El Apuntador

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La voluntad de las marionetas/Mario Maquilón

Reseña de Rarewalk, de Elías Aguirre, en Fragmentos de Junio 2022 Crear ESTRUCTURA, es decir: huesos, para que el FANTASMA exista.

Gonçalo M. Tavares

La interconectividad es uno de los rasgos fundacionales sobre los que se ha instaurado el mundo. Así mismo, la influencia de los entornos en el comportamiento y experiencia fenomenológica de las criaturas sentientes se ha constituido como una piedra angular en la exploración de las dinámicas sobre las que se desarrolla la vida. Naturalmente, la injerencia del os ambientes no se limita a aquellos físicos y tangibles, sino también (y en muchos casos especialmente) a las esferas impalpables del pensamiento y la emocionalidad; las cuales, como bien todes hemos podido experimentar, tienen la facultad de convertirse en lugares.

Foto: Juan Carlos Castro

Estas temáticas son abordadas por Elías Aguirre, bailarín, coreógrafo, fotógrafo, artista plástico y audiovisual cuya obra Rarewalk abrió el XX Festival Internacional de Danza Fragmentos de Junio 2022; la presentación tuvo lugar el 21 de mayo en la Sala Experimental del Teatro Centro de Arte de Guayaquil. A través de esta pieza Aguirre indaga en la condición humana a través de un fenómeno biológico particular: la parasitación e invasión del cuerpo de hormigas por parte del hongo Cordyceps, el cual controla su cerebro, cuerpo y movimientos, obligándolas a trepar a lugares altos para recibir luz solar. De esta forma, el fungi intruso las usa como receptáculo para su crecimiento y reproducción. Consecuentemente, en esta propuesta se evidencia el interés del autor por los insectos y por la “naturaleza invisible”.

El inventario corporal de Rarewalk presenta movimientos percutivos e intermitentes, alternados como secciones de flujo y expresividad. En esta amalgama emerge el encuentro entre danza contemporánea y urbana, junto al teatro gestual, vertientes claves en la carrera de Aguirre. Estos recursos le otorgan las herramientas necesarias para poner en escena un cuerpo que parece manipulado por fuerzas y agentes más allá de la percepción: una marioneta a la merced de aquello que se mantiene oculto. Ni siquiera los hilos son visibles: el cuerpo es la única evidencia.

En este sentido, la idea de control (o la ausencia del mismo) recorre transversalmente esta obra. Por un lado, el que ejerce el medio en el devenir de una existencia, ya sea a través de las condiciones del medio ambiente, la disponibilidad de recursos y el acceso a diferentes vivencias, mientras que por el otro, está la internalización de lo exterior y su ajuste acorde a diversos esquemas mentales y afectivos, lo que a su vez condiciona el accionar de quien o aquello que los lleva consigo. En una tercera capa, y ya en una dimensión meta, está el control muscular desarrollado por el bailarín para plasmar, precisamente, la ausencia de control.

Foto: Juan Carlos Castro

Este dominio faculta a Aguirre para enfocar su energía motora y locutiva hacia secciones específicas de su cuerpo. Memorable es, por ejemplo, la forma en que el bailarín usa su espalda, una de las áreas más extensas de la anatomía, y que aparentemente no presenta mayores accidentes geográficos. Sin embargo, Aguirre convierte la suya, a través de movimientos firmes y matemáticos, en un intrincado escenario abundante en quebradas y desfiladeros que proyectan sombras en su piel, las cuales en conjunto casi parecieran transformarse en grafías. Y sobre todo ello, los omóplatos coronando esta turbulencia morfológica.

En la proposición minimalista (pero intensa) de Rarewalk, destacan dos segmentos de ramas que el intérprete integra de diferentes maneras: como accesorio a su vestimenta, como interlocutoras y como extensión de su cuerpo, incluso como alas. Estos elementos recuerdan acaso al sistema nervioso, el andamiaje eléctrico que llevamos bajo la piel y que se conforma en la vía de transmisión de nuestras intenciones, deseos y miedos, y de las acciones que ejecutamos movidxs por sus impulsos. Nervios que brotan, y que bajo otras perspectivas son raíces que salen del cuerpo para enterrarse en el aire. O también, caudales que confluyen desde el entorno hacia la criatura receptora. Así, el cuerpo surge como axioma de las narrativas del mundo y como agente catalizador de todas las historias que lo envuelven. Aguirre sumerge su existencia en la máxima del cuerpo como representación de la convergencia; la corporalidad como escena: en la carne se cristalizan las ficciones.

Así, tras la apertura que significó Rarewalk de Elías Aguirre para el Festival Internacional de Danza Fragmentos de Junio, Zona Escena les invita cordialmente a la continuación de la programación con la obra de la Compañía Nacional de Danza Colina Abajo, que se presentará el 17 de junio en la sala principal del Teatro Centro de Arte de Guayaquil, a las 20:00.