QUITO FEST 2023: CARTELERAS EXPANDIDAS | Juan Manuel Granja
Cuando se dio a conocer la cartelera para el Quito Fest 2023, la emoción se retransmitió con impulso viral por redes sociales, así como la propia cartelera: Día uno: Rimas Deformes All Stars, Chloé Silva, La Máquina Camaleón, V For Volumen, Santamuerte, Warpaint, Tanque, Swing Original Monks, Los Fabulosos Cadillacs, Día dos: Reaktor, Efecto Lateral, Nebuxys, Ódica, Sarcoma, Crypta, Basca, Obus, Minipony, Suicidal Tendencies (los destacados en negrita son los nombres que seguramente más propiciaron esa viralidad).
Algunos recuerdan, sin embargo, que hubo y hay voces de crítica al Quito Fest pues llegó a ser un festival de grandes proporciones con una oferta que a algunos les resultaba redundante: hubo bandas que se repitieron, casi siempre tuvo una misma estructura, una sola concepción de festival-ciudad, una idea dual -por decirlo de algún modo- de las culturas urbanas o de la cultura juvenil: un día de festival consagrado al metal y otro día destinado a todo lo demás. La idea de balancear la presentación de bandas nacionales con el atractivo de bandas internacionales bastante más conocidas, quiso operar siempre como una forma de difusión, así como de cierta garantía de representación y asistencia.
Y, sin embargo, mucha de la renovación tiene que ver con el paso mismo del tiempo. Cuando iniciaba el Quito Fest, no existía en el campo del metal ecuatoriano una banda como Minipony o, en otra zona más bien indie, un conjunto como La Máquina Camaleón. Pero decir tiempo es decir muchas otras cosas: construcción de público, creación de comunidades, avances académicos y empresariales, cambios tecnológicos, demográficos, una aceptación mayor de las bandas nacionales por el público local, en definitiva: una suma de esfuerzos, unos más sostenidos o estratégicos que otros.
Está, además, el tema de la gratuidad. El procedimiento suele ser criticado por supuestamente acostumbrar al público a no tener que pagar por asistir a un show. Quizá pesa más el anhelo de inclusión, un anhelo que suena bien y es necesario pero que nunca se podría cumplir a cabalidad (el hecho de que el festival ocurra en un lugar de la ciudad y no en otro ya limita la inclusión, pero siempre habrá límites, imposible incluirlo todo).
Este año hubo una considerable variedad de artistas. Warpaint, célebre banda estadounidense de rock alternativo, liderada por la guitarrista y cantante Theresa Wayman, ofreció esa intimidad atmosférica que la caracteriza. Melodías melancólicas y letras introspectivas, Warpaint sigue explorando riffs de guitarra y texturas que desplazan a la banda fuera del rockismo convencional hacia un territorio de preguntas sobre el formato canción en la tradición del postpunk o de los enfoques alternativos reabiertos por figuras como PJ Harvey.
Los Fabulosos Cadillacs, por su parte, son ya desde su propia deriva sonora, una apuesta por la diversidad pues atrae a varias generaciones e involucra una particular aventura de fusión anglo-latinoamericana. Iniciados en el ska o en el ska-punk, LFC es un coctel de rock, cumbia, reggae, salsa, dub e incluso metal. Pero nada de esto funcionara si sus canciones no fueran lo que son: piezas emocionantes de una relojería hecha de vientos, percusión, voces y ese tremendo bajo a manos de la figura creativa central de la banda, casi siempre opacada tras el vocalista Vicentico, Flavio Cianciarulo.
El potente y renovador death metal de las brasileñas Crypta, banda liderada por la guitarrista Fernanda Lira y la bajista Luana Dametto, demostró talento y energía sobre el escenario. El público estalló en entusiasmo ante los alaridos guturales y el despliegue instrumental de un virtuosismo concentrado siempre en alimentar las necesidades de cada canción. Interpretaron temas como Dark Night of the Soul, From the Ashes y Stargazer.
Para el cierre del segundo día de festival, subió a las tablas un clásico: Suicidal Tendencies. La banda estadounidense, que se inició en el hardore pero mutó hacia el thrash metal, lleva más de 40 años de actividad, ha marcado a generaciones enteras de músicos y fans. Su participación arrancó con Institutionalized, uno de sus temas más conocidos: el público respondió con euforia y coreó la canción sin parar. Mike Muir, el carismático vocalista, se movía por el escenario alentando el eco eufórico del público. El nuevo baterista de la banda, Greyson Nekrutman, un fenómeno de redes sociales por sus videos virales versionando clásicos de jazz de la era de las big bands, sumó una cuota de virtuosismo que se mantuvo en el contexto estilístico del grupo.
Además de las excelentes participaciones de las bandas locales (se destacó Tanque, La Máquina Camaleón y Minipony, entre otras), la posibilidad de acceder a una muestra diversa de música resulta siempre muy relevante. Contra quienes piensan que todo es cuestión de sensibilidad (¿cuál sensibilidad?, ¿de qué proveniencia?), el arte y la música necesitan ser hablados, escritos debatidos. No es solo una cuestión de gusto, el gusto suele ser posterior a la experiencia, pero son las posibilidades de acceso a dicha experiencia lo que supone discusión, trabajo y nuevas formas de producción y recepción.