La plaza de la danza/Genoveva Mora Toral
La place de danse es un festival que ocurre hace más de 15 años en Tolousse, en este febrero y gracias al esfuerzo de Alianza Francesa , y como dice Josie Cáceres, “a la complicidad de la Compañía Nacional de Danza”, se ha llevado a cabo una réplica con seis eventos que se presentaron en tres salas.
Su inauguración fue en el escenario del Teatro Nacional Sucre con Nupcias, una obra dirigida y coreografiada por Sylvian Uc, el historiador y antropólogo que un día desvió su quehacer laboral hacia la danza, gracias a una obra de la famosa Anne Teresa de Keersmaeker.
Nupcias
A veces, al asistir a una propuesta de danza contemporánea ocurre que sales, como en el caso de Nupcias, tocada y pensando en ese discurso dicho desde el cuerpo y, cuando quieres trasladar esas sensaciones al papel la tarea se vuelve demandante porque, en buena medida, se trata de racionalizar un hecho estético, una serie de sensaciones, cuya principal fuerza está en lo no dicho, en lo sugerido.
Arriesgo la lectura empezando por el nombre de la obra, Nupcias, que por supuesto, ya sabemos a qué nos remite, de manera que el prejuicio se instala con naturalidad. Sin haber leído el programa de mano, un ejercicio que lo hago a menudo, creé mi expectativa: seguro que va a jugar con el significado de nupcias: parejas, maridajes convencionales, estrambóticos, etc. mas, resulta que el camino era muy distinto, Uc hace un viaje de celebración, de encuentro con los bailarines de la CNDE: Darwin Alarcón, Cristian Albuja, Luis Miguel Cajiao, Luis Cifuentes, Vilmedis Cobas, Camila Enríquez, Zully Guamán Marcelo Guaigua, -,Christian Masabanda, Sisa Madrid, Franklin Mena, María José Núñez, Lizeth Samaniego, Yulia Vidal, Catalina Villagómez y Eliana Zambrano y, David Guasgua de Dirección en ese trayecto se adentra en las preguntas: qué implica una relación de grupo, cuándo se conforma como tal, qué tiene que ocurrir dentro para que así sea; es decir, estar, trabajar y crear en grupo implica una decisión, una serie de renunciamientos; un modo de aprendizaje individual y colectivo.
La obra está estructurada en seis momentos, el primero podría ser el encuentro, el momento del entusiasmo que, pasados unos minutos va cayendo en un largo silencio (corporal, si es que ese silencio existe), que podría interpretarse como la llegada a un espacio desconocido del que ya no hay salida, y en el que, poco a poco intentarán habitar, sentirlo y, desde esa calma -momentánea- emprenden una especie de ritual que se abre con la acción de sembrar el cuerpo, de sentir que los pies funcionan como una especie de raíz, hombres mujeres árbol que al ritmo del temporal se balancean, larga…muy largamente, mientras un trío, pareciera continuar en la búsqueda de un espacio que los acoja. En un tercer momento el grupo va aligerando el ritmo, la atmósfera se condensa y los cuerpos empiezan a rebotar de manera uniforme y al tiempo, mientras la música marca un bajo que pareciera obrar como la gravedad que los atrae, en tanto que unas notas agudas entran en contraposición, e imagino que hacen la acción contraria y, en esa especie de contratiempo se mantienen obsesivamente hasta que grandes luces encandilan la escena y también al espectador. Vale señalar que la iluminación -Gerson Guerra- incide fuertemente en la acción, especialmente al final de la obra, cuando se torna agresiva e impide la visión, así como su pertinencia cuando oscurece casi totalmente la escena y consigue que el espectador cuando ya no puede distinguir ese caos interior se sumerge a través de la mirada en esa atmósfera de confusión y euforia.
El sonido se rompe y da paso a un cuerpo que se ubica en el centro y empieza a girar, girar… girar… girar, acción a la que se van sumando el resto de bailarenxs para, nuevamente, cambiar a una acción lenta, otra vez los pies en la tierra y torsos que giran de un lado al otro hasta caer en el furor de la oscuridad: el caos; los cuerpos se desordenan, se desmadejan, levantan, revolotean, contonean hasta que los envuelve una penumbra que, a ellos y a quienes hemos entrado también en el viaje, nos acoge y nos calma, nos permite tomar aliento…
Toda esta descripción para recalcar que el ‘viaje’ de este elenco ha sido diferente y, aunque en el año anterior también tuvieron experiencias diversas, Nupcias se suma a esa serie de riesgos que me parecen necesarios en una compañía institucional. Nupcias está sustentada en un minimalismo, que remite a la década de los sesenta y más adelante cuando en el, hoy mítico Judson Dance Theatre de Nueva York, se cuestionaba y se proponía maneras diferentes de ocupar el espacio a partir de una geometría particular.
La propuesta es romper, es obviar lo conocido, tanto conceptual como físicamente, y por supuesto que el reto se extiende al espectadxr, porque lo predecible se esfuma y en esa espera de ‘ver’ o ‘saber’ a dónde van o qué historia van a tejer, va renunciando la expectativa y terminas inmerso en un inesperado periplo. Si a los bailarinxs les costó entrar en la propuesta (así lo comentaron algunxs con los que pude hablar), también al espectadxr, porque ingresar al ritual, abandonarse a la sensación y al tiempo a la obligación de permanecer sentadxs, fue toda una provocación, un cuestionamiento a la manera de habitar el teatro y la escena.
Asistente de dirección: David Guasgua
Música: GAS
Iluminación: Gerson Guerra Vestuario: Lila Penagos
Imagen fotográfica/Diseño: José Toral
Registro fotográfico: Gonzalo Guaña
Y en esa misma línea, me refiero al desafío, se situó el discurso corporal y verbal de Noé Soulier -el tercer día de programación- una meta danza, un trabajo centrado en explicar y reproducir a través del cuerpo cómo el movimiento se define en las prácticas coreográficas. Debo decir que, para mí, el idioma fue una enorme barrera, si bien hubo traducción, el desfase entre el ojo que lee y el ojo que mira -al performer- agregado a esto la pretensión de transcribir al español y entender de manera simultánea los dos lenguajes se tradujo en impotencia; ergo, hay que aprender francés; afortunadamente la danza es lenguaje universal y queda siempre el deleite de una sintaxis posible de disfrutar.
Camila Enríquez y Cristian Masabanda abrieron esa noche dirigidos por Cristina Baquerizo y Oscar Santana, con En estado de, dos bailarines que casi al unísono escriben una suerte de poema corporal, cuyas estrofas a momentos riman de manera precisa y otros recurren a la repetición, a la simultaneidad, dos cuerpos que armonizan y deleitan con un movimiento limpio y riguroso. En tanto que Zuly Guamán en Al pie de la letra -dirigida por Luis Cifuentes- propone una pequeña narración que habla de estados de ánimo y de tiempo, de cambios para llegar a mirarse interiormente.
La segunda cita se dio en la CNDE, con La gira mundial de danzas urbanas en 10 ciudades, una conferencia de danza muy particular, protagonizada por Ana Pi, quien con una personalidad desbordante y admirable seguridad escénica consiguió, no solo interesarnos, sino cautivarnos y, principalmente, recordarnos que la investigación es clave en el arte. Ana narra su encuentro con el Krump en Los Ángeles, el Dancehall en Kingston, el Pantsula en Johannesburgo, el break dance en Japón y New York, donde también hablita el Hip-Hop y el Voguing, el House en Chicago, o en la distante Angola donde nació el Kuduro; así también el Dubstep en Londres, para terminar con el Passinho nacido en Río de Janeiro; lo hace desde una carismático discurso oral que va más allá de la anécdota para centrarse en los motivos de la aparición de cada uno de estos lenguajes que, por supuesto, responde a un entorno social y político; habla también desde su cuerpo que impregnado de esta experiencia revierte en memoria viva, porque su estar en escena trasciende lo performático para transformar el espacio y afianzar su discurso con un posicionamiento político, colocarlo como una pregunta al sistema y, por qué no, también a los artistas de la escena.
Aunque no fue posible asistir al último evento, Let’s folk!, aprecio esta programación que cumplió con más de un objetivo y consiguió, en primer lugar, colocar en la comunidad dancística y público más de una inquietud, a nivel corporal y conceptual.