¿Es posible escenificar en nuestros tiempos una comedia de hace 2.300 años? ¿Cuáles son los procedimientos para volver contemporánea a una comedia romana, sin que pierda su esencia y siga siendo actual al mismo tiempo?

Estas son algunas de las interrogantes que se abren al asistir a la temporada de la obra Los Menecmos, una obra del Teatro Victoria e interpretada por el elenco de actores estables que se han ido conformando desde la inauguración de su proyecto EIFA.

Siempre al asistir a este teatro se siente un aire amistoso, festivo, colectivo, devolviéndonos a ese lugar que llena el teatro en nuestras fisuras sociales, es un desafío sostener una temporada en estos tiempos convulsos de violencia y apagones. Sin embargo, ellos lo han logrado, el Teatro Victoria es ese punto de encuentro con las artes vivas que nos propone la Familia Acosta, como una analogía de las antiguas compañías teatrales familiares de los orígenes del teatro quiteño, que nos recuerdan esa mágica sensación de poner el cuerpo en un proyecto tejido de afectos.

La propuesta nos transporta a los textos de la comedia original de Plauto escrita entre el 216 A.C, un género considerado comedia de enredo,  el director Juan Pablo Acosta ha decidido construir una puesta en escena enmarcada en  una estética Camp, plagada de arquetipos y situaciones hilarantes, donde la dramaturgia de Plauto ha sido desplazada a situaciones cotidianas de amor/desamor/engaño que acontecen también en nuestros tiempos.

La actuación es bastante solvente en los personajes protagónicos de Menecmo I y II interpretados por Javier y Juan Taco, quienes se apoyan en códigos y elementos de la Comedia del Arte y el Teatro gestual, dando como resultado interpretaciones arquetípicas y bien logradas con las que podemos identificarnos, como en el caso del personaje de Cilindro (Isaac Hinojosa) o el personaje de Erodita (Scarlet Cisneros).

En esta pieza como propone el teatro greco/romano existe permanentemente la forma de corifeo como soporte y eco de lo que pasa en primer plano, percibo que en el caso de las interpretaciones del corifeo se podría ahondar en la profundidad y tridimensionalidad de sus actuaciones para aportar la solvente participación de los personajes protagónicos.

Los actores que hacen de Cepillo para ambos gemelos Menecmos interpretados por (Juan Pablo Acosta y Javier Campaña) están muy bien logrados, creando esta oposición y juego entre blanco y augusto, que nos mantiene expectantes en toda la obra.

Tanto la escenografía, la iluminación y la música aportan una ruptura temporal a la comedia propuesta por Plauto, ya que está plagada de colores, sonoridades y texturas actuales, con las que el público logra conectarse, siendo un muy buen recurso para dotarle de esta capa que la vuelve contemporánea.

En la Obra existe un juego de permanente de marionetas y muñecos con figuras sencillas como muñecas barbies, que dislocan la línea argumental formal y le dan este carácter divertido y lúdico, solamente las figuras de los abuelos requieren de más cuidado estético y técnico.

Al final de la obra nos hemos reído de una Siracusa (la ciudad donde se encuentran los gemelos Menecmos) donde habita el machismo y el engaño, dejándonos la interrogante si Quito no es también otra Siracusa 2300 años y a kilómetros de distancia,

Esta obra y el teatro victoria nos dejan la grata sensación de asistir a un teatro familiar, gentil y abordado con compromiso, que nos invita a reírnos de nuestras propias y conjuntas tragedias personales, donde los dioses deciden y emprendemos el gran viaje del héroe reflejando nuestras personalidades en estos arquetipos que nos regala Plauto hace miles de años y que aún puede ser contada con frescura como lo hicieron los actores del Victoria.

Ficha Artística:

Los Menecmos

Escrita por: Tito Maccio Plauto.

Dirección: Juan Pablo Acosta

Actúan: Javier Taco, Juan Carlos Taco, Javier Campaña, Scarlet Cisneros, Angie Pacheco, Isaac Hinojosa, Iván Acosta, Quike Gómez, Emanuel Yaselga, Juan Pablo Acosta, Gonzalito.

Diseño de escenografía: María del Carmen Calderon.

Iluminación: Germán Calvache. 

Sonido: Huayra