LA ESCUELA DEL ESPECTADOR. Principio de Arquimedes En el Estudio de Actores
En una sesión de la Escuela del Espectador nos juntamos con el grupo de Estudio de Actores, quienes habían estrenado hace poco tiempo El principio de Arquímedes, obra del dramaturgo español Juan María Miró, para analizar, principalmente, un aspecto que llamó mi atención: el ritmo en la obra.
Esta charla, la generosidad de los actores, director y su asistente, permitió adentrarnos en esta indagación y entender con mayor profundidad las decisiones que se toman a la hora de llevar una obra a la escena, la importancia del trabajo de actores y su entendimiento como grupo. Tomando en cuenta que El principio de Arquimedes es una propuesta que ya viene enlatada, es decir, son aquellas producciones de éxito alrededor del mundo, quizás… porque su autor/director ha fijado la puesta en escena y a ella tienen que avenirse quienes deseen reproducirla.
León Sierra asume la tarea en Ecuador, junto a dos actores que han venido trabajando con él desde el inicio de Estudio de Actores, y Miriam Chicaiza, una actriz joven, que están estrenándose en esta puesta en escena, nada simple, por cierto.
En esta obra se hecha mano de un recurso que es muy usual en el cine, el flash back, que traído al teatro resulta harto complicado, en cuanto tiene que calzar en el ritmo de la obra y darle un sentido, no se diga si se vuelve una especie de leimotiv. La primera vez que lo vemos crea expectativa, pero luego se va desgastando, porque resulta una repetición calcada de la escena anterior sin que tenga una consecuencia en la dramaturgia, pensaría por ejemplo en un cuerpo que diga lo mismo, pero que quizá muestre un cambio de ritmo en el gesto, no lo sé…
León Sierra: Muy interesante lo que planteas, pero hay que hacer algunas salvedades al autor, porque el texto dramático tiene poética, obviamente, como todo texto, pero no es poesía, la naturaleza de la poesía está en la métrica, eso es innegable. Aquí en este texto también hay ritmo, cómo no, pero nosotros, o diré más bien desde la dirección hay una decisión de escapar de esa concepción estereotipada del ritmo, porque en nuestra búsqueda, una de ellas, la concepción del personaje a través de acciones transformadoras, que además sean paradigmáticas, y más allá de eso hay una segunda búsqueda sabiendo que hay una estructura de la obra, nos permitimos jugar con el ritmo.
Veamos lo que ocurre en el cine, hablemos de Memento, rompe la línea narrativa, empieza la información de atrás adelante, como ocurre en esta obra, excepto en las escenas seis y cuatro. En lo audiovisual el espectador se puede preguntar, ¿lo volvieron a filmar o es una copia, es rebobinar simplemente? porque es tan perfecto que dices ¿lo vi? ¿Sucedió?
En nuestra puesta no hay una obsesión, ni de la dirección, ni de los actores por una repetición milimétrica. La escena de los malabares, por ejemplo, es contingente, jamás la repetición va a ser igual, entonces la mirada del espectador se desplaza fuertemente, porque no es el mismo tono de voz, ni la exacta acción, pero tampoco hay la voluntad de hacer un cambio en la iluminación cuando se da la repetición, porque los flashs backs le pertenecen a la otra escena.
Carlos Páez: lo que dices del cine es verdad y tiene que ver con el cambio de plano que le confiere frescura a la escena, en el teatro no es posible conseguir eso, asumiendo esta incapacidad veo que aquí sí sucede algo, y es que las palabras se resignifican. Las palabras al estar rotas al comienzo, al ser fraccionadas quedan como preguntas. Y cuando se da la repetición y vuelvo a escuchar esas preguntas, sé que el espectador puede empezar a contestarlas.
La obra propone un suspenso, que tiene que estar en el ritmo y la acciones, sin embargo, desde el inicio sabes o intuyes el final, de modo que quienes deberían tener control de eso, son los actores y su ritmo.
Diego Coral: No sé si el tema de la anécdota esté resuelto, no creo que todo el mundo intuya el final. Me atrevo a hablar por J.M. Miró, creo que una de las razones para este artificio puede ser hacer entender al público la anécdota, con el suspenso, creo que los pedazos que ser repiten ayudan a resolver preguntas argumentales que sí se van resolviendo.
Y, por otro lado, es difícil hablar desde adentro, pero como la obra está planteada como repetición y se tiene la imagen del cine, uno dice tengo que hacerla igualita y en es eso te frustras un poco, pero luego, y tal vez sea muy sutil, creo que sí le vas otorgando otro ritmo, otras lecturas, otro tipo de conexión.
No hay duda en esto, no me refiero al texto sino a la puesta en escena, quiero hablar de la puesta en escena, del ritmo escénico que ustedes deciden, en ese ir y venir del tiempo, no espero que me resuelva la anécdota, sino que sea una herramienta teatral que me va a llevar a algún lado, y no me lleva, porque siento que se desgasta esa mecánica.
León: José María me va a joder, pero creo que él jugó con este boom de la fragmentariedad, se dijo “cómo que no podemos hacer una obra con siete clímax”, porque la repetición no es tan sencilla en la escena, dos escenas arrancan con un flash forward, y la escena seis termina con un flash back. La mejor de las intenciones que tuvo el dramaturgo fue salvar la anécdota.
En esta experiencia he visto que hay dos tipos de espectadores: el inteligente me ha dicho la obra es demasiado larga por las repeticiones, y el otro que dice que es perfecto. Creo que tiene que ver con la velocidad de lectura.
Ustedes tienen plena conciencia de que querían ese ritmo…
Gonzalo Estupiñán: Entiendo en línea generales lo que te dejó inconforme, pero el texto es así, el rato de repetir intentamos que las acciones sean iguales, pero cuando me dices que esas repeticiones deberían llevar a otro lugar, ¿a otro sitio que no tenga nada que ver con el argumento?
No, no esperaba que me cambie nada de la anécdota, sino que, en esa acción teatral pase algo, de pronto haya un aceleramiento del gesto, porque teatralmente la repetición genera expectación
León: Soy consciente de que somos los actores que somos, y que estamos viviendo una maduración como actores en una línea estética que me gusta. Miriam está estrenándose y da cuenta de este ritmo. Ahora, yo soy consciente de que la obra va a generar otro tipo de relaciones entre nosotros y con el texto. Y también hay un proceso de maduración que no le pertenecen al director.
Pero si le pertenece al director ciertas decisiones, relacionadas con este ritmo interno del que estamos hablando, siento que esta mujer -Ana- tiene la misma intensidad desde que aparece hasta que se va, me hacen falta matices y eso tiene que ver con el ritmo. Incluso la configuración del personaje, porque ella es muy joven y representa a una mujer madura, entonces vemos un cuerpo con una potencia y un ritmo que no encaja con el personaje. Además, hay una mecánica en los personajes y es que siempre entran de la misma manera, incluso las acciones cuando cogen las cosas, como espectadora sé que viene y empiezo a aburrirme. Recuerden que un personaje trae una historia en sí mismo.
León: la peor enfermedad del actor, la peor, es la anticipación
Lo que me preguntas es, cuáles son los modelos que construimos, los tipos y los arquetipos, y eso es interesante… cuando construyes un arquetipo quieres romperle al público el modelo que tiene del señor que tiene que estar vivo en cada tono de voz. No podemos caer en el públicotropismo, nos hacemos responsables de nuestra responsabilidad. Sabiendo que hay una parte de responsabilidad del actor a la hora de componer el personaje.
De acuerdo, y vuelvo con mi tema del ritmo, ya hablando de estos personajes que juegan mucho con eso de entregar y quitar información, es ahí es donde se reclama un gesto que entregue más allá de lo obvio. Porque en esta especie de linealidad solamente se matiza con el grito.
León: No es una justificación, somos una compañía joven y lo digo siempre a mis actores, tenemos que pensar así, siempre tenemos que aprender. Precisamente hablábamos de esa escena de Miriam en la que hay un diálogo sustancial cuando ella le cuenta el sueño, y luego pasa a hablar del hijo, insistíamos…hay que darle ritmo, tiempo…
Gonzalo: llevamos cinco semanas, y hablo personalmente, creo que el material está vivo y todo el tiempo está la posibilidad de mejorar. No creemos que en el estreno se logra lo propuesto, yo soy sensible, trato de ser autocrítco, hemos tenido funciones de todo, pero la estructura es lo que es. No podemos detenernos demasiado en cómo fue la última función, la obra ha cambiado, hay que pensar en la que viene. Reconozco lo que tú mencionas y esto no quiere decir que vayamos a descomponer la estructura, pero sí, a mí me llevará a probar otras cosas este viernes, porque también de esto se trata, sin que escuchemos a todo el que nos putea, jaja
Ficha técnica
Obra. El principio de Arquimedes
Actores: Gonzalo Estupiñán. Héctor
Diego Coral, Rubén
Miriam Chicaiza, Ana
León Sierra, Padre
Asistente de dirección y producción: Carlos Páez
Iluminación: León Sierra
Vestuario: Estudio de actores