EL GRAN CIRCO EUCRANIANO / Santiago Ribadeneira Aguirre
El Teatro Rodante Universitario del Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, dirigido por la actriz y profesora Rosabel Otón Olivieri presentó la obra El Gran Circo Eucraniano de Myrna Casas en el teatro Malayerba, uno de los sitios más emblemáticos y queridos de la ciudad de Quito.
Una Adivina con un traje colorido recibe a los espectadores en la puerta de acceso al lugar, hace algunas prevenciones y entrega una tarjeta con diferentes sentencias: “colecciona momentos no cosas”, por ejemplo, para que el espectador pudiera tener la opción de prever sus propias alegorías o dudas. Ella misma es la gran alegorista del circo, que se comporta como una figura creativa que construye un proyecto artístico, en lugar de buscar alguna particularidad definitivamente consolidada. El circo es un espacio para inventar historias sobre el vacío y la ausencia de sentido, impuesto por la pérdida de la propia temporalidad histórica.
Myrna Casas, la dramaturga puertorriqueña, concibió El Gran Circo Eucraniano como una posibilidad de llegar a la totalidad de un relato sobre la idea de ‘colectividad’. En lo central, la obra presenta un sistema-mundo en el que aún priman la desigualdad y el individualismo, con sociedades aún atrapadas en las secuelas del colonialismo y muchas de ellas incluso sin autonomía propia. La imagen del circo/país y la estructura de la obra, configuran el escenario para hablar sobre algunos acontecimientos y plantear el bosquejo de una memoria anticipada como el gran gesto de reconstrucción y de rearticulación de una aparente ausencia de comunidad.
En ese gesto de ‘memoria recuperada’, la forma teatral (el teatro dentro del teatro) es el cronotopo (histórico y social) a través del cual los personajes establecen la unidad temporal y espacial, para hacer visibles cada uno de los momentos de la materialidad del espectáculo. Entre aquellos momentos desencializados, prima la permanencia desde donde renace la intención de entender la dimensión histórica de una ‘comunidad nacional’ suficientemente autónoma y autoderminada. La imagen del circo que Casas trabaja en la obra, además es una forma de pensamiento que también señala las sucesivas ‘desconexiones’ casi como si se tratara de un gesto defensivo, cada vez que los personajes señalan a una espectadora que interrumpe sus diálogos, hasta que es invitada a sumarse a la troupe de comediantes. Hay un gesto ofensivo paralelo, que nace de las interrupciones entre los personajes, que quieren afectar esa noción de sistema-mundo que Myrna Casas plantea en su texto de manera definitiva: un movimiento social que ya ha comenzado, tal vez con indecisiones, desordenado, contradictorio. De ahí que bien se podría hablar de situaciones en la estructura de la historia de un circo que viaja y transcurre como un desafío artístico, cultural, existencial.
El personaje de marras al que se le ha obligado a regresar a su asiento en la platea, una y otra vez, nos vuelve a instalar en el conflicto porque deviene en espectadora y en protagonista, para ser indistintamente la otra dentro de los otros de aquí o de allá, trasponer la frontera que divide al escenario, entrar en la ficción ‘refundada’ por esa intromisión y establecer el cruce para abarcar las intersecciones culturales e indentitarias que la historia narra puntualmente en las presencias de Gabriela José (la dueña del circo), Alina, Sandro, Cósima, Alejandra, Igor, Nené y de los acróbatas y payasos.
El Gran Circo Eucraniano tiene un doble origen y tiene una historia que debe preservarse, porque de ello depende la necesidad de desvirtuar aquella noción de no tiempo y de no espacio de los cantos de sirena del sistema. Por ello, es la recuperación del imaginario (un imaginario fundacional de lo político) que se instala en el centro de la recreación de una polis que la Adivinadora nos advirtió antes del espectáculo, que lo vuelve a ratificar cuando comienza a cerrarse el telón… mientras los espectadores descienden las gradas del teatro con una especie de ilusión retrospectiva que comienza a fulgurar como anuncio del sueño de una nueva utopía creativa en el teatro y la vida.
FICHA TÉCNICA
GABRIELA JOSÉ Dianelsa Berríos Rodríguez
ALINA Paola Gómez
SANDRO Skylar Silva Agosto
CÓSIMA Linavet M. Ferrer Ramos
ALEJANDRA Sara Isabel Hernández
IGOR Michael Rivera Pérez
NENÉ Esteban R. Nieves Pintado
JOVEN Nahuel E. Díaz Grillasca
PAYASA AL VOLANTE Dianelsa Berríos Rodríguez
ZOLTAR Karen Cupeles Pabón
MADAME LEOTAH Linavet Ferrer
ACRÓBATAS Steven Vélez, Marina S. Martínez
PAYASOS Skylar Silva Agosto, Esteban R. Nieves, Nahuel E. Díaz
Dirección Rosabel Otón Olivieri
Diseño de vestuario Miguel Vando
Diseño de escenografía Israel Franco-Müller
Diseño de luces Nicolás Luzzi
Asistente de dirección Karla Martínez
Director técnico Dante S. De Jesús
Sonido Karla Martínez
Luces Dante S. De Jesús
Asistente Patricia Vázquez
Utilería Karen Cupeles
Diseño de maquillaje Steven Vélez, Marina S. Martínez
El Gran Circo Eucraniano, la exitosa pieza teatral, escrita y dirigida por Myrna Casas se estrenó en el 1988 en el Teatro Lolita Aspiroz en Añasco, Puerto Rico. Luego de su estreno se presentó por la Isla y luego en festivales como el de Teatro Hispanoamericano de Miami en el 1989 y el Decimotercer Festival de Teatro Latino, organizado por el reconocido director y productor norteamericano, Joseph Papp (1921-1991) y su Public Theatre. En la Gran Manzana fue acogida por el público con mucho entusiasmo y obtuvo reconocimiento por parte de la crítica especializada en el New York Times.
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