El Apuntador

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HUELLAS EN LA ETERNIDAD: UN HOMENAJE A LOS ANIMALES / Jhonatan Salazar Achig

La relación entre el teatro y la memoria es compleja y significativa. El teatro, como forma de expresión artística tiene la capacidad de evocar y explorar la memoria de diversas maneras. Hay diversas formas en las que el teatro se relaciona con la memoria, por ejemplo, preservando y transfiriendo historias, mitos, tradiciones y más; una manera de transmitir este conocimiento a las generaciones futuras.

Pero también permite una exploración de la memoria individual, como sucede en muchas propuestas personales. El teatro proporciona un espacio para reflexionar sobre el pasado, comprender las raíces, modos de sentir y de afrontar la muerte también. Muchas veces esta recreación de momentos significativos permite al actor y público generar empatía hacia los personajes y las circunstancias representadas. Al jugar con la estructura temporal, la realidad y la fantasía, el teatro puede desafiar la memoria y el olvido.

Esta discusión con la memoria, su abordaje, su conflicto, fueron temas tratados en tres pequeñas obras presentadas en el Teatro Victoria, las que además tocan argumentos relacionados con el paso del tiempo, la nostalgia y el recuerdo, que se desvanecen en el devenir; Huellas en la Eternidad, nos hablan sobre los animales y los recuerdos, sobre la fugacidad de la vida y la importancia de recordar. Es una obra para que asistir en familia, soñar, recordar y amar. Amar, sin duda, porque como lo anotan: “no sabemos nada de amor si no amamos a los animales”, porque a las mascotas “debemos verlas como compañía y no solo como animales”. Adentrarse en estas obras tiene una consecuencia segura y es la de despertar el amor que tenemos por nuestros animales de compañía, sea que estén presentes o ya hayan trascendido. El homenaje justo que siempre se han merecido en vida y en la memoria.

La casa del fantasma. Isaac Hinojosa y Sandra Beraha. Foto Karolys - Fotografía

La casa del fantasma

Generalmente, cuando escuchamos historias relacionadas con fantasmas, coinciden que las personas temen y huyen. De hecho, es poco probable que si alguien está al tanto de que una casa tiene espíritus piense vivir en ella. En este caso ocurre lo contrario, tenemos a Abequa, una mujer que vive rodeada de fantasmas en una casa muy antigua. Ella, no huye ni les teme. Ella aprendió a convivir con ellos. 

Un día llega Harry, un caza-fantasmas experto, quien conoce todas las formas para atrapar y exorcizar a cualquier espectro. Ambos personajes conversan y van juntos por un inexorable camino para entender a las ausencias que merodean en sus vidas. 

Abequa le explica que ella se queda en la casa porque las ‘apariciones’ que viven en ella se llaman recuerdos. Y aprendió a vivir con ellos, por eso le asegura que hay espectros en todas las casas. Y le explica además que las ausencias llenan al corazón como un globo y que es necesario saber que, cuando perdemos a alguien, pasan a ser un recuerdo.

Harry le expresa a su nueva amiga la pérdida de su mascota y entiende que llegará el momento de desprenderse de esos recuerdos, y ante eso se frustra, sufre. Su amiga le explica que lo que siente es inevitable porque luego las evocaciones se van perdiendo, como en un río hacia el mar, como decir al olvido. Esta obra fue escrita por Juan Pablo Acosta, quien destaca que es la número seis, y cierra un ciclo de escritura, donde obviamente, hay también mucho de sí mismo.

Por el afán de no olvidarla. Carlos Fernando, Iván Acosta, José Miguel Sandoval, Ana Belén Carrera.

Por el afán de no olvidarla

La obra nos sorprende con Janis Joplin en escena, luego, tras la apertura del telón, nos encontramos con un escenario que tiene en las paredes y en el piso muchos globos en forma de perro. Junto a un teclado vemos a David, quien en solitario lamenta la pérdida de lo que más amaba. En medio de su quebranto nos anuncia que debe componer una canción y que no ha podido concluir el trabajo ya que el dolor no le permite.

En su soliloquio hay ideas clave que conducen de forma profunda el relato, como cuando menciona: la muerte se puede oler, en cambio la vida se escucha. Pero ahora no escucha nada, su vida ha perdido sentido. En este cuadro de un loco triste que habla solo, aparece de la nada el compositor Richard Wagner, con quien nuestro protagonista discute sobre música. Su visita tiene un fin y es traer un mensaje desde el más allá, componer música es eternizar el recuerdo.

Llegan después Jim Morrison y Janis Joplin. Ellos, del mismo modo, le incentivan a componer una canción y le comentan sus propias experiencias. Todos ellos tienen algo en común, además de la música y es el gran amor que tuvieron a sus compañeros terrenales de cuatro patas. Le piden a David que al ser una persona que “puede reconocer el dulce sonido de una corchea”, se atreva a algo que ellos no pudieron en vida y es componer una melodía para la mascota que perdió. Ellos en el más allá se reencontraron con sus animales y por ello le traen ese mensaje, le repiten: “hazlo por ella, por el afán de no olvidarla”. Tras el emotivo cierre, tenemos también una pieza musical con la intervención de Morrison.

La memoria es una trenza. Bimbo José, María del Carmen Calderon

La memoria es una trenza

Esta obra nos cuenta la historia de tres hermanas, Kuki, Rosita y Pochocha que viven en el ocaso de su vida, y mientras están sentadas tejiendo, emprenden un viaje hacia sus propios recuerdos. Allí nace un juego con el olvido y el recuerdo para rearmar sus vidas, sus miedos y sus momentos felices donde aparece la compañía de su amado perrito Milo.

Las tres hermanas empiezan con sus palabras y los hilos que se entrelazan para tejer recuerdos. Escuchan la misma música todos los días y ese es la secuencia conductora que maneja sus remembranzas.

Nos dejan frases poéticas en sus reflexiones, “la memoria es un pájaro, es una niña, la memoria es una trenza”, repiten. Como en una trenza, los recuerdos se irán tejiendo y destejiendo a la par de sus sueños.

Su hermana mayor no deja de aconsejarles, y en la escena final hay una despedida conmovedora en donde el recuerdo central de la hermana es cómo les enseño a trenzar. Además, les recuerda que la vida es una sola oportunidad.

Las otras dos obras es son escritas por Greymar Hernández, donde evidencia el lazo entre lo personal y la fantasía, dramaturgia, que no solo refleja y preserva la memoria, sino que también la desafía, la recrea y la celebra de manera de manera conmovedora.

FICHA

Teatro Victoria

Obra: La casa del Fantasma

Texto: Juan Pablo Acosta

Actores: Isaac Hinojosa y Sandra Beraha.

Obra: Por el afán de no escucharla.

Texto: Greymar Hernández

Actores: Carlos Fernando, Iván Acosta, José Miguel Sandoval, Ana Belén Carrera.

Obra: La memoria es una trenza

Texto: Greymar Hernández:

Actrices: Sandra Benalcázar, María del Carmen Calderón y Sandra Beraha.