El Apuntador

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Territorialidades teatrales en el FIT de Manta /Santiago Rivadeneira Aguirre

Como una extraña nave arrojada por el mar, con su bandera de pirata en el palo mayor, (el Teatro The Globe) se levanta allí, anclado en el fondo cenagoso. En la platea el pueblo llano se agolpa ruidoso como en el puerto; desde las galerías el mundo elegante sonríe y charla con los actores de abajo. Impacientes, los espectadores piden que empiecen. Patalean y alborotan, con el pomo de la espada golpean estrepitosamente contra las tablas, hasta que al fin, por primera vez, el escenario se ilumina con cuatro bujías vacilantes que alguien ha traído, y aparecen unos personajes más o menos disfrazados para interpretar una comedia al parecer improvisada. 

STEFAN ZWEIG, Confusión de sentimientos

El Teatro de Manta y sus incumbencias. Las sonoridades y los dramas que buscaban otra vez aquel espacio que permaneció vedado y oculto, por culpa de una epidemia que nos obligó a todos a recluirnos. Solo que las reclusiones, obligadas o no, jamás duran mucho tiempo. Menos para las artes, la cultura y las expresiones populares que siempre nos sacan de apuros. Y, a la hora de volver a definir las situaciones o las circunstancias, llegamos a un acuerdo compartido: que la pervivencia cultural nos vuelve contemporáneos de nosotros mismos, más allá de las contingencias, de los apuros, de los desgastes administrativos y estatales.

El viernes 10 de septiembre, a las 20h00, la ciudad de Manta volvió a encontrarse con sí misma y el Teatro hizo lo propio. Todos a un tiempo, premunidos de esa extraña puntualidad que se ha vuelto paradigmática, cuando los menesteres y las emociones lo demandan. De esa manera se ratifica que el Teatro es todos los teatros y que el ser humano son todos los seres humanos. Digamos que es una manera de ‘ir reconociendo’ su propia impronta en las obras, las dramaturgias, la puestas en escena como parte de un momento histórico complejo, necesitado de una visión ‘tan poliédrica y profundamente humana’ como es el Festival Internacional de Teatro de Manta, FIT, desde hace 34 años.

Y como son los demás festivales y encuentros a lo largo y ancho del país, que también retoman sus actividades presenciales. Los grupos hacen lo mismo, dotados de estrategias específicas a las que obliga la pandemia, estrategias que ahora mismo se convierten en soportes ineludibles para volver a programar temporadas teatrales, estrenos y las búsquedas temporalmente  interrumpidas de los creadores. 

Desentrañar el impacto de la historia -o de las contingencias- sobre la ficción, fue el eje transversal de este reencuentro. Incluida la impresionante llegada de ‘La nave de los locos’, (como en el cuadro de Il Bosco donde nunca falta la simbología contradictoria), que se convirtió en la gran metáfora del Festival porque nos obligó a tender puentes entre el origen del teatro y la actualidad de sus narraciones. El anuncio fue elocuente: el barco patrimonial Azart Ship of Fools, de bandera holandesa, de 30 metros de eslora, 180 toneladas y 106 años de historia capitaneado por Augusto Dirks, un loco y visionario actor, había llegado a las playas de San Mateo de Manta, después de haber recorrido más de 30 años los mares y puertos de todo el mundo. Llegó cargado de muchos momentos de teatro y de vida para ser arrastrado hasta el lugar en el que se quedará para siempre, convertido en el centro cultural El Buque de las Artes, al servicio de la comunidad manabita y ecuatoriana, administrado por la Fundación Humor y Vida.

El Buque de las Artes. Foto Cortesía

https://hipgive.org/es/project/el_ultimo_viaje_del_buque_azart

En el calendario del FIT–Manta, se presentaron obras significativas, como: Sangurimas con los grupos Malayerba, La Trinchera, Muégano Teatro y Contraluz. Varieté Circo de la Compañía Ceibo de Ecuador; la exhibición virtual de la obra Tikina Yawarpak (adaptación al mundo andino de Bodas de sangre de Lorca), del Colectivo Artístico Barojo de Ecuador, que ‘introduce elementos novedosos (…) como la técnica narrativa, el simbolismo o el léxico’. Papakuna del Colectivo Yama de Ecuador bajo la dirección de Juana Guarderas y las actuaciones de Natalia Ortiz, Llyari Derks y Carlina Derks. La obra pone el acento en la desaparición progresiva de las semillas originarias de la papa y la sustitución por semillas transgénicas que atentan contra la soberanía alimentaria del país.

A la sombra del padre del grupo quiteño Huella de Mente, un trabajo consistente tanto de la dramaturgia, la puesta en escena y las actuaciones, con una mezcla de tonos y giros que nos conducen por la historia disfuncional de Benjamín. Dramaturgia y dirección de José Lino Suntaxi y Marco Vinicio Romero. El Colectivo Ámbar / Teatro Puentes Invisibles (Argentina, Perú, Ecuador), presentó la obra Uno más uno tres, idea original y actuación de Anahí Aráoz y Sandro de La Torre (Colectivo Ámbar Perú); Denise Mayo y Gonzalo Alfonsín (Colectivo Ámbar Argentina). Dirección y dramaturgia: Víctor Stivelman (Teatro Puentes Invisibles Ecuador)

Compañía VB Ingeniería Teatral de Colombia, con la obra Still Alive. Esa es la cuestión. Dramaturgia y dirección de Fanny Baena Moreno y las interpretaciones de Fabio Velasco, Luisa Castillo y Rodrigo Sánchez. Asistencia general de Richard Galeano. Música de Daniel Sossa. Laboratorio corporal: Conno Tissoy, producción audiovisual: Leyda Ortega. Dirección de Arte: Susana Botero. Still Alive. Esa es la cuestión es un espectáculo multirreferencial, cuya dimensión pragmática nos devuelve a Shakespeare y a la voluntad de ficción. Es decir, Still Alive –como la canción de Jeremy Camp- que puede ser traducido como ‘sigo vivo’. También se interroga sobre los códigos de la comedia y la tragedia in media res, que bien puede ir desde la angustia vicaria hasta el momento de la denuncia contra la violencia del sistema. El escenario está completamente expuesto a la vista del público, para que no sea difícil identificar el trasfondo de una guerra absurda, larga y dolorosa que nunca deja de conmover a los colombianos y al mundo.

Las actividades del Festival se complementaron con un conversatorio sobre Encuentro de territorialidades teatrales como opción de resistencia artística, en el que participaron VB Ingeniería Teatral; Teatro Malayerba; Muégano Teatro de Guayaquil; La Trinchera de Manta y Santiago Rivadeneira. Hugo Idrovo, cantautor y poeta y Alberto Caleris, cantautor argentino, radicado en Ecuador, ofrecieron un concierto compartido. Santiago Roldós, director de Muégano Teatro habló de manera extensa y detallada sobre su próximo proyecto de investigación al que denominó El museoPorvenir. Se concertó un conversatorio virtual con Charo Francés y Arístides Vargas, de Malayerba, moderado por el investigador y crítico argentino Jorge Dubatti; y, además, la conferencia performática vía zoom sobre la obra de Arístides Vargas  Donde el viento hace buñuelos, con la actriz Rosa Luisa Márquez de Puerto Rico. Sebastián Sánchez, actor, director y comunicador ecuatoriano, dictó una clase abierta sobre el ‘acercamiento a las performatividades’.

 UN LUGAR Y UN ACTO

El Festival Internacional de Teatro de Manta, FIT, es un lugar y un acto. Esa noción de lugar que ha podido construirse porque, desde sus inicios, el grupo La Trinchera, dirigido por Nixon García y Rocío Reyes, se propuso desarrollar dos condiciones fundamentales: habitar un territorio; y, ejercer acciones prácticas de relación con el público. Desde esa perspectiva histórica, el teatro ecuatoriano pudo habitar y construir un espacio que volvió perdurables sus modos de ser y de estar: de decir, de crear y producir pensamiento. Por eso mismo debemos, necesariamente, hablar de procesos que tienen como intención última, entender los momentos del teatro, claramente artísticos, sociales y estéticos.

El FIT-Manta también es una realidad ontológica de apertura y de expansión permanentes, que ha sido capaz de colocar al teatro como un eje vital de construcción de sentido, como lo pudimos constatar durante el encuentro último con la presencia del público, que ‘materializó’ un testimonio que había permanecido en suspenso por varios meses, debido a la pandemia.

Territorio y territorialidad constituyeron una síntesis para aquello que el Festival fue capaz de recuperar: la interrelación del teatro, de los espectáculos y las obras con el público.  Por eso cabe resaltar, además, los motivos de la convocatoria y del encuentro sobre ‘territorialidades teatrales como opción de resistencia y sobrevivencia artística’, que puso el acento en que el pensamiento solo es posible con la creación. Y crear significa ‘romper el territorio creando otro’ (María Teresa Herner) para provocar la realización de un tránsito necesario entre uno y otro momento creativo.