El Apuntador

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La place de la danse/ Genoveva Mora Toral

Las sincronicidades en el universo son oportunidades, en el 2018 Charles Vix, director en ese momento de la Alianza Francesa-Quito, propone a Josie Cáceres hacer una alianza para traer La place de la danse, Vix realiza todas las gestiones necesarias con Corine Gailard , directora del Centro de Danza Contemporánea en Tolouse; la CNDE pone su elenco, su espacio y todo el apoyo necesario para este encuentro dancístico.

Les Sisyphe. Coreógrafo Julie Nioche Compañía Nacional de Danza /Plaza de la Danza 2020. Foto Archivo El Apuntador

Los colegas franceses presentan algunas propuestas de coreógrafos para la primera muestra en el 2019, se elige a Silvain Huc, con un trabajo de movimiento que interesó a Cáceres y a los bailarinxs. Huc un coreógrafo muy entregado, quien con la ayuda David Guasgua -coreógrafo- como traductor, consiguió una estupenda conexión con los bailarines de la CNDE, Nupcias fue el resultado, con derivaciones que decantan hasta hoy. 

Nupcias /coreógrafo Sylvain Huc/ Compañía Nacional de Danza . Foto Gonzalo Guaña

En el 2020 se hace una curaduría de estéticas danzadas en la CNDE, en ella participan varixs coreógrafxs ecuatorianxs; como Sofía Barriga, Jorge Alcolea, Kléver Viera, Gabriela Paredes, Javier Delgado junto a Colectivo Zeta; de lxs dos últimxs participantes serán parte de la edición de ese año, se presenta en el Teatro Capitol, Solo el amor nos sostiene… ¿o es la rabia?, Nuestra señora de las Maricas; junto al trabajo de la francesa Julie Noiche, Sísifo.

El año 21, a pesar de la pandemia, y de la lamentable decisión por parte de un funcionario del gobierno saliente, encargado de mover piezas para asegurar continuidades (fallidas), sacó de la dirección de la CNDE a Josie Cáceres; sin embargo, ya todo estaba organizado, así que la danza siguió llenando ‘la plaza’, los bailarines haciendo lo suyo. Debido a las restricciones del tiempo fue una muestra mixta: presencial y online, el elenco de la Compañía bailó Nadie nos mira, de Milena Rodríguez y se volvió a presentar Sísifo de Julie Nioche, y en el Cine 8 y medio se proyectó la obra Press, de Pierre Rigal. Asimismo varias obras se presentaron en Cuenca y Loja.

En este 2022, La Plaza de la danza volvió a la escena ecuatoriana, apoyada por los aliados de siempre: El Centro Nacional de danza contemporánea de Toulouse, La Alianza Francesa de Quito, Cine 8 y medio, Fundación Teatro Sucre y Compañía Nacional de Danza del Ecuador.

Ana María Palis, María Luisa González, Christian Massabanda y Josie Cáceres. Foto tomada de la página de Facebook

El encuentro inició hablando desde “La experiencia de los cuerpos que danzan”, coloquio dirigido por Ana María Palis, coordinadora académica de la carrera de danza en la Facultad de Arte de la Universidad Central, en él participaron María Luisa González, Christian Massabanda y Josie Cáceres:  la idea fue hablar de la experiencia dancística personal, de cómo se logra producir y realizar obras.  Cáceres y Massabanda hablaron desde la intimidad del bailarín-coreógrafx, de cómo esa danza se vuelve cuerpo, amén del conocimiento y la teoría. María Luisa desde su vasta trayectoria amplió su mirada, con un leguaje más ortodoxo sostenido en su conocimiento. Todo esto frente a sus pares y a un atento público de estudiantes que no escatimó en preguntas que recogían todo tipo de inquietudes: en cuanto a técnica, posición creativa, cuestionamientos como artistas y también en referencia a lo teórico y político; preguntas a sus antecesores y, por supuesto, a la carrera de danza en la Universidad Central; entre los muchos temas que coparon la charla.

Y a los tiemposssss danza en vivo

La noche en la CNDE, en su teatro, fue de re-encuentro, marcado por la emoción de volvernos a ver, de saludar, a ratos de descuido con abrazos y emoción, y cuando la cordura nos recordaba que estamos en pandemia, formalizando el abrazo con ese extraño toque de puños; en todo caso, fue la constatación de que estamos vivos, la oportunidad para agradecer a la vida y elevar un recuerdo para aquellxs que partieron.

Vanessa Moncayo Urgilés, Jessica Lisbeth Pozo Caiza, Ana Lucía Medina Chablay, Magaly Llumipanta, Nicole Reina Bastidas, Andrea Elizabeth Pinenla Aguirre, Rebeca Katherine Matute Torres, Nicole Lema, Sade Chala. Foto: Silvia Echevarria Archivo El Apuntador

¿Qué significa ser mujer?

Es la pregunta que motiva a pensar, a crear este discurso elaborado con el cuerpo, Sandrine Maisonneuve, lo interpreta. Sin embargo, y lo interesante es que antes que a ella hemos visto a un grupo de mujeres ocupar las salas, el hall y el patio del edificio, hablando de este tema, haciéndolo desde sus particularidades pero al tiempo atravesando una misma línea de acción; atendiendo a una consigna, respondiendo a la pregunta dada, muy compleja, lo sabemos, y al mismo tiempo reductora, porque hay que partir aceptando que está dirigida a un segmento de mujeres occidentales; alude por su puesto a una imagen, aquella casi mercantil que encasilla a mujer y le pide cumplir ciertos requisitos para serlo y evidenciarlos en su gesto (social). Cuestión que, aunque lo definamos en una oración, es materia de largos análisis. Ser mujer resulta, bajo esta exigencia, no solamente una carga, sino que va convirtiéndose en una suerte de construcción de personaje, todas deben transitar por una misma línea, asumir un vestuario más o menos similar y armarse de máscaras que las vuelvan aceptables.  Por eso resulta confrontador verlas asomar en las distintas salas, en el pasillo, ‘hablando’ en primera persona, con sus gestos propios, instándonos a mirarlas como son, no como bailarinas, que también constituye un rol y una imagen, de modo que verlas vestidas con ropa casual, cada una con su ‘facha’, como diríamos en buen ecuatoriano, que no es lo mismo que ‘hecha una facha’ (¡ojo! Nada tiene que ver con fascismo), exponiéndose al público, mostrándose en su condición de mujer más que de bailarina; de hecho, tienen que pasar unos cuantos minutos para comprender su estancia, para irnos adentrando junto a ellas, como mujeres, mirándonos por un momento y sintiendo que es todo un ejercicio, de vida diría yo, adquirir un gesto propio. Su presencia va tomando fuerza en el espacio abierto, sentimos sus voces, dichas, claro está, desde el cuerpo; las vemos juntar energía, crecer, desafiar; pero sobre todo tomar consciencia y decisión para ir des-haciendo roles, para intentar vivir y bailar desde su propio tiempo y espacio corporal.

Dejamos este escenario donde Nadinka Flores Sierra, Vanessa Moncayo Urgilés, Jessica Lisbeth Pozo Caiza, Ana Lucía Medina Chablay, Magaly Llumipanta, Nicole Reina Bastidas, Andrea Elizabeth Pinenla Aguirre, Rebeca Katherine Matute Torres, Nicole Lema, Sade Chala expusieron lo asimilado en el taller con Sandrine Maisonneuve.  y entramos al teatro…

Que du Bonheur / Que des Bonheurs/Sandrine Maisonneuve. Archivo El Apuntador

Pasados uno minutos, al iluminarse el escenario está una mujer vestida formalmente, por su puesto que nada es casual, aunque a primera vista nos parezca, su falda amplia, pero de una textura tiesa, no cae, está; su chaqueta negra cubre la blusa, de por sí, más amigable, y dentro un brasier que en algún momento lo desechará; y claro la mujer está expuesta, incómoda… empieza a moverse, más bien dicho a deslizarse de un lado al otro,  asumimos que ‘algo’ va a pasar mientras ella continúa su movimiento horizontal marcado por el ritmo que de un metrónomo que, sin compasión, sonará durante los treinta y más minutos que dura esta pieza donde no hay historia que narrar, tan solo un gesto; como diría Brecht, un gesto social en el que ahondar, porque sucede que esta propuesta performática tiene mucho de brechtiana, sí, conmina al espectador a atenderla, a pensar; nos incomoda porque hemos entrado en su juego, sabemos que es una acción escénica en la que, al mismo tiempo estamos dentro y fuera, la sentimos en nuestra piel, nuestra respiración va adquiriendo el ritmo de la performer, nos agitamos y sostenemos en esa potencia de la intérprete; vamos percibiendo los minutos que transcurren y no podemos dejar de pensar en la voluntad de Ella para sostener el discurso, para irlo decantando en el cuerpo, en la mirada; porque en ese ir y venir podemos leer etapas de mujer: regia, de pasarela, de sonrisa ‘miss’, de miedo escénico, de rebeldía, provocación y, principalmente, constatamos una presencia rotunda a pesar de ese desmoronamiento que vemos llegar, que no necesariamente es una derrota, es, al contrario un triunfo, una liberación, una vuelta al origen, que celebramos junto a Sandrine Maisonneuve.

Ven y bailemos de nuevo/ El Pez Dorado. Foto A. Apuntador

 El penúltimo día del Encuentro, después de escuchar a Corinne hablar sobre cómo funciona y se subvenciona la danza contemporánea en Francia, sus políticas, y este nexo establecido con Ecuador, donde desafortunadamente seguimos en estado emergente en cuanto a políticas, pensamiento que se desvanece gracias a la propia danza, porque al salir de la charla apreciamos dos pequeñas y enérgicas piezas Ven y bailemos de nuevo, de El Pez Dorado, interpretado por Juliana Zúñiga y Melissa Salinas, quienes juegan con la forma, pero también con el vacío, de eso va la pieza, qué hay detrás de esto que vemos, qué esconde la acción, ¿cómo renovarla? Para eso hay que matarla y empezar nuevamente.

Lo muy bello y lo muy bestial .Darwin Alarcón y Lizeth Samaniego. Foto Gonazalo Guaña

Lo muy bello y lo muy bestial, una propuesta de la coreógrafa coreana Ji Eun Lee y Darwin Alarcón, intérprete también, junto a Lizeth Samaniego. El nombre trae a mi mente la impecable novela de Kawabata, Lo bello y lo triste, me atrevo a decir, guardando las distancias, que sobre, algo, de esto hablan estos dos personajes: las relaciones humanas que alcanzan la categoría y la belleza de la tragedia griega, que en esta propuesta la vuelven tangible, exponen el lado oscuro de lo humano, el conflicto ético, el mal amor y todos esos estados que llevan a la gente al límite, a la locura, al femicidio.

 Una danza macabra en toda su expresión -aunque en contrapunto suene Oda al nacimiento de la Reina… de Handel-; fulminante por el virtuosismo de los bailarines,  y porque nos conmovemos con ese cuadro que es parte de los noticieros del país, publicitado como crónica roja y no como tragedia que en la realidad se repite día a día.

Foreing guest, Compañía Nacional de danza. Foto El Apuntador

Foreing guest, cerró La Plaza… con coreografía de Alexis Jestin, “un nuevo capítulo del proyecto ‘Look What The World Did To Us’, para el elenco de la CNDE. Así con mayúsculas, así de grande ha sido esta pandemia que todos conocemos y la hemos vivido para contarla. Cada mujer y hombre la ha sufrido de distintas e impensables maneras, la hemos sentido cercana y por eso la capacidad de hablar sobre ella; porque así somos lxs humanos. Hoy vivimos otra guerra, la de Rusia contra Ucrania, una tragedia puesta a un público diverso: conmovido pero incapaz de intervenir; aterrado de que se extienda al escenario del mundo; Un despropósito promovido por un personaje (y su séquito), defendido por un Héroe (y sus pares). Una vez más ¡un desvarío del poder! Y acá estamos, incapaces de sentirla a flor de piel.

El Covid 19 lo vivimos todxs, los artistas, los trabajadorxs de la cultura (que no son indispensables para ningún plan económico) se quedaron sin oficio, en el encierro sus cuerpos obligados a permanecer en un solo sitio; igual que lo producido por esa violencia (aparentemente pasiva) de un régimen como venezolano (como muestra) que obliga a ‘moverse’ lenta y estrechamente a sus ciudadanos, sumiéndolos en un primer momento en una suerte de parálisis; trae al presente aquella frase atribuida al gigante Galileo: “y sin embargo se mueve (n)”.

El proyecto de Jestín, el coreógrafo francés que indaga y traduce a movimiento lo que sucede en los cuerpos sometidos al encierro y la exclusión social, es el motivo y parte de Foreign Guest, compuesto de 2 movimientos:

Archivo El Apuntador

Cuerpos, susurros gritados en colectivo, un video de los bailarines de la CND, que capta momentos durante el aislamiento, enfoca espacios encontrados para sentir la danza, donde cada quien descubre desde su rincón, en la esquina de una planta moribunda, o desde la ventana que mira siempre el mismo paisaje; desde el café que no termina; el parque solitario, el callejón vacío, el vasto malecón, la terraza seductora al vértigo; espacios y sensaciones traducidos a bellísimas imágenes que, finalmente, nos hablan de la conciencia de vivir.

“mi cuerpo me cuenta historias vividas”, “me cuido como un acto de amor”,

Imágenes rotundas donde, sin embargo, la palabra cobra vida, salta para decir, para verbalizar, para dejarse oír y para que imágenes y voces se graben en la memoria. Como dicen ellos “que la voz nos toque y nos trastoque”. Recurso que evidencia cómo en situaciones límites un solo lenguaje no alcanza para expresar lo vivido y aflora la urgencia de conjugar palabra y cuerpo.

Foreing guest, Compañía Nacional de danza. Foto El Apuntador

Sinfonía susurrada a gritos

Es el re-encuentro colorido y celebratorio por los personajes que han regresado al escenario; ellxs en una suerte de rito acompañados de música coral en clave de ritmos distintos y similares al mismo tiempo, porque todos marcan una percusión constante que invita a los intérpretes a entrar en el ritual. De hecho, así lo sentimos, un ritual donde cada quien entrega lo suyo, lo conocido y, de rato en rato, escapan de su zona de confort para sentir, para probar otro código de danza, cuestión que ‘llama’ al espectador y nos preguntamos qué implican estos quiebres, y enseguida viene a cuento el tema del encierro y también de la expulsión, factores que obligan a buscar formas nuevas, lenguajes diferentes para estar a tono con lo desconocido. Así, en esta ceremonia vehemente y repetitiva, repleta de susurros y gritos dados con los cuerpos, porque aquí la intensidad y la potencia está en ellos, podemos ir leyendo también silencios.  La frase forzada, salida de tono con cuerpos rígidos no es gratuita, invita a interpretarla desde aristas diversas: cansancio, prueba-error, renovación, el concepto de lo bello en danza, ruido, en fin. En dónde está la armonía de un grupo, ¿en la igualdad? En el unísono o la disparidad, en la obediencia o la crítica. ¿Es más fácil moverse solx o en colectivo?  De todos modos, el tiempo transcurre, días y noches se alternan al infinito, las estrellas brillan a su tiempo, los cuerpos mudan, resisten…son ínfimas piezas en el universo absoluto.

Ficha técnica

Coreografía: Alexis Jestín

Música : Dilemma

Vestuario : Carlos Huera Vera 

Interprétes: Darwin Alarcón, Cristian Albuja, Luis Cifuentes, Fernando Cruz, Marcelo Guaigua, Zully Guamán, Sisa Madrid, Christian Masabanda, Franklin Mena, María José Núñez, Lizeth Samaniego, Yulia Vidal, Catalina Villagómez y Eliana Zambrano.