El Apuntador

View Original

Delarealapre o el movimiento que interroga, sacude y festeja al movimiento /Bertha Díaz

Cuatro cuerpos en escena. Dos chicos y dos chicas. Espacio casi vacío. Ahí están ellos, iluminados a penas, en la mitad del escenario. Enseguida resuena una pregunta que cada uno lanza, acompañada de una inmediata respuesta -proporcionada por cada uno de ellos mismos-, que la matiza. Las sueltan mirando a alguien en particular del público… “¿Quieres pelear?” -dicen uno por uno-; y añaden: “Pero si yo soy más grande”. A partir de esa nimia entrada, las reglas están marcadas: estamos en un juego de simulaciones, de personajes que se erigen y se abandonan, que se perfor(m)an, se transforman, se desnudan (metafóricamente) y se rearman constantemente con distintas tonalidades. Como si se tratara de una escena infantil en donde cada niño es capaz de proponer algo y modificarlo a una velocidad inusitada, mientras preservan entre todos el secreto compartido del pacto ficcional (“esto es un juego y sé que es un juego”), se va desarrollando este dispositivo cuya potencia justamente se manifiesta en esa convención móvil, en esa subversión permanente. En cada tramo se hace evidente su capacidad de ir de lo naif a lo profundo, de lo sencillo y asible al extrañamiento; del vértigo del movimiento continuo, a las suspensiones en donde reposa la mirada de quien acompaña desde el espacio espectatorial; de lo unísono al coro, al canon, a la fuga…

Fotografía, Carlos Maldonado

Quizás lo que más me abrazó como espectadora es la capacidad de este trabajo de mostrar en su aparente simpleza una densidad de sentido. Y de que los hallazgos contundentes extra-cotidianos que se van generando, vayan siendo desechados con desparpajo, cosa rara en el Arte Escénico (así, con mayúscula) de nuestro contexto, que aún intenta sostener lo no-ordinario en una matriz que su valor se erige en la distancia con el tiempo-espacio-gesto de la “realidad”.  En esta experiencia, el salto de lo regular a lo extra-ordinario se va provocando orgánicamente, sin pretensiones ni sobresaltos. Un gesto pequeño se vuelve coreográfico y nuevamente se suelta para volver a experimentar con otra cosa cotidiana que, a su vez, se pone a disposición para ser modificada. En medio de ello, se muestran sin líos las zonas de pasaje: eso que en otro contexto danzario-teatral se ocultaría, formaría parte de lo no expectable, de lo ilegítimo de la ficción, aquí es posible: la belleza del error expuesto, del intento, del sudor, de las diversas capacidades de los cuerpos está ahí, sin ser censurada-normada-homogeneizada.

 Mientras los gestos acontecen y uno, en tanto espectador,  está tomado por el pulso del movimiento del todo, algo en la mirada se va descolocando, transformando, diversificando. El dispositivo se va construyendo y, paralelamente, va mostrando su capacidad de interrogar a la misma práctica que lo erige. De este modo, al tiempo que algo se propone, una pregunta sobre el movimiento se despliega en su interior; y/o, a la inversa. Ahí es donde el nombre de este trabajo se va vuelve más agitador: Delarealapre, apócope de “De la representación a la presentación”.

En cada pequeño tramo va intensificándose no solo el significado del nombre del proyecto, sino el que esté comprimido y acortado. En esta maquinaria no hay nada más lejano que la necesidad de evidenciar un gesto de reflexión sesuda de esas categorías (presentación y representación), pero están ahí operando, confrontándose, dialogando permanente y contundentemente. Desde las distintas configuraciones de los elementos van evidenciándose las modulaciones y los traspasos de estos dos principios, sus modos de polinizarse entre sí, sus proximidades y diferencias.

Con mucha plasticidad, se produce el tránsito de la persona al personaje y nuevamente al retorno del yo, que se deja caer en mil pedazos en medio de todo esto. También se va mostrando el pasadizo de la reproducción de gestos ordinarios hasta su devenir en material codificado que permite el advenimiento de un lenguaje otro. El cotidiano respira por las branquias de la representación y visceversa… y esa ondulación se vuelve seductora y deliciosa.

Fotografía, Carlos Maldonado

Hay otra cosa en el trabajo que sucede de manera preciosa, que es el permanente estado festivo que desovilla. Pero no es una celebración cualquiera, es una especie de recorrido de fiesta de infantes hacia una de adolescentes, hacia otra de los primeros veinte años… la alegría que no conoce de edad y por ende del tiempo, se vuelve expresa y se expande. El ensamblaje de imitaciones, de compartir memorias que encienden otras memorias -que además se ficcionan-; de resonancias a todo nivel entre esos cuerpos de quienes están en escena, se va produciendo sin parar: Y hay goce, mucho goce…

En total desvío de las convenciones (lo que me permite también hacer de spoiler en el mismo tono que ellos lo anuncian desde el inicio de la experiencia escénica), el trabajo cierra con una sesión de deep aerobic en donde los performers y la directora (Estefanía Vimos, quien irrumpe sin tapujos en la escena) invitan al público a pasar a la escena. Siempre hay un riesgo gigante en pasar intempestivamente de la observación a la participación, pero la desacralización que desde el inicio de este trabajo se muestra desde su propio interior, provoca que, apenas la invitación se genera, muchos se pongan de pie y crucen el umbral del espacio del público al de la ficción (al menos fue así en dos funciones en las que estuve). El placer toma posición y no hay más interrogación entre lo representacional y presentacional. Todos juntxs, expuestos, viven la fuerza del movimiento y, entonces, el tiempo de ruptura acontece en nosotros, frente a nosotros, a través de nosotros.  Todo cierra con un pequeñísimo epílogo que opera como ritornello a otro momento clave… pero eso no, eso no voy a contarlo.

 

Ficha técnica.

Título del proyecto: De la re a la pre (De la representación a la presentación).

Estreno: 20 de febrero de 2019 (en su tercera versión. En los años precedentes hubo dos primeras versiones del tema, muy distintas entre sí, pero basadas en los mismos principios).

Lugar: Sala Proceso. Casa de la Cultura de Cuenca.

Dirección general: Estefanía Vimos.

Performers, co-creadores: María José Becerra, Pedro López, Tatiana Narváez y Geovani Toledo