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Diálogo con Nixon García  / Santiago Rivadeneira

Foto tomada de la página de Facebook Teatro La trinchera

Diálogo con Nixon García / Santiago Rivadeneira

‘UN VIAJE CONTEMPORÁNEO POR LOS SANGURIMAS’

Las agrupaciones teatrales Malayerba de Quito, La Trinchera de Manta, Muégano Teatro de Guayaquil y Contraluz de Portoviejo, consintieron en volver a juntarse para realizar ‘la segunda función’ de la obra Los Sangurimas, (adaptación de la novela de José de La Cuadra), estrenada inicialmente en 2018 como parte del Festival Internacional Artes Vivas  de Loja.

Esta vez el escenario fue el Festival Internacional de Teatro de Manta, septiembre 2021 y como en aquella ocasión anterior, también abrió el Telón para inaugurar una jornada repleta de emociones, de encuentros y de abrazos que le devolvieron al teatro su razón de estar y de ser, después de un largo y prolongado confinamiento como consecuencia de la pandemia. El público lo reiteró, con una presencia fecunda, todas las noches, con aplausos que fueron capaces de estremecer las altas paredes del Centro de Artes La Trinchera, para darle sentido a una fiesta que volvía a construir una idea de emoción nueva, basada siempre en el sentir y el pensar.

Sangurimas y las demás obras que se presentaron en el encuentro de Manta, fueron el mejor modo de entender las emociones. Así comienza nuestro diálogo con Nixon García, Director del Festival, quien accede a reconstruir el relato sobre la génesis del trabajo que concluyó con el remontaje del espectáculo que inauguró la edición 34 del Festival Internacional de Teatro de Manta.

Nixon García: El Proyecto Sangurimas surgió de Arístides Vargas, pero obviamente hubo  un encargo del Ministerio de Cultura y del Festival Artes Vivas de Loja. Ese año también era el de José de La Cuadra, con programas de lectura que promovía el Ministerio. Entonces se propuso abordar el homenaje a José de La Cuadra con el texto Los Sangurimas. Arístides ideó que no sea solo un proyecto del grupo Malayerba, sino que se pudieran juntar tres grupos de teatro del país, de distintas regiones: Muégano Teatro de Guayaquil dirigido por Santiago Roldós y La Trinchera de Manta.

Arístides me contactó, me propuso la idea, la compartí con los compañeros de La Trinchera y nos entusiasmamos con el proyecto y decidimos hacerlo. Cómo se hizo: la novela tiene tres actos, nos repartimos cada grupo un acto para trabajarlo, en nuestros espacios, en nuestros lugares. No hubo una premisa de cómo abordarlo. Cada grupo, de acuerdo a su manera de trabajar, la visión que tenía del texto, de la novela, y del acto particularmente que nos correspondía, elaboremos una propuesta. Y así lo hicimos.

Santiago Rivadeneira: ¿No era un  poco arriesgada esa metodología de trabajo?

NG: Sin duda. Tenía sus riesgos, por supuesto. Pero eso mismo generaba una expectativa. Y una motivación. Obviamente no sabíamos o vislumbrábamos qué iba a pasar. Cuáles serían los resultados del proyecto. Sin embargo, cada quien trabajó por algunas semanas, leyendo, interpretando, improvisando. A nosotros nos tocó escribir el primer acto, a Malayerba el segundo y a Santiago Roldós el tercero. Así trabajamos casi dos meses. Nos reuníamos virtualmente, hacíamos lecturas, analizábamos, es decir, que no estaba aislado del todo el proyecto. Siempre hubo un seguimiento, por lo menos de manera virtual. Nos intercambiamos y enviábamos los textos. Analizábamos, reescribíamos.

En el proceso de puesta en escena nos reuníamos para intercambiar ideas, e iba aflorando lo que queríamos hacer. Hasta que comenzó a aparecer un cuerpo, con sus distintas partes, que procurábamos ensamblarlas. Por eso es que tú puedes notar claramente que la obra tiene diferencias en cada acto, en su lectura, en su interpretación, en sus textos, en toda su construcción. Para nosotros fue muy enriquecedor en medio de esas diferencias, luego vino el trabajo de ensamblaje que lo hicimos en Loja, dos semanas antes.

El trabajo de ensamblaje se hizo con la dirección general de Arístides, y la dramaturgia mía, de Santiago Roldós y Gerson Guerra, así como la elaboración de textos que servían de enlace entre un acto y otro. Ahí iban creándose los monólogos de las mujeres para unir las tres historias, algunas otras acciones y textos. Ese fue el proceso que, a grandes rasgos, nos posibilitó llegar a la propuesta escénica de Los Sangurimas.

SR: Quedan los otros momentos y recursos, para llegar a la concepción del diseño escenográfico y después la iluminación y lo que complementa la parte técnica, pero ¿cómo aparece la idea de la escenografía, los paneles, en fin, todos esos elementos?

NG: Arístides tenía ya la idea de trabajar con los paneles y con mapping, algunos otros elementos escenográficos surgieron de los grupos, por ejemplo los toldos fue una propuesta nuestra, la utilización escénica en el lugar, en el faro, en la cantina, etc.

SR: ¿Y después aparece la música o fue durante el proceso?

NG: Sí, la idea fue también tener músicos en vivo. El estreno fue así, con músicos en vivo. Se creó la música con estudiantes de la Universidad de las Artes, ellos también fueron a Loja y trabajaron con nosotros, se incorporaron escénicamente a la propuesta con su rol interpretativo musical, entonces sí, en ese sentido también fue muy bonito, enriquecedor. Acá en el pre-estreno de Manta, obviamente, era más complejo, económicamente, logísticamente, tener los músicos. Me hubiera gustado, incluso hacer la música con los instrumentos de la propuesta inicial, con guitarra, requinto, percusiones; lo pensamos, pero también nos faltó tiempo, en realidad nos faltó tiempo para ese proceso.

SR: Y enseguida estuvo el trabajo de Charo.

NG: Charo también se quedó en Loja e hizo sobre todo la de dirección actoral, a la manera en que ella muy bien trabaja, encausando, direccionando el proceso interpretativo, el enfrentamiento de los actores con el texto, la búsqueda de personajes, entonces todo ese trabajo le correspondió a Charo, a veces en el contexto de toda la escena o individualmente.

SR: Claro, y la parte de la dramaturgia finalmente resuelve esa juntura. Ese es un trabajo que hace Arístides. Me sigue pareciendo complicado, pero el resultado es óptimo. ¿Esa experiencia desde tu condición de actor, de director, cómo la viviste? ¿Este proceso de ir ajustando, logrando cosas, de ir construyendo finalmente el espectáculo?

NG: Sí, en la primera parte, como dramaturgo, fue exclusivamente eso. Trabajé el contexto con la novela, la leí, la releí, hice algunos borradores y unas propuestas visuales, y no me preocupé por la actuación. Es más, no pensaba actuar en realidad, no estaba en el inicio del proyecto que actuara, sino que estuviera como coautor y como codirector y luego, por supuesto, empecé con la dirección. Sin embargo, cuando ya estuvimos en Loja, en el proceso de ensamblaje, hacía falta más actores y entonces me propusieron meterme ahí, y es ahí en donde yo me deslindé de los textos, de la escritura, de la dirección, y entregué a Arístides la propuesta que habíamos hecho acá en Manta y asumí el rol únicamente de actor. Ahí sí me deslindé totalmente.

SR: Veamos la experiencia en Loja, el tema, lo que la novela plantea, la propuesta escénica, la adaptación, etc. ¿Cómo fue recibido el trabajo? ¿Cuáles fueron las reacciones?

NG: Muy bien, muy bien, pues hubo una sala llena en el teatro, una sala enorme. Hubo mucha expectativa, muchísima, nosotros lo sentíamos en el proceso de ensayo, de contacto con la gente, en el público, en los realizadores, en todos, y fue muy bonito. Luego, ya en la función y luego de la función, la gente que se acercaba, que comentaba, estaban muy conmovidos, muchas personas conmovidas por la propuesta, algunos seguramente afectados por algunos textos, algunas acciones que irrumpen y rompen ciertas formalidades, qué sé yo, pero sí, sentimos que la reacción fue muy buena, no nos encontramos con reacciones contrarias.

SR: ¿Cómo fue el proceso de adaptación, finalmente? Porque el espectador hace una lectura contemporánea del texto, considerando que las mujeres tienen un rol fundamental en la obra. Y ese es un recurso muy importante que tiene el espectáculo.

NG: Claro, esa es la visión, la lectura hecha desde las mujeres que, además, define la puesta en escena. Son ellas las que escarban en la historia. Las que llevaban toda la historia a partir de sus voces, de la abuela que comienza a contar su vida, la vida de su entorno familiar y las demás mujeres que, a la vez que juzgan, son también, simbólicamente, esos personajes que sostienen una relación crítica, histórica, social de lo que se cuenta. Son víctimas cuando asumen ese rol, tratan de escarbar en las razones de esa victimización y van a hacer un viaje contemporáneo en esa interrelación.

De allí que la propuesta teatral de Los Sangurimas, no se queda en contar la historia de la novela, sino en llevarla a un contexto de análisis, de revisión, de contemporaneidad para poner a esas mujeres del tiempo de la novela en un tiempo actual, con una manera diferente, si quieres, en la forma de contar su relato, de sufrir, o de sentir la violencia de género, el machismo, todo el patriarcado que de alguna manera sigue manifestándose en la actualidad.

SR: Y el otro elemento que se descubre en este trabajo es lo político. Ahí hay una intención de ubicar lo que le vuelve contemporáneo al texto, en relación con la violencia. Que transgrede lo que la novela misma está planteando, no solo en términos de lenguaje.

NG: Ciertamente, y eso por supuesto De La Cuadra lo tiene en su novela. Y nosotros también coincidimos en que es una obra que no se queda en hablar solo de un tema social, de un tema de género, o familiar, qué sé yo, sino que, metafóricamente, esa es la referencia a un país…

SR: Claro, porque ahí hay unos micros mundos que van apareciendo a través de los relatos de las mujeres…

NG: Exactamente, y el patriarca Sangurima es el poder, el prepotente, donde hay una relación con todo lo que él maneja directa o indirectamente. En todo su entorno. Esas pugnas y esas luchas que genera el poder con ese otro grupo de personas o de símbolos que se enfrentan entre sí, y en ese enfrentamiento aparecen muchas víctimas, a vece inocentes, y de gentes que no están directamente involucradas en esa lucha, como ocurre en la política y en la sociedad, que a veces son las principales víctimas, de tal manera que la propuesta es tremendamente política. Con una fuerte presencia ideológica, además. Y el poder no solo es político, el poder también es religioso, está allí, en la ideología de cada personaje, en lo que piensa cada personaje. También es importante que (la obra) no ofrece caminos o rutas de salvación. No ofrece soluciones. Indaga en la lucha del poder, indaga en la acción de unos por someter a otros. Y la lucha por zafarse de aquello.

SR: El Festival de Loja -y el Teatro- tuvo un origen cuestionado por mucha gente. Y que creó una resistencia… ¿por qué aceptaron presentarse en el Festival? 

NG: Nosotros… yo mismo he cuestionado al Festival de Loja, no por el Festival mismo. Loja como muchas ciudades, merece tener un espacio. Pero he dicho que es un Festival impuesto, incluso yo lo dije alguna vez que para mí era como un aborto, que no tuvo un nacimiento natural, que no surgió de la necesidad del contexto artístico y escénico. ¿Por qué ir? Nosotros hablamos mucho y analizamos para tomar la decisión de ir allá. ¿Por qué vamos? ¿Por qué aceptamos  estar allá? Lo discutimos al interno, los tres grupos. Porque más allá de la manera en que se realiza un festival, de cómo un teatro se construyó, no estamos en contra del teatro de Loja y tampoco estamos en contra de un festival.

Eso lo dije desde un principio. Como Trinchera fuimos al primer Festival. Estaba como director el Pato Vallejo, nos invitó, nos dio un reconocimiento, pero allí yo lo dije, y lo dije al público luego de la función, que saludábamos el advenimiento de un festival del que debe apropiarse la ciudad y los ciudadanos. No la imposición desde el gobierno central. Incluso yo lo escuché de gente de cultura de Loja, de gestores que no sentían como propio ese Festival. Porque llegaba gente de otras partes, desde todo un cuerpo organizativo, los técnicos llegaban a hacer la producción, la técnica, todo, hasta guías turísticos de otros lados había.

Así lo sentía y les dije: ‘ustedes deben apoderarse de esto, realmente’. Por eso decidimos ir y darle nuestro apoyo a Loja y que defienda su Festival y el teatro. No nos podemos oponer a eso. Al contrario, entonces a lo que nos hemos enfrentado es a la manera que desde el Estado se realizan estas cosas. De destinar dos millones a un festival, cuando dan migajas al resto. Como para tapar la cuestión, se inventaron el camino a Loja, que fue una manera de adornar la cosa. Por eso decidimos ir con Los Sangurimas.

SR: Desde el punto de vista de la difusión, hay una consideración: por qué una sola función con todo un gasto de por medio. Todo un esfuerzo grande para presentar la obra una sola vez. ¿Qué pasó? ¿No hubo un acuerdo para difundir el trabajo?

NG: Hubo un acuerdo inicial. Por lo menos debían programarse dos funciones dentro del Festival. A nosotros no nos correspondía imponer ese tipo de cosas. Luego se le planteó al Ministerio de Cultura para que la obra se presente en otras ciudades, por lo menos en Guayaquil, Quito y Manta, porque éramos los tres grupos involucrados. En 2019 hubo ese proyecto. Supuestamente el Ministerio aprobó, pero a la hora de dar el dinero para  trasladarnos, no había nada.

SR: Estuvo la idea de retomar el trabajo y la coyuntura fue el Festival de Manta. ¿Se van a programar otras funciones?

NG: Nos juntamos con Contraluz, para reemplazar a Muégano que no podía venir. Trabajamos presencialmente con ellos que están en Portoviejo. Malayerba trabajó en Quito. Nos juntamos una vez a la semana con Arístides y Charo y hacíamos ensayos virtuales. Trabajamos los textos, el análisis, etc. Seis días antes del Festival de Manta nos volvimos a juntar con la dirección de Gerson Guerra. Y se trató de hacer (el remontaje) lo más fiel al original. A mí me gustó más esta función. El propio Santiago Roldós lo sintió así… Incluso yo como actor disfruté más, encontré mucho más cosas a nivel del personaje. Estamos trabajando para la tercera función, aquí en Manta para el mes de octubre. Hay propuestas para Quito, con el Municipio. Está Cuenca en Noviembre y tal vez Ambato. Solo nos falta concretar algo en Guayaquil, ahí no tenemos nada todavía.

 

 

La muerte de la criada / Santiago Rivadeneira Aguirre

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Voces opuestas en la obra  ‘Sangurimas ’ /Santiago Rivadeneira Aguirre

Voces opuestas en la obra ‘Sangurimas ’ /Santiago Rivadeneira Aguirre