Última Edición

¡Bienvenidos a El Apuntador, la página de las artes escénicas!

Apuntador 71 Foto.jpg
Andros Quintanilla:   ‘LA NECESIDAD DE UNA GESTIÓN IDÓNEA’/Santiago Ribadeneira Aguirre

Andros Quintanilla: ‘LA NECESIDAD DE UNA GESTIÓN IDÓNEA’/Santiago Ribadeneira Aguirre

La recuperación –gradual y progresiva– del Teatro Prometeo es, en principio, el eje que articula la gestión del Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura (o de las culturas) Benjamín Carrión. Y, enseguida, la urgencia de completar el proyecto con la participación de otros espacios y grupos para que la gestión pueda ‘mudarse’ o salir del centro norte de la ciudad, ‘abarrotado de teatros’. Es lo que Andros Quintanilla, presidente del Núcleo y el equipo de trabajo han denominado ‘una gestión idónea’ ligada a una forma de mandato que pueda involucrar a los artistas y creadores con la comunidad.

¿Cómo surgió la idea del Teatro Prometeo, el primer espacio circular de la capital?

La historia constructiva del Teatro Prometeo de la Casa de la Cultura, un paraboloide hiperbólico de concreto armado, fue singular: nació superpuesta a lo que acontecía en el teatro y las artes escénicas de los años sesenta/setenta, que los arquitectos Osvaldo Muñoz Mariño y Fabián Patiño imaginaron para la ciudad de Quito que acababa de entrar a la modernidad. Bajo la cubierta de  bordes curvos llamados hypars, el diseño arquitectónico logró una visión de 360 grados desde el auditorio en relación con el escenario céntrico.

Los creadores, músicos, teatristas y bailarines, miraron con cierta suspicacia y sorpresa aquel anfiteatro helicoidal (arena) que parecía no admitir otras perspectivas más que las exigencias visuales y espaciales que iban a modificar -o al menos condicionar- cualquier puesta en escena, como efectivamente ocurrió. Ese ‘atrevimiento estructural’ incidió en el entorno de la casa de la Cultura y el parque de El Ejido, siendo parte importante de un cambio arquitectónico de la ciudad que buscaba ‘innovar’ las formas tradicionales.

Andros Quintanilla

La particularidad del Núcleo Pichincha, –señala su presidente– se refiere a que es un espacio nuevo, “el más joven del país”. Y que no tiene infraestructura propia. La idea es la de diseñar y sostener un tipo de misión que beneficie a los artistas.  “Aunque no se ha logrado que esta infraestructura tenga la claridad que se necesita. Y porque decidimos asumir el encargo del Teatro Prometeo, entre muchas otras cosas, para tener un espacio que nos permita una gestión idónea. Y luchar por esa gestión idónea”.

Por otro lado, añade el presidente del Núcleo, generar un trabajo respetuoso, “que es un ejercicio ecléctico bien complejo. Que al artista, por ejemplo, no le pidan cheques de garantía: a este sí, al otro no. La transparencia. De acceso libre. Y que se dé un proceso de conexión con lo que ya tenemos”.

Un nuevo modelo de gestión que determina el 80 – 30, a favor del artista, en el caso de la taquilla. “Esta mega infraestructura no estaba ligada al quehacer de la comunidad que le circunda, es decir, la gente del barrio. Empezamos un trabajo con la comunidad. Que las personas sean nuestro primer público. Somos amigos de los directivos del barrio, les hemos invitado a hacer ollas comunitarias, al modelo pedagógico EFAN Pichincha, (Escuela de formación de las artes), a nuestros talleres, pensando que puede ser una puerta de acceso para los nuevos públicos. Esa también es nuestra idea. Finalmente, con el propósito de ‘mudar todo ese proyecto’ hacia otros sectores, porque este sector (el norte) está abarrotado de teatros. El centro-norte está lleno de espacios para las artes escénicas”.

Una de las metas finales es que debe mudarse, por ejemplo, al sur de Quito, o al norte norte y emprender otras posibilidades: nuevos públicos, nuevos encuentros “Porque aquí ya no tenemos nada más que decir. Lo que se necesita es un  modelo de gestión claro: ¿cómo se maneja un teatro? ¿Qué entendemos por eso? Es una de las preguntas que creemos entenderla o que se creía que se sabe, pero que todavía no se ha resuelto. Y para que funcione todo había que medio arreglar el teatro. El techo lo reparamos, el cielo raso está cambiado completamente. Es acústico. Las baterías sanitarias. Los camerinos también sufrieron algún arreglo. Y se espera que el próximo año haya un cambio en el enlucido de las paredes”.

Mientras la recuperación del teatro admitía plazos y tiempos, el Núcleo de Pichincha y su equipo administrativo, de gestión y técnico pudieron concebir el primer Tiempo de Experimentación de las Artes, TEA, al amparo de una filosofía práctica y sugestiva que buscaba movilizar al público y a los creadores: un proceso de contratación pública que debe convertirse en una ‘gran respuesta’ para la ciudad. Así fue la idea inicial, sostiene Andros, que el TEA abarque todos los cantones además de la ciudad de Quito. El evento en el Teatro Prometeo debía servir para entender el nuevo modelo de gestión, probar la infraestructura y habitar el espacio.

El TEA partió con una investigación sobre la historia constructiva del Prometeo y los testimonios de quienes debieron ‘someterse’ a aquellas exigencias técnicas a las que debían adaptarse. El TEA se sostuvo en dos ideas básicas: articular a los cantones y apoyar las propuestas que sean ‘ricas en estéticas’ diferentes, que sean esencialmente ‘experimentales, que jueguen por eso’. El otro aserto: apoyar las dramaturgias nacionales y ‘prioritariamente quiteñas’. 

El cometido, con sus matices y expectativas, al menos deja dos enseñanzas inmediatas: hay que completar la parte técnica del teatro con nuevos equipos; y la segunda: “este trabajo demuestra que el capital humano que conforma el equipo técnico es fundamental”.

A continuación la conversación completa con Andros Quintanilla, presidente del Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión:

 

 

 

 

 

 

El tiempo para la experimentación /Santiago Ribadeneira Aguirre

El tiempo para la experimentación /Santiago Ribadeneira Aguirre

El fracaso de la ciudadanía /Santiago Ribadeneira Aguirre

El fracaso de la ciudadanía /Santiago Ribadeneira Aguirre