El Apuntador

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Crisálida / Mario Maquilón

Un triple cuerpo se arrastra en el suelo. Su destino pareciera ser su propia demarcación, revolviéndose y contornándose hacia su propias tripas. Un laberinto vivo y consonante. Con el recorrido de su propio ser, esta trinidad corpórea inicia su camino hacia la mitosis y hacia la diferenciación. La riqueza abstracta de las forma da paso a los rostros emergidos y al surgimiento de la distancia: aquello que era una comienza a manifestarse en varias. La piel se rasga para fecundar en la tierra. 

Así inicia Muda, de la compañía de danza colombiana Cortocinesis, cuya dirección general estuvo a cargo de Edwin Vargas, y que contó con la interpretación de Camila Josa, Nicole González y Nikole Cepeda. Esta presentación formó parte de la cartelera internacional del XX Festival Internacional de Danza Fragmentos de Junio, organizado por Zona Escena. La Sala Experimental del Teatro Centro de Arte dio acogida a esta pieza. Así, con el sonido del agua corriendo y ataviadas en trajes acuíferos, las bailarinas se riegan mutuamente con y entre la amplitud de sus corporalidades para luego erigirse soberanas en sus propias confines.

Como punto de partida es preciso resaltar el exquisito uso del vestuario que se lleva a cabo en Muda, el cual se constituye como piezas claves de su potencia narrativa. Los trajes han sido diseñados de tal forma que permiten múltiples configuraciones de los mismos, las cuales se van armado durante el transcurso de la obra, transformando con ello la identidad de quienes los viste.  E incluso, estas prendas son capaces de ocultar esos rasgos identitarios mediante una sección que cubre el rostro y la cabeza entera, devolviendo a las intérpretes a la exuberancia esencial de las formas. Por momentos, las figuras que iniciaron siendo humanas comienza a transfigurarse en criaturas que se asemejan a plantas e incluso a animales del océano recóndito.

Precisamente, la pieza está atravesada por varias comportamientos animalísticos que cuentan una historia olvidada, pero nunca perdida entre las fibras de la carne. A través de estos movimientos es posible atender al teatro cósmico en el que se narran las primeras exploraciones, las primeras aventuras, las primeras articulaciones. Se revela también, la primera caminata del cuerpo erguido, que se tambalea a cada paso tras sentir sobre sus pies la totalidad de su peso.  Las dos piernas se convierten en los pilares sobre los que se asienta una nueva experiencia fenomenológica, otra manera de recorrer el mundo.

Al respecto, se destaca que Muda realiza una exploración progresiva del escenario en sus varios niveles: del arrastre terrario de los primeros minutos se pasa a los altiplanos de del empinamiento. Y con ello, surge también una mirada capaz de llegar mucho más lejos, hasta el horizonte de su propia experiencia. De esta manera, las secciones de la obra están claramente identificadas por la postura corporal, volviéndola el punto de referencia.

Eventualmente, la unidad deriva en individuación. Cada una de las bailarinas comienza a habitar lugares específicos del escenario, con lo que la separación se hace evidente. Sin embargo, es este aislamiento el que permite sentir la fuerza de la convergencia y de los contrastes que se mueven al unísono una vez que los cuerpos se han vuelto a encontrar. Además, la diferenciación in situ del vestuario por parte de las intérpretes les otorga una piel particular que entra en diálogo con las otras y que da cuenta del armamiento único que realiza cada ser en base a sus deseos y designios. 

La metamorfosis no se detiene. En sus etapas finales, Muda presenta actitudes cada vez más humanas, incluyendo aquella que reconoce la mirada ajena y que se predispone a ella. Como parte de este segmento cobra protagonismo el juego desenfrenado, la expresión emocional, la resonancia de las voces y el amoldamiento de la otredad. La piel desdibuja sus confines para permitir la transmutación. Justamente, la obra finaliza con la trascendencia respecto de la piel y el abandono del capullo, emergiendo con ella la secreta verdad de la dermis.