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Chía Patiño, una carrera presta y sostenida /Genoveva Mora

Foto: El Telégrafo

Chía Patiño, una carrera presta y sostenida /Genoveva Mora

Desde tempranos años incursionó en la música, un mundo conocido por ella desde a niñez, pues viene de una familia donde todos tocan algún instrumento y en la que todo pretexto era bueno para transformarlo en concierto.

Su carrera ha sido ‘presta’ y ‘sostenida’, igual que su creación, que la inicia desde muy temprano. Escribe su primera obra teatral, cuando comienza la universidad, y gana un concurso. Mientras cursa su carrera de Composición Musical, siente que para escribir ópera le hacen falta herramientas, y como al mismo tiempo se había relacionado ya con bailarines, al componer y tocar música para las clases de danza, encuentra indispensable tomar clases de dramaturgia porque, reconoce que una de las grandes fallas de la ópera moderna, en los noventa, estaba en la dramaturgia. Desde esa experiencia queda ‘atrapada por la dirección escénica’, que la piensa siempre desde el tempo musical, porque, igualmente, registra que lo más complejo en dirección teatral es el tiempo. 

Su vida de estudiante, primero y de profesional después, ha transcurrido entre Ecuador y Estados Unidos. Los primeros años de estudio en nuestro país sintió que dedicarse por completo a la música, aparte de reconocer que la instancia del Conservatorio de Música en Quito tiene muchos bemoles, la hacía sentirse medio nerd, en tanto que en la universidad todo el mundo estaba en la misma ‘nota’ y eso implicaba una interesante complicidad.

La flauta mágica

La flauta mágica

Si bien parte de la decisión de estudiar fuera del país la tomó por los malos tiempos que se vivían en la época de Febres Cordero, el balance ha sido positivo porque la experiencia adquirida y revertida en beneficio de la Fundación Teatro Sucre, por ende la ciudad, dejó resultados tangibles, como la institución de la Escuela de Canto Lírico y una Orquesta de profesionales que devuelve con creces su salario, tal como sucede con todo el cuerpo técnico del teatro, quienes en el periodo de Patiño fueron reconocidos debidamente por su trabajo. Es decir, lo que alguna persona leía como lujo no era nada más que profesionalizar a los artistas y desburocratizar un elenco artístico que trabaja para una institución.

Si algo distingue a Chía Patiño es su sencillez y su capacidad de trabajo. En ocho años de gestión en la Fundación produjo una decena de óperas, de muy buena factura, un género en el que esta directora cree y nos recuerda que: “la ópera fue sustituida por la radio y el cine, su función fue siempre entretener a la gente, en ese sentido, sí nos pertenece. La ópera fue un espacio social y por eso hay obras muy divertida, como las hay muy críticas”. Dos ejemplos últimos de esta concepción lo vimos en Ópera Mariachi La Flauta Mágica. Chía sabe del valor de nuestros cantantes y sabe también que un espacio especializado es una oportunidad porque en nuestro medio no existe demasiadas posibilidades para los cantantes líricos, a pesar de que algo se ha crecido en ese sentido.

Afirma que trabajar con la voz es un arte no solamente para los cantantes, todo actor y actriz tienen que hacerlo, señala, a ella le preocupa que ese entrenamiento se está perdiendo en nuestro teatro. Igualmente está convencida de que debe existir audiciones para las obras, como una manera de incentivar a los artistas a prepararse, además como modo de interacción entre grupos, porque en Ecuador mucho se trabaja puertas adentro, y porque el arte como todo oficio tiene que ser exigente. 

Chía Patiño, hoy de vuelta a la Academia, como Associate Professor of Practice in Opera Studies and Opera Stage Director, en Butler School of Music, Austin, “una pequeña burbuja” donde se preparan quienes van a integrar el campo profesional, y en el que también existen contradicciones puesto que el sistema le apunta al éxito, el fracaso no está permitido, sabiendo que el error es un modo de aprendizaje, y más aún, sabiendo que ‘afuera’ la competencia es dura y que los Estados cada vez asignan menos dinero para el arte; de manera que vivir del arte es una apuesta completamente arriesgada. Es, precisamente, esta una de las razones por las que Chía cree firmemente que la escuela, los grupos y de manera personal, la autocrítica es el camino para crecer, porque estudiar solamente para el éxito es una equivocación. “La historia nos ha enseñado que los grandes también se equivocaron, hoy se le ha quitado ese derecho al artista. Hay mucho riesgo a la hora de crear”.

(Foto tomada de internet)

(Foto tomada de internet)

            

 

Vacío: Lei y Wong en el umbral /Juan Manuel Granja

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Mutis por el foro / Genoveva Mora Toral

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