacia lo sobrenatural genera situaciones cómicas.
Los diálogos son agudos y llenos de humor. Los personajes, especialmente la familia Otis, intercambian comentarios ingeniosos que a menudo se burlan de las convenciones sociales que se supone deben temer. Estos diálogos humorísticos añaden un elemento de comedia a la historia.
La actitud directa y pragmática de la familia Otis choca con la pompa y la tradición británica, lo que da lugar a situaciones cómicas. La familia Otis no muestra ningún respeto por las tradiciones y expectativas del fantasma. De hecho, lo tratan a ratos de forma cordial y eso al fantasma le choca
A medida que la historia avanzaba, el enfoque cambia de lo cómico a lo conmovedor, se va revelando que el fantasma de Sir Simon no es tan malvado como parece. De hecho, ha estado atormentado durante siglos por sus pecados pasados y busca el perdón. Virginia, la hija de los Otis, se siente conmovida por la triste historia de Sir Simon y decide ayudarlo. Finalmente, gracias a su bondad y compasión, el fantasma encuentra la redención y puede descansar en paz.
Se destaca al final la importancia de la compasión y la empatía para redimir a un ser atormentado. A pesar de ser una historia de fantasmas, el enfoque está en la transformación espiritual del ser atormentado y en la importancia de la bondad humana. La transformación del fantasma de un ser aterrador a un ser atormentado que busca la redención, agrega elementos de horror emocional a la narrativa.
La resolución de la historia es inesperada y sorprendente. A medida que Virginia ayuda al fantasma a encontrar la paz, el tono se vuelve más reflexivo y conmovedor. Entonces el miedo dejó de ser mi expectativa y otras sensaciones se apoderaron de mí, así como ocurrió con todas las personas que me rodeaban. Quienes estaban a mi lado en las butacas noté que no eran monstruos, ni criaturas infernales, sino eran personas disfrazadas, familias que se notaban contentas de ver la obra.
El Teatro Victoria volvió a iluminarse, y noté que sus paredes estaban decoradas para la ocasión. Nada era lo que creía. La obra, la gente y el ambiente me devolvió la calma. Así me marché a casa. Nuevamente en el auto enciendo la radio y se informa sobre los apagones que vuelven al país, grandes sectores de la ciudad están en la oscuridad y también se informa sobre los crímenes, secuestros, asaltos que acechan todos los días en las calles. El horror vuelve a mí, porque el horror no está en los fantasmas sino en los vivos.
FICHA
Dirección escénica: Juan Pablo Acosta
Versión Teatral: Greymar Hernández
Dirección Musical: Iván Acosta
Coreografías: Diana Nieto
Composición musical: Darwin Zambrano
Coro y bailarines: Escuela de formación profesional en Teatro Musical EIFA