El Apuntador

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EL UNIVERSO LORQUIANO PALPABLE EN UN DRAMA COTIDIANO | Jhonatan Salazar Achig

La creación de El Cielo Tiene Jardines involucró una exploración amplia, con el fin de plantear miradas poéticas y reflexiones con respecto a esas pequeñas cosas que nos afectan en la cotidianidad. Esta obra nos habla de los silencios enclavados en muros o para usar una de las frases poéticas que resuena en el espectáculo: “hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo”. Una cita de García Lorca, principal inspiración de este trabajo que nace de una coproducción entre Deus ex Machina y Enredo Teatro.

El cielo tiene Jardines

El final es el inicio, eso nos plantea que estamos en un ciclo, irremediable, intenso. Ese sentido cíclico nos traza un pensamiento, nos deja ver que los seres humanos estamos en una constante repetición en la cual tratamos de aprender, pero muchas veces eso no sucede, porque siempre terminamos cometiendo los mismos errores. Los personajes de la obra, que son 4 hermanas, repiten las peleas, sus personalidades; y los deseos que les constituyen, les hacen contender y luego volver a reconciliarse. De forma poética podría decirse que “hay cosas encerradas dentro de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye”, otra cita de García Lorca.

Plantear los hechos como un ciclo permite reflexionar sobre lo qué nos pasa como sociedad y como individuos que no terminamos de asimilar, porque reproducimos constantemente todos los errores y los aciertos. No en el sentido del eterno retorno nietzscheano, sino, en el caso de la obra, como una condena,  ante un eterno laberinto del dolor. En escena se retrata una cosa muy común, la fragmentación familiar, la relación entre familiares que se va deteriorando y sin embargo se sostiene, comenta Sebastián Cattán, quien estuvo a cargo de la Dirección y Dramaturgia. Como muchas de las veces, la vida ocurre, igual que un círculo vicioso, pero si bien se repite, hay cosas pequeñas que cambian y eso, por lo menos, plantea la necesidad de superar los hábitos. Siempre hay una posibilidad de hacerlo. Lorca diría “No quiero sombras. Mis rayos han de entrar en todas partes, y haya en los troncos oscuros un rumor de claridades”.

 Uno de esos elementos que nos muestran el deterioro de la relación entre los personajes se hace explícito en los silencios, en la torpeza e imposibilidad de expresar los sentimientos. Eso se detecta en varios planos de la obra. Existe un juego entre el silencio y no saber sacar el dolor que ellos cargan. Lo que les pasa realmente a las hermanas es que no se asumen desde su dolor y circunstancias, por ejemplo, Bernarda tiene muchas capas, dice Maya Villacreses que es parte del elenco actoral. No solamente es tirana, sino que le pasan muchas más cosas y ella tampoco las puede comunicar, o comunica lo que puede para sostener la familia. En la poesía de Lorca ese dolor no expresado sonaría así: “yo canto la muerte que no tuve nunca, dolor de velo sin uso con llanto de seda y pluma”.

El cielo tiene Jardines

Muchas veces un buen silencio es mucho mejor que un texto. En escena tenemos un árbol, al que siempre se hace referencia, que está detrás de la casa, y un nudo, que nunca lo pueden desarmar las hermanas, pese a los muchos intentos de hacerlo. Se comprende que es el lazo donde se colgó su madre. El árbol está detrás de todas las capas, casi invisible pero siempre allí. Es como el inconsciente, argumenta Cattán, está detrás y a veces está más presente, a veces se apaga, pero es, literalmente, el corazón de todo. El árbol es el trauma, que está ubicado en el interior de todas ellas. El trauma de la muerte de la madre, es lo que les mantiene a ellas sin poder sanar. Todos los velos del escenario son como las capas que recubren una herida que está habitando bien en el fondo.

El cielo tiene Jardines. Juana Arias, Valentina De Howitt, Andrea Ruiz, Maya Villacreses

La obra está sostenida en textos de cuatro obras de Lorca: La casa de Bernarda Alba, Bodas de sangre, Así que pasen cinco años y Yerma. Los personajes de El Cielo tiene jardines tienen nombres lorquianos. Pero no es un intento de representar o adaptar las piezas del poeta andaluz, ni de reactualizarlas, es un ejercicio de experimentar con los textos, con lo escénico, entrar en un proceso de investigación, trabajar con las imágenes y crear un nuevo mundo que está impregnado de Lorca.

La escenografía merece una mención especial, pues en el escenario visibilizamos telas entre el negro y la transparencia que representan las paredes de la casa, y constituyen a la vez un laberinto genial. María José Terán se encargó de ello, una gran escenógrafa que reprodujo una casa con estructura colonial, basada en la que existe y se la conoce como la Casa del Higo.

Es una escenografía pensada como una cita inversa, me indican Cattán y Maya Villacreses, pues tenemos paredes negras y transparentes, personajes vestidos de blanco, considerando que en La casa Bernarda Alba, al contrario, los personajes visten de luto y viven en una casa como jaula que tiene muros gruesos y “paredes blanquísimas”.

Ficha tecnica

 Elenco: Juana Arias, Valentina De Howitt, Andrea Ruiz, Maya Villacreses

Dirección: Sebastián Cattán

Dramaturgia: Sebastián Cattán, con textualidades de Federico García Lorca

Comunicación: Enredo Teatro

Diseño de escenografía: María Terán

Montaje: Álex Gutiérrez, Mauricio Acosta, Ángel Tisalema, en colaboración con equipo Fairis

Confección de cortinas: Martha Córdova

Diseño de vestuario: Juana Arias

Confección de vestuario: Olga Chorlango

Musicalización: Antonio Escobar y Sofía Álvarez

Maquillaje: Karen Menéndez

 Jhonatn Salazar Achig: Comunicador Social de la Universidad Central del Ecuador. Magister en Filosofía y Pensamiento Social en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO Ecuador.

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