El Apuntador

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FRAGMENTOS DE JUNIO, XVII ENCUENTRO INTERNACIONAL DE DANZA / Una mirada fragmentada / Genoveva Mora Toral

Largos seis o siete años han pasado para regresar a una edición de Fragmentos de Junio, este festival que Jorge Parra dirige y que junto a Zonaescena, un grupo de gente que se multiplica para los oficios necesarios en la producción, ha sostenido este festival contra toda política, me refiero a aquella que, está más desdibujada desde que el endeble ministerio de cultura apareció.

Fragmentos…está pensado para la danza y por la danza, y este año ha conseguido tejer una programación bastante completa, cuya potencia me parece que ha estado en las diversas residencias ofrecidas, así como en la muestra nacional de danza.

Comunidad Universitaria y Residencias

 Haciendo una elipsis por sobre todos esos avatares, la presencia de la Universidad de las Artes inscribe un mínimo remanso en la ruidosa atmósfera contaminada y virulenta  del Centro de Guayaquil, donde esta institución se ha ido instalando y agenciándose con espacios muy bellos como el de La Biblioteca de las Artes, Manzana 14, el antiguo edifico de El Telégrafo; ocupa también una parte de las instaciones de El Correo (área que seguramente está a la espera de ser intervenida arquitectónicamente), además de su sede principal; y algo muy saludable e inteligente, desde hace tres años ha hecho alianza con este Festival, como señala Parra, en gran parte gracias a la gestión de Lorena Delgado, quien lleva la dirección de la Escuela de Danza, y entiende lo necesario de esta asociación que ha dado otros aires al Fragmentos…,con un público joven y  uno que otra docente; pero sobre todo, ha abierto la posibilidad de cooperación en las residencias, que en este 2019 contaron con la presencia de varios artistas invitados: Jenny Ocampo, Vladimir Rodríguez y Noel Bonilla con su taller Porque la Danza se piensa; Curaduría Muestra MIVA 2019, Coworking VideoDanza.

Asimismo, importantes y necesarias fueron las clases master dictadas por Ximena Eleta de Gramo Danse (Panamá), Edwin Vargas de Scorporart (Colombia), Evelyn Tejeda (bailarina de República Dominicana), Joao Pablo de Atelie do gesto (Brasil) y Kléver Viera (Ecuador).

Vladimir Rodríguez, quien actualmente reside en Francia; coreógrafo y bailarín fundador de la compañía/colectivo de danza contemporánea Cortocinesis, con la cual desarrolla sus propuestas e investigaciones coreográficas y sistemas de entrenamiento, como ‘piso móvil’ y ‘escritura de movimiento improvisado’.  

Vladimir trabaja desde su propuesta inscrita técnicamente en la etiqueta de “piso móvil”, un sistema que tiene que como soporte el piso y va deconstruyéndose hacia la vertical, donde hay una hipótesis respecto al trabajo con materiales: el cuerpo del otro, el trabajo del aire y el espacio; cuestión que implica proponer al intérprete transitar entre materiales de distinta consistencia y equilibrar su relación. También formula trabajar a partir de su “escritura de movimiento improvisado”, partiendo de que, el trabajo de piso fortalece el cuerpo, admite también al bailarxn como actor de motricidades, “como agentes teatrales tenemos compromisos expresivos para poder llevar a cabo mensajes”, por eso hay todo un trabajo con el sonido propio y externo. Improvisar una escritura en escena conlleva asentar una idea en el cuerpo y en el espacio, trabajar con una serie de capas que se interponen y proponen al mismo tiempo libertad dentro de las premisas dadas.

Jenny Ocampo,coreógrafa, bailarina, docente e investigadora, quien actualmente vive en Berlín.
Jenny aborda su propuesta pedagógica desde un método basado en lo kinestésico (sensación del movimiento) y se adentra en la relación creatividad-cuerpo y mente-. Para ello señala: “trabajaremos concretamente con nuestra atención en el instante, la fluidez, la escucha y la decisión de acción en el momento. Haremos énfasis en la espacialidad y la temporalidad de cada gesto y movimiento, expandiendo el cuerpo en un amplio espectro de ritmos, espacios, proximidades e intensidades. A través de esto enriquecemos maneras de escuchar, percibir y visualizar al improvisar y componer con el movimiento. 

Taller Porque la Danza se piensa Noel Bonilla

En el transcurso del taller se dispone de una actitud explorativa, agudizando lo sensorial, imaginativo e intuitivo, mientras componemos individual y colectivamente en el instante. Trabajamos con los sentidos, bailamos, ponemos énfasis en la temporalidad y lo espacial, la presencia de la música; en pensar cómo transformo el punto de partida en otra cosa… hay un trabajo individual, de dúos, cuartetos y de real colectividad, donde todos trabajamos teniendo en cuenta la relación corporal y con el otro. Existe también una conexión bastante somática en este trabajo que se refleja en la calidad de movimiento, resuelto por cada participante, claro que también hay pautas dadas”.

Poner en escena un proceso educativo es un desafío, primordialmente por dos razones:  

No es una obra terminada la que se ofrece. 

El trabajo responde a unos lineamientos pedagógicos precisos dados para explorarlos y trabajarlos en un tiempo determinado. 

Si la muestra es abierta al público, las expectativas se amplían y, aunque haya una explicación previa, el público generalmente lo recibe como obra. No obstante, quienes lo asumimos como muestra debemos trabajar también en borrar la idea de creación, sabiendo que la creatividad es algo instalado en el paradigma del bailarxn/intérprete; lo cierto es que una Muestra de Residencia está puesta en escena para evidenciar (o no) cómo resolver una realidad escénica en tiempo real.

Cada una de estas entregas dio cuenta, en primera instancia, de trabajo, porque si bien los llamados niveles de cada bailarxn son distintos, se pudo apreciar un logro en cuanto a lenguajes, casi todos asumieron las premisas, evidenciaron, como señala Rodríguez, “las adquisiciones técnicas” y trabajaron con ellas. Tanto desde la premisa de ‘piso móvil’, como de ‘cuerpo pensante’, apreciamos un compromiso de grupo, un manejo de energía muy potente y la capacidad de sostener sus acciones así como la atención de un espectador generoso, porque curiosamente (o quién sabe si por alguna razón que no entendí) en las dos propuestas hubo un exceso en cuanto a tiempo en escena que, desde mi punto de vista, resta fuerza al trabajo y denota ‘esfuerzo’, dos palabras que se emparentan pero que en escena se contraponen, la fuerza de un trabajo está en su potencia, naturalidad y en una sintaxis que fluye, por decirlo de algún modo; el esfuerzo denota un modo de alargamiento innecesario que se refleja en los mismos actantes.  

De todas maneras, es innegable el resultado positivo de estas residencias donde vimos entusiasmo y seriedad, entrega de parte los alumnos que conectaron con la presencia de un público numeroso, muchos estudiantes de la universidad, y me parece que con eso se completa el vínculo y se multiplican inquietudes con relación a la danza y al performer.

DANZA EN ESCENA

 La de ‘afuera’

Performance

No es posible comentar sobre la primera Muestra en Proceso de Jenny Ocampo y Vladimir Rodríguez porque no estuve presente. Asistí a Memorias de una Fauna, un proyecto donde Ocampo plantea adentrarse en la relación cultura y naturaleza, hoy, y ahondar en el efecto y resonancia que tiene este viaje en el cuerpo. El lobby del MAAC, dos de sus exposiciones temporales y una permanente fueron el espacio para este recorrido performático. 

Omar Aguirre

La sala donde se expone la memoria de algunos Desaparecidos, una muestra organizada por la asociación de familiares y amigos de personas desaparecidas en Ecuador (ASFADEC), fue ocupada por Omar Aguirre, quien en una delicadísima intervención mostró que un cuerpo mediante el gesto mínimo y contundente, solamente doblaba ropa (simbólicamente de los desaparecidos) y mediante esa única acción fue capaz de agrandar todo el mensaje que esa exposición tiene como objetivo. Habitarla momentáneamente nos conmocionó y reclamó de nosotros algo más que solo enternecimiento. 

Jenny Ocampo

Territorios en Tránsito, una exposición de artes visuales cuyo eje temático es el reconocimiento fallido de la identidad multicultural de Chile, fue transitada por Jenny Ocampo, quien alcanza un modo de comunión con las esculturas que ahí habitan de manera pasajera, la bailarina también está de paso, pero logra una conexión profunda mediante su cuerpo y comunica sensación de tránsito y desaparición. En su accionar se devela un cuerpo sensible, pensante, abierto a esa capacidad consciente del movimiento, a la forma de apoderarse espacialmente y dejar fluir también la imaginación, transcrita a lenguaje corporal.

Mientras en otra sala de Culturas Ancestrales propias, Jenny Carvajal se sitúa para asir(se) de la memoria, de las emociones que provocan la presencia de un mundo que en alguna medida nos convoca. 

En el escenario convencional 

Gramo Danse, de Panamá, corrió el telón de la Sala Zaruma, en el Teatro Sánchez Aguilar, dirigido por Ramón Carranco, hombre sensible y generoso, quien recibió a los elencos extranjeros y nacionales en las magníficas instalaciones de ese teatro.

Generalmente, por una expectativa instalada culturalmente, se cree que todo lo que viene de otro lado es mejor. No conozco cómo fue la curaduría del Festival, entiendo que entran en juego muchas circunstancias, incluyendo la económica o, en ocasiones juegan sus cartas los videos promocionales, entre algunas causas.  Creo, en todo caso, que este tropiezo lo podemos tomar como una oportunidad para apreciar lo nuestro, porque de esta cartelera, resulta que lo Nacional ha superado altamente en nivel a quienes visitaron los escenarios guayaquileños, y eso es ganancia. 

 Apuntes sobre los amores ridículos da nombre a la obra panameña, un trabajo de grandes pretensiones y escasos logros, tal como ocurriría, a noche seguida, con Ruddur Dance, USA, y sus 5 ‘números’ de danza. Coreografías con presunciones coreográficas llevadas con audacia y harto desperdicio en cuanto a la capacidad de sus intérpretes. No entraré en detalles analíticos porque sería un esfuerzo innecesario enumerar toda esta anti coreografía ¡ojo! no tomar este término como una posición estética, o de resistencia, ni mucho menos. Amén.

Ruddur Dance

Es necesario acotar que el espacio de la escena es un lugar permeable, frágil en muchos sentidos, porque no todo lo que llega cumple con la expectativa, entendiendo de antemano que el campo de la danza contemporánea es un estamento poco conocido para el gran público, no existe una tradición como espectadores en este género, por eso resulta que en trabajos, como el de los norteamericanos, aunque la ausencia de concepto y lenguaje que encaje en esta etiqueta fue visible, no lo es para el gran público que carece de herramientas para discernir sobre lenguajes de la danza, a la que generalmente se la divide entre ballet y danza. Construir un público es una labor compleja y de tiempo. De otra parte, está la cuestión del gusto, indiscutible, cada quien disfruta desde donde puede, no faltaba más, (aunque sabemos también que el gusto es una construcción social y depende del bagaje de cada espectador).  No obstante, lo complejo del tema se da cuando recordamos que el teatro es un espacio para formar público, para afectarlo (en el buen sentido) y si existe la oportunidad de conversar con los hacedores, como en la noche con Ruddur Dance, hay que aprovecharla, enfilarla por el derrotero crítico, evitar reiteraciones banales sobre los modos de hacer danza. La complacencia es una falla, aplausos y sonrisas a una conversación bilingüe -nice- no nos lleva a reflexión alguna.

Evelyn Tejeda

Sin embargo, obras ‘de afuera’ como O crivo -Atelié do gesto-e Imposible explicar,de Evelyn Tejeda, de República Dominicana, revindicaron la mala racha. Tejeda compartió un trabajo impecable en el que pone de manifiesto el cuerpo, ella es todo cuerpo, y con esta insistencia me refiero a su manera de asumir la coreografía. La danza urbana, el hip hop son sus fuentes, su génesis está en esos lenguajes que se deconstruyen en escritura escénica para hablar de una situación, de un momento en la vida. 

Vestida de blanco impoluto su acción se circunscribe a un círculo perfecto, definido por la claridad y color que junto a su vestuario remiten a la asepsia de un espacio de hospital. La música acentúa una suerte de latido artificial y va marcando el pulso y el ritmo que se detiene y acelera; vemos un cuerpo hablante y silente al mismo tiempo, quizás al límite, por eso su lenguaje es de señas, desde los dedos de la manos hasta cada músculo de la cara transmiten sensaciones  que alcanzan un clímax para luego volver a su posición inicial, en el piso, una especie del mundo al revés, con la que abre y cierra su propuesta. 

Atelié Do Gesto o Crivo. Foto Silvia Echevarría El Apuntador

Así como el fantástico GuimarãesRosa lo hace en sus cuentos, ocupando el territorio, demarcándolo con su inefable y poética prosa, melódica y profunda, O crivo(interpretado y dirigido por João Paulo Gross, en escena con Daniel Calvet) arriba a la ‘tercera orilla’, se mese en ‘desenredo’ y a modo de homenaje al gran narrador brasileño, inscriben y escriben con el cuerpo el lugar que imaginamos como el espacio del sertón. El diseño de iluminación, de Henrique Rodovatho, consigue crear la atmósfera afianzado en el sonido suscrito por el propio director. Crivose traduce como tamiz, concepto que lo percibo en la creación convertido en textura hecha de cuerpos, desiertos solitarios que intentan arremolinarse y tejer también una narración más bien sensorial, abierta, que ciertamente deja al espectador con más de una lectura.

Foto Javier Paz

 Curet Performance Proyect

 

¡!No comments!!

 Hasta ahí mi lectura (fragmentada) Fragmentos de Junio

 (Guayaquil 29 de junio-2019)