El Apuntador

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El voyeurismo Socializado/Santiago Ribadeneira Aguirre

Squash de Ernesto Caballero es una obra sobre el cinismo. El del sistema y el del poder.  Dirigida por León Sierra, con las actuaciones de Ana Lía Borja (Jenny); Daniela Sánchez (Piedad) y Pepe Cueva (Johnny); adjunto a la dirección y dirección de arte Jorge Obando del Estudio de Actores, Squash es una alegoría rotunda sobre el espectáculo del pillaje en el que se solaza una parte de la sociedad. Una suerte de voyeurismo socializado como un intento de ‘llenar el propio vacío con el cuño de las pasiones de los demás’. ¿Estamos hablando de una sociedad perversa además de cínica?

Squash. Ana Lía Borja / JennyDaniela Sánchez B. / Piedad Pepe Cueva / Johnny

La sociedad  no es capaz de verse a sí misma porque no hay imagen más atroz que la de la descomposición. “Bajo la acción del flagelo –se horroriza Artaud– las formas sociales se desintegran. El orden se derrumba”. (El teatro y su doble). Hay un vacío esencial: la verdad se recrea en la mentira; entonces el discurso del poder no tiene otra alternativa que revestirse de un manto de cinismo, señala Milton Benítez. (El susurro de las palabras Subversión, orden, ficción).

Squash. Ana Lía Borja

Jenny (de origen costeño y prostituta) y Piedad (de acento muy serrano), –atrapadas en  estereotipos y localismos innecesarios– buscan trabajo: la primera para ‘dejar la calle’ y la otra para salir de su condición de ‘ama de casa pobre’. La oferta viene de un gimnasio o ‘pista de squash’ regentado por Johnny, el estrafalario entrevistador que va a decidir cuál de las dos se queda con el puesto, después de someterles a una serie de exigencias, tan absurdas como extravagantes. El escenario de la humillación está configurado para que las mujeres fueran observadas detrás de un espejo, por un grupo de adictos a la parafilia social. También se desata la gran metáfora del flagelo con el juego imaginario del squash, seguido de las sucesivas trasmutaciones y el intercambio desesperado de roles de los personajes.   

El proyecto de modernización del capitalismo, nos vendió la idea de que íbamos a vivir en una sociedad de ‘bienestar económico para librarnos de la lucha por la existencia’. Se exaltó la libido de los ciudadanos ante la posibilidad de un ascenso vertiginoso al bienestar que el dinero podría brindarnos. La figura dineraria de la valía personal (B. Echeverría), adquiere dimensiones supraracionales “y ya no importa guardar el pudor, el recato, la ética o la mística”. La cuestión es poder desnudarse en público sin que nadie lo note y pasar de la fetichización al exhibicionismo con absoluta normalidad. Mientras tanto, un sector de la sociedad y del poder se regodea con el ‘pasatiempo’, detrás o delante de un espejo o sentada en la platea de cualquier teatro.

Squash. Daniela Sánchez B. / Piedad Pepe Cueva

Todas las voces repiten lo mismo: la corrupción avanza a pasos agigantados y lesiona las bases morales de nuestra sociedad. El Estado declara la guerra a la peste. En la cota más alta de sus sueños de modernización, el sistema recoge las emanaciones de los contaminados. Ve apestosos por todos lados y es demasiado fácil ‘atribuir la propagación de semejante enfermedad al contagio por simple contacto’.

Aunque no exista el concepto de una verdadera entidad mórbida –sigue horrorizado Artaud– hay formas que el espíritu podría aceptar provisoriamente como características de ciertos fenómenos y parece que el espíritu pudiera aceptar también una peste con ciertas características. (El Teatro y su doble). Los tres personajes descubren el engaño: en los humores de los apestados se materializa el desorden, que equivale, en el caso de Squash, a los conflictos, a las luchas, a los cataclismos de diversa índole y naturaleza vistos por el poder detrás de una obsidiana refractaria. La consigna compartida: destruir el espejo como símbolo de la conciencia o la imaginación. Piedad levanta la pistola (¿de ficción?) que cargaba Jenny en su bolso y apunta al frente, al escondite de los mirones y dice que su destrucción (¿con una bala imaginaria?) recompondría la fisonomía espiritual de un mal que socava el cuerpo social y la vida de una nación.

Squash. Pepe Cueva

La alegoría termina con la misma apreciación del comienzo: el cinismo es el síntoma más sobresaliente de la actualidad. La imagen última se impregnará en la retina de los voyeuristas: hay algo de victorioso y de vengativo en el gesto de Jenny, Piedad y Johnny como si se tratara de un movimiento de destrucción / reivindicación que estaría a punto de acontecer.

Ficha técnica

Obra: Squash de Ernesto Caballero

Estudio de Actores Temporada 2023

Elenco:
Ana Lía Borja / Jenny
Daniela Sánchez B. / Piedad
Pepe Cueva / Johnny

Confección de Vestuario: Atrezzo
Asistencia de Arte: Silvana Vaca D.
Diseño Gráfico: Tadeo Lugo
Fotografía: Jorge Romo
Adjunto a la dirección y dirección de Arte: Andrés Obando
Música: Camino al barrio de Willie Colón; El baquiné de angelitos negros, 1977
Más que nada de Sérgio Mendes
Herb Alpert Presents Sergio Mendes & Brasil '66, 1966
Selva Negra
La Lá
Rosa, 2014
Dirección General: León Sierra Páez

Ernesto Caballero de las Heras (Madrid, España, 1958) es un dramaturgo, director de escena, profesor y gestor de compañía teatral español. Heredero directo de la primera generación de autores y directores de la Transición española, su trayectoria profesional se caracteriza por sumar a su principal faceta, la de director y escritor, un profundo dominio de todos los oficios que constituyen el hecho teatral.​ Merecedor de varios premios y elogiado por la crítica, tanto profesional como del público, fue elegido director del Centro Dramático Nacional (teatro nacional de España) en octubre de 2011. Mantuvo el cargo hasta el 31 de diciembre de 2019.

Ha escrito cerca de cincuenta obras de teatro, casi todas estrenadas, entre las que destacan Squash, Auto, Santiago (de Cuba) y cierra España, Un busto al cuerpo, Sentido del deber, Te quiero... muñeca, Pepe el romano y En la roca.

https://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Caballero_de_las_Heras