El Apuntador

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NANA: la imaginación, la memoria../ Daniel Félix

“¿Han visto a mi abuela? Es una señora chiquita de pelo blanco... “¿Han visto a mi abuela? Es una señora chiquita de pelo blanco...”

Teatro La Gorgona (Mex) inauguró el Festival de Artes Escénicas de Quito 2023, el 1 de junio, día internacional del Niño, lo hizo con Nana, obra escrita y dirigida por José Uriel García Solis; protagonizada por May -Dani Crank, de La Gorgona Teatro, de Toluca-, quien personifica a la niña, que junto con su mascota Pheebe, emprenden una travesía interna a través de recuerdos que van construyendo la condición de Alzheimer de su abuela Nana. Pero a la vez, en una doble vía, van deconstruyendo la infancia de la niña, frente al mundo adulto que desborda y difumina los límites entre la imaginación, la memoria, y la necesidad de dar sentido a un acontecimiento que excede el mundo infantil.

NANA. Teatro La Gorgona (México)

El personaje, May (interpretado por Dani Crank, actriz de la compañía La Gorgona Teatro, de Toluca), corre a toda velocidad por la calle gritando y preguntando al que se le cruce, si han visto a su abuela, esa señora chiquita y de pelo blanco…

El escenario es una calle cualquiera transitada por personas anónimas, que cambia a la velocidad de la imaginación del personaje: un puesto de hierbas de mercado, la rendija de una puerta, un barco de papel camino a la misteriosa Nínive… En realidad, el escenario acontece en la imaginación del personaje, May verbaliza lo que a la mente de su abuela, sumida en el Alzherimer, le sucede.  

Nana es el tiempo expresado en sus bordes humanos: la niña y su abuela, un tránsito al ocaso. Una serie de circunstancias que unifican ambos bordes para construir el medio humano, la familia.

La memoria, ese conjunto de sentidos que se aprenden, se transmiten, se difuminan, se borran; y ante la cual los humanos, desde la caverna de su miedo, tiemblan frente a la sugerencia del olvido. Es decir, el beligerante paso del tiempo en contra del vacío.

Así las cosas, dentro de un escenario minimalista, una cama, una alfombra y una pared, vemos pasar esta historia desde la óptica de una chiquilla, ajena al mundo adulto, que de pronto se enfrenta a una realidad más allá de su control, porque ella no puede detener a la memoria su abuela, y juntas van transformándose frente al deterioro de su realidad.

NANA. Teatro La Gorgona (México)

“Es por el ladrón de los recuerdos, que tu abuela está así. El ladrón de los recuerdos, que incluso nos hace olvidar a nuestros seres amados, pero no nos quita los sentimientos” le explica la hierbatera a la niña.

Cabe preguntarse ¿de qué está hecha la memoria? de nombres, fechas, cosas, sentimientos, miradas, acciones. Entendiendo naturalmente, que nosotros: carne, uñas, tiempo, ojos, estamos hechos principalmente de memoria.

NANA. Teatro La Gorgona (México)

Por esto, los bordes tienden a juntarse. La abuela cuya condición en deterioro la aproxima al mundo fantástico de la niña. La niña que se ve lanzada al mundo adulto ante los extraños comportamientos inexplicables de su abuela.  La línea de tiempo que entre ambas se tiempla, las coloca en un punto común donde los roles, tal vez, ya no sean explícitos; tal vez, la niña busca cuidar, sanar, reparar a su Nana; tal vez la abuela, proyectada al mundo fantástico, se sumerge en el mundo de su nieta para crear una realidad común de sentimientos; tal vez el ladrón de los recuerdos no se lleva los recuerdos del enfermo, sino el de sus allegados; tal vez, nuestra precipitada carrera de tiempo y memoria nos obligue a asumir prematuramente roles que no nos corresponden; sin duda, ambos tiempos, el de la niña y el de la abuela, se entretejen, se encuentran, necesitan de cuidado y atención; los primeros y los últimos cuidados que todos experimentamos en la vida.

Todo esto y más, interpretado por una sola actriz, en una caja escénica de 2x7, un unipersonal teatralmente muy logrado. Una pieza de arte que, en este día del Niño, interpela y pone el dedo sobre esta vulnerabilidad cotidiana que todos podemos experimentar.