El Apuntador

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Los horizontes de sol / Santiago Rivadeneira Aguirre

SOL, (Isabel Mora) en el unipersonal ¡Por si acaso!, es un personaje que se mira casi como una acotación del conjunto de glosas “triunfales” de su larga experiencia como hija, adolescente, esposa y madre de tres hijos. Como si la realidad –su realidad- pudiera ser considerada un hecho objetivo en sí mismo. Es decir, Sol –metaplasmo de soltera y de soledad- se convierte en una apócope de su propia vida, o de nada, para tratar de sublimar los momentos que ella siempre ambicionó o soñó: estudiar y ser actriz.

No se trata, evidentemente, de la pérdida de algunos fonemas, más bien de la recuperación simbólica y económica de los derechos de Sol, muchas veces coartados por la sociedad, las costumbres y la imposición de una madre que solo buscaba “preservar su sobrevivencia”. Y para sobrevivir solo (de solamente) tenía que encontrar un buen partido de una lista de pretendientes que se elaboraba de acuerdo a las circunstancias: el comerciante árabe, por ejemplo, que poseía algunas comodidades.

 Sin embargo, Sol termina casándose con alguien que apenas cumplirá el rol que le demanda la sociedad: tratar de mantener la apariencia de ser esposo y padre. Las frustraciones de Sol, además, muestran las evidencias morales que quieren decirle que debe ser responsable, ser de una pieza, tener una jerarquía de principios clara y firme. Sol se separa del esposo porque para ella ser moral es exactamente lo contrario: es recordar las opciones que nunca se toman, aquellos valores que se sacrifican pero que nunca se olvidan.

A fin de marcar los niveles del discurso, punzante y trágico, la idea central del espectáculo recurre a la diacronía entre el texto y la doble representación del personaje: primero como parte de la fábula; y, enseguida, como imagen o reflejo de una temporalidad que intenta fijar el tiempo del relato a través de una serie de objetos dispuestos en el escenario y de ciertos signos perceptibles por los sentidos: las canciones que Sol ‘canta’, usando la mímica, o las referencias constantes a las disposiciones maternas sobre los roles femeninos.

 Esto puede presuponer la relación transitoria del relato de Sol, que se pierde o se desgasta cuando el personaje no puede salir de la “ilustración” (de las acciones, de los tonos de la ficción) porque se deja ganar por la mimesis. El tiempo del teatro (la teatralidad) se contradice con el tiempo de la narración, aunque el recurso sea romper la relación espectáculo-espectador. Esta situación supone un margen de variabilidad, muy estrecho con la potencialidad de la puesta en escena, por fuera de los valores analógicos de la escenografía o de la música incidental.

¡Por si acaso! es un juego de espejos que actualiza el rol de la mujer en una sociedad cargada de prejuicios, cuya llamativa coloración escénica tiene un papel preponderante a la hora de favorecer el trabajo muy digno de Isabel Mora (Sol) y la dirección de Héctor Rodríguez. El teatro, podemos concluir, es una claraboya (el espacio de enunciación) que se abre a la sensibilidad de los espectadores, que, como lo plantea la obra, se sienten finalmente tocados por la violencia sistemática y estructural contra las mujeres; que rechaza, por último, los discursos artificiales del sistema que solo naturalizan el estado de cosas, para culpar directa o indirectamente a la mujeres de ser las propiciadoras de su propia inseguridad.

Ficha técnica

Actriz :Isabel Mora

Texto y dirección  :Héctor Rodríguez

Producción :Álvaro Sevilla

Relaciones Públicas :Darío Villacres

Lugar: Teatro Malayerba