Michel Jackson y el síntoma sinfónico | Juan Manuel Granja
No queda más que insistir en la imagen del zombie. En efecto, como en el videoclip de Thriller, fuente permanente del repertorio universal de disfraces para Halloween, Michael Jackson es, como toda figura clásica y canonizada, un muerto viviente. En un mundo dominado por Taylor Swift, su ejército viral de swifties y los géneros urbanos bailados/cantados en español puertorriqueño, ¿cabe siquiera la pregunta sobre la vigencia del rey del pop? ¿Sigue vivo el rey del pop? Habría mejor que preguntarse si es que acaso algún día lo dejarán morir. Pero Michael Jackson, así como los Beatles (que están estrenando nuevo documental en Disney+, uno más), Elvis, Queen, Elton John, Luis Miguel y próximamente Robbie Williams (ya reempaquetado por la nostalgia a pesar de ser un artista mucho más reciente) resultan ser catálogos musicales y audiovisuales demasiado rentables como para el olvido.
Enlace del vídeo https://youtu.be/5GQoCK5_5_c
El Tributo Sinfónico a Michael Jackson de la Fundación Faces e In Crescendo Producciones contó con todos los aciertos, pero también con varios de los pecados, de un espectáculo “a lo grande” y sinfónico. Sobre el escenario, decenas de músicos iniciaron el show. El director dio la pauta y Wanna be Startin’ Somehin’ comenzó a sonar. Cuatro cantantes, Alexandra Cabanilla, Esther Chiribogario, Rosario Pallares y Manu Sambour, todos vestidos de negro con apliques dorados, recreando uno de los outfits característicos de Michael Jackson, desplegaron sus voces. Al fondo del escenario, en una pantalla gigante, se proyectaba la imagen de un puma (sí, la de la versión extendida del video de Black or White). Se unieron al grupo de artistas seis bailarines con globos de colores y chaquetas de lentejuelas, Isabel Cabezas, Samandhi Marquéz, Wendy Valdéz, Kevin Díaz, Nicolás Garcés e Iván Pareja.
Tanto bailarines como cantantes formaron una coreografía bien trabajada y ensayada. Sus rostros expresivos y sonrientes, su acuerdo con la música consiguieron un performance que supo contagiar su energía y entusiasmo al público. Luces traspasando el escenario, rayos de color verde, una pantalla gigante sincronizada con cada tema musical, proyecciones sobre el tumbado del teatro, momentos corales y voces solistas… En definitiva, el archivo audiovisual, vía videoclips, películas y conciertos, del cual Jackson fue efectivamente el rey sirvió de modelo para un espectáculo que buscó encarnar el imaginario del jacksonismo en cada detalle. Cuando sonó Beat It, por ejemplo, batallas coreográficas y guantes de box acompañaron una interpretación casi literal de la grabación ochentera.
Además, varios niños de la orquesta Faces se integraron con violines y cuerdas e integrantes de la barra del equipo Independiente Del Valle se unieron con tambores. Más de ochenta personas confirmaron este espectáculo de cerca de dos horas de duración que, por su escala y volumen, rima muy bien con el ethos de buena parte de la carrera de Michael Jackson. Como escribe Simon Reynolds: “El caso más flagrante y rancio de voluntad de grandeza es, definitivamente, Michael Jackson.”
A saber, esta recreación del artista masivo no pretende conformar una “obra”, un trabajo entregado conscientemente a sus posibilidades de lectura, pues más tiene que ver con el espectáculo de variedades, con una versión disneyficada y profesional de la coreografía colegial, con propuestas tipo Cirque du Soleil (que no solo cuenta ya con un espectáculo dedicado a Michael Jackson sino también con shows geolocalizados dedicados a Soda Stereo y a Messi). Sin embargo, la elección del artista a homenajear puede leerse de manera sintomática. Efectivamente, Michael Jackson, o el jacksonismo, es en sí mismo, para citar el famoso libro reunido por Mark Fisher, un síntoma.
Como escribe Jeremy Gilbert: “El baile de Jackson puede haber sido un milagro, pero en 1985 era propiedad sujeta a copyright de la corporación Pepsi” y como insiste Reynolds: “Más o menos cuando comenzó a llamarse (e insistió en hacerse llamar) el Rey del Pop, su trabajo viró del ‘pop total’ al ‘totalitarismo kitsch’: piensen en las nueve estatuas gigantescas de Jackson como dictador construidas a su pedido por Sony e instaladas en ciudades europeas como parte de la promoción de HIStory: Past, Present & Future, Book 1. Piensen también en el film promocional fascista con Jackson ataviado como una especie de Khadafi en medio de centenares de soldados, la indulgencia y la corrupción versallesca de Neverland y ese peculiar y casi dinástico casamiento con Lisa Marie Presley, la hija del Rey. Cuando las estrellas pop tratan de exteriorizar la grandeza intrínseca a su música, cuando quieren que la realidad vaya pareja con sus absolutos utópicos, los resultados pueden ser grotescos: una catástrofe tragicómica y kitsch de nuevo rico”.
Bien podríamos enlazar estas reflexiones con el momento que vive Ecuador, los virajes políticos y la mercantilización digital, por supuesto la motivación altruista de este show no tuvo en mente más que el carácter energético, las posibilidades visuales y musicales, así como la popularidad de un artista que si bien mantiene aspectos polémicos resulta perfecto para traspasar culturas y postular un valor universal destinado al mayor grupo de fans posible. Adulto pero niño, blanco y también negro, masculino y femenino, humano y a veces animal, Michael Jackson, aún con violines, cuerdas, metales y orquestas sinfónicas, sigue siendo un síntoma.
Ficha técnica
Dirección musical: Gerson Eguiguren
Dirección escénica de Carlos González
Producción General: In Crescendo Producciones
Vestuario: Gabriela Andrade
Asistente de dirección: Andrea Olmedo
Dirección Coreográfica: María José Ortega
Diseño de iluminación: Miguel Ángel Murgueitio
Sonido: Martín Acosta
Producción Daniela Cabezas
Cantantes: Alexandra Cabanilla, Esther Chiriboga, Rosario Pallares, Manu Sambour
Bailarines: Isabel Cabezas, Samandhi Marquéz, Wendy Valdéz, Kevin Díaz, Nicolás Garcés, Iván Pareja Niños invitados : Tomás Lucio y Lukas Polo
Participación de más de 70 artistas en escena: 4 cantantes, 6 bailarines, 6 músicos en banda, 25 artistas en orquesta (incluyendo niños de la Fundación Faces), 14 chicos del coro del Independiente del Valle (IDV) y 16 jóvenes de la batucada IDV
Un tributo original de Fundación Faces, su misión es aportar a la educación de niños y adolescentes en situación de riesgo a través de una propuesta integral de garantía, mediante planes de educación y becas.
In Crescendo Producciones es una compañía artística que desde hace 15 años. Su objetivo es producir los más icónicos espectáculos de Broadway en Ecuador. Dentro de sus producciónes se destacan Cabaret, Chicago, Grease , Mamma Mia! Y Storm Front. Ésta última creada para la memoria de sostenibilidad de Seguros Chubb.