EL RE-TEATRO DE DORIAN GRAY / Jhonatan Salazar Achig
Los retratos en el arte siempre han tenido una relevancia ya que van más allá de simplemente capturar la apariencia física de una persona. Los retratos a lo largo de la historia del arte representan identidad, status, poder y proporcionan un medio para la expresión estética y la exploración creativa.
Muchos retratos han sido utilizados para inmortalizar la apariencia de individuos, desde figuras históricas y líderes hasta personas comunes. Permiten la expresión de la identidad y la personalidad, y por ello los artistas a menudo intentan capturar la esencia única de su sujeto, mostrando rasgos distintivos, gestos y expresiones que revelan algo sobre la persona.
Es innegable que históricamente los retratos han sido encargados por individuos con cierto estatus social y económico. La posesión de un retrato a menudo simbolizaba estatus y poder. Pero son también registros históricos pues documentan y proporcionan información valiosa sobre los estilos de vida y la cultura de la época en que fueron creados.
Estas representaciones visuales pueden tener un significado simbólico y emocional. La representación de la figura humana ha sido un desafío y una oportunidad para experimentar con la luz, el color, la composición y otros elementos artísticos.
Todos estos aspectos han permitido a los artistas tener un medio para explorar técnicas artísticas y expresivas. No hay siglo ni escuela artística que no destaque por sus retratos. Si seguimos el recorrido de tantos que existen el camino sería largo, pues la importancia de un retrato en el arte puede ser subjetiva y variar según la perspectiva de cada persona. Sin embargo, hay retratos ampliamente reconocidos y considerados importantes en la historia del arte.
Tenemos por ejemplo a La Mona Lisa (La Gioconda) de Leonardo da Vinci, uno de los más famosos del mundo. O El Retrato de Adele Bloch-Bauer I de Gustav Klimt pintado en 1907, conocido por su uso de ornamentación y simbolismo. El retrato de Pablo Picasso de Juan Gris, un destacado exponente del cubismo, que pintó el retrato de su amigo y colega en 1912. Es un ejemplo de cómo el arte moderno, en este caso, el cubismo, redefinió la representación visual en retratos. El Retrato de Henry VIII de Hans Holbein, pintor de la corte del rey Enrique VIII de Inglaterra, que creó un retrato que ha perdurado en la memoria histórica. Whistler's Mother (Retrato de la madre del artista) de James McNeill Whistler pintado en 1871, conocido por su simplicidad y armonía.
Estos retratos son solo algunos ejemplos y representan diferentes estilos artísticos, épocas y enfoques creativos. La importancia de un retrato a menudo se relaciona con su impacto histórico, artístico o cultural y de seguro Oscar Wilde, al ser un erudito en temas de arte, conoció sobre alguno de estos retratos y sus historias que hay detrás, y quizá alguno de ellos, así como el cuento El retrato Oval de Edgar Allan Poe, lo inspiró al momento de escribir su novela más conocida El retrato de Dorian Gray.
El retrato de Dorian Gray es una novela publicada por primera vez en 1890. Narra la historia de Dorian, un joven atractivo que, tras posar para un retrato pintado por su amigo Basil Hallward (César Salazar), desea que el retrato envejezca en su lugar mientras él conserva su juventud y belleza. A medida que Dorian se sumerge en un estilo de vida hedonista, su retrato refleja los efectos corruptores de sus acciones, mientras que él mismo permanece aparentemente inalterado.
Dorian Gray se ve atrapado en una espiral de indulgencia y evasión de responsabilidades, enfrentándose a las consecuencias de sus elecciones morales. El retrato, que actúa como un testigo visual de su corrupción moral, se convierte en un símbolo de su verdadera naturaleza. A medida que la historia se desarrolla, Dorian experimenta el deterioro de su alma mientras intenta preservar su juventud y belleza física.
La novela plantea varias preguntas filosóficas sobre la moralidad, la naturaleza del arte, y la relación entre el bien y el mal. Explora temas como la dualidad humana, la decadencia moral, la influencia corruptora, y la relación entre la estética y la moralidad. Es una obra clásica en todo el sentido de la palabra y por tanto un verdadero reto para su representación en el teatro.
El Teatro Victoria cerró su ciclo de la trilogía de Oscar Wilde con esta obra precisamente. Un verdadero reto de montaje por la extensión de la novela y por la cantidad de temas que uno puede encontrar en la misma. Hay que sacrificar mucho en este tipo de proyectos, pues no todo puede ser abordado y además necesariamente debes quitar algunas partes y personajes, entonces el reto es mantener la esencia de la obra, la misma que ha enamorado a generaciones de lectores.
La obra aborda varios temas significativos y complejos y ello dificulta el tema de representarlo en el teatro. Afortunadamente Juan Pablo Acosta y Greymar Hernández asumieron el reto de llevarlo al teatro, sin descuidar algunos de los temas principales. La obra en escena mantuvo la crítica a la hipocresía de la sociedad, que a menudo tiene estándares morales dobles. Mostró cómo la sociedad condena ciertos comportamientos públicamente mientras los practica en privado.
Se mostró también claramente la decadencia moral de Dorian Gray (Kevin Orduz). A medida que busca el placer hedonista y evade las consecuencias de sus acciones, su retrato envejece y asume los efectos de sus actos, mientras él mismo permanece joven y hermoso. En la obra de teatro se apostó por no mostrar el retrato pintado (cuadro elaborado al óleo por dos artistas ecuatorianos) sino hasta el final, pues los cambios sobre el mismo no podían ser demostrados y por ello durante toda la obra el cuadro nunca fue presentado, sino que daba la espalda al público.
La obra apeló por lo sensorial, por ello además del cuadro en escena se apostó por una escenografía, vestuario y luces que transporten a los asistentes a la época victoriana. Pero los sentidos se despiertan con la música en vivo creada exclusivamente para la obra por el Cuarteto de cuerdas bajo la dirección de Iván Acosta.
Se explora así la relación entre el arte y la vida, y cómo la búsqueda obsesiva de la belleza puede corromper y destruir a una persona, en este caso el personaje principal está dispuesto a firmar un pacto Faustiano[1], tema que en la obra de teatro se lo rescata muy bien. Dorian Gray realiza un pacto implícito con su retrato, intercambiando su alma por la eterna juventud y belleza. Aborda la naturaleza efímera de la juventud y la belleza. Vemos a Dorian buscando escapar del paso del tiempo y las consecuencias de sus acciones, lo que lleva a una reflexión sobre la inevitabilidad del envejecimiento y la mortalidad.
Una parte esencial de la obra que fue retomada en el teatro es el tema de la influencia corruptora de Lord Henry, un personaje indiscutiblemente necesario en la novela. En el caso de la obra de Juan Pablo Acosta considero un acierto que este personaje haya sido doblado, es decir representado de manera doble por dos actores (Javier Taco, Juan Carlos Taco). El tema de la influencia corruptora se reescribe, así pues, Dorian Gray es impulsado a la búsqueda de placer sin restricciones y al desprecio por las convenciones morales por la voz doble de Lord Henry. Esta influencia corruptora es un tema clave.
Hay varias cuestiones filosóficas que han intrigado a los lectores y críticos a lo largo del tiempo y que de alguna manera no dejaron de estar presentes y abordarse en la obra teatral. Por ejemplo, se examina la búsqueda hedonista de placer y la adopción de la filosofía de Lord Henry, quien aboga por la maximización del placer y la minimización del dolor como la guía principal para la conducta.
Wilde era un defensor de la estética, y desafiaba la noción convencional de que el arte y la belleza deben estar subordinados a la moralidad. En la obra como en la novela se sugiere que la búsqueda obsesiva de la belleza puede tener consecuencias morales significativas. Así, sin duda, entramos a la dualidad del bien y el mal en la naturaleza humana como un tema central. Las personas pueden tener tanto una fachada respetable y un lado oscuro, y estas dos facetas a veces entran en conflicto. Una escena inolvidable resulta cuando Dorian conoce a Sybil (Scarlet Cisneros) mientras ella actúa en una obra de teatro, allí se recrea una obra vista desde una obra de teatro, el teatro hablando del teatro (re-teatro) homenaje suspicaz a la visión estética de Wilde.
Estos temas filosóficos hacen que la obra sea rica en contenido y abren la puerta a interpretaciones diversas y profundas sobre la condición humana, la moralidad y la relación entre el arte y la vida. En el teatro obviamente eran temas que debían ser abordados y en hora buena que lo lograron.
Se entiende que el retrato actúa como un espejo de su alma. Los pasajes de texto que abordan esa increpación filosófico-religioso son precisos para mantener la idea de la obra literaria. Estos temas y otros más hacen de la representación de El retrato de Dorian Gray una obra rica y compleja que aporta al teatro como una disciplina artística social, discursiva y dependiente de su relación con el espacio y tiempo. La puesta en escena sin duda es un trabajo colectivo que necesita de la intercomunicación con el público y en este punto el Teatro Victoria tiene un logro.
FICHA
Actúan: Kevin Orduz, César Salazar, Javier Taco, Juan Carlos Taco, Scarlet Cisneros, Juan Pablo Acosta, Iván Acosta
Dirección: Juan Pablo Acosta
Adaptación teatral: Greymar Hernández
Coreografías: Xavier Delgado
Composición musical: Iván Acosta
Musicalización en vivo: Cuarteto de cuerdas, orquesta Nina Kuru
Pintores del retrato en óleo: María del Carmen Calderón, Juan Pablo Acosta.
Vestuario: Natalia Robelly
Diseño de afiche: Carolina Carrasco
[1] Donde un personaje busca el conocimiento o el placer a cambio de su alma