ENSAYO SOBRE UN HOMBRE BUENO LLAMADO WOYZECK | Santiago Ribadeneira Aguirre
Los integrantes del grupo Andamio Colectivo Escénico invitan al público que ha esperado a la entrada de la sala más de lo debido, (¿algún día los espectáculos empezarán a la hora?) a un ‘ensayo sobre Woyzeck’, la obra del dramaturgo alemán Georg Büchner. El escenario está dispuesto, las actrices, los actores y los músicos explican que los trabajos están retrasados y es necesario hacer algunos ajustes. Se discute sobre los alcances de la puesta en escena y las intenciones del diseño general que implica el quiebre de la ‘escena clásica’.
En definitiva, es un ensayo sometido a las contingencias y circunstancias propias del teatro, que pudieran ocurrir en este tiempo distinto, por ejemplo, las que conciernen a las características del personaje, los antecedentes del autor, las vicisitudes del texto que no pudo terminar y que apenas fue estrenado en la década de 1920, muchos años después de su muerte en 1837.
Incluso se añade que se va a trabajar sobre lo ‘inacabado’, respaldando la intensidad y la estructura fragmentada del original. El otro dato adicional e informativo para los espectadores es el manuscrito borroso e ilegible de Büchner, que fue descubierto y publicado recién en 1879. El teatro desechó desde ese entonces los convencionalismos burgueses que lo habían sometido y miró hacia el futuro de la escena moderna que nunca fue la misma.
En la escena inicial, después de los acomodos de la utilería y el vestuario, está Franz Woyzeck afeitando a su gordo y sudoroso Capitán, un epicúreo moralista que representa “la conciencia colectiva sublimada y caricaturizada”, como lo calificó J. Duvignaud. Lo que se vislumbra es el enfrentamiento de un ser humilde y bondadoso, atrapado en un mundo de pesadillas y sobresaltos, contra la falsa astucia del poder decadente. La escena culmina con la sentencia del Capitán: ‘Woyzeck eres una buena persona, pero Woyzeck tú no tienes moral. La cual se tiene si uno vive moralmente, ¿entiendes?”.
El médico y el capitán son los verdugos de Woyzeck. Y lo torturan de muchas maneras. Así se le crea el vacío al personaje que termina acosado y obligado a delirar. En ese estado de neurosis Woyzeck sucumbe bajo la sentencia de que nunca deje de ser ‘un buen hombre’. También está el salto a la animalidad mientras se invoca la condición humana cuando el doctor le increpa por haber orinado en el muro como un perro callejero. Woyzeck solo le contesta que ‘nos sobreviene la naturaleza’.
En las consideraciones que George Steiner contrasta sobre la obra de Georg Büchner, dice que su “instantánea madurez” le deja azorado. E insiste en algo fundamental: “toda su obra es al mismo tiempo logro y experimento. La muerte de Danton renueva las posibilidades del teatro político. Leoncio y Lena es teatro onírico, una fusión de ironía y arrebato del corazón que sigue adelantándose al teatro moderno” (La muerte de la tragedia). En cuanto a Woyzeck, se la puede considerar como la proclama anticipada de la ‘tragedia moderna’, una noción de culpa trágica que redimensiona el lenguaje, lo somete a las imperfecciones del mundo y ‘animaliza’ las relaciones entre los igualados por la miseria y la pobreza.
Los logros visibles del grupo Andamio Colectivo Escénico están en haber hecho una ‘lectura’ sonora amplia, libre de Woyzeck, que convierte al texto de Büchner en una declaración de principios sobre el hombre bueno y su extrema puerilidad. Es posible reconocer de inmediato los planos y niveles de las partes de la fábula, en el sentido brechtiano de ser ‘el corazón de la obra teatral’ (B. Brecht, El pequeño organón).
La puesta en escena construye los correspondientes ‘distanciamientos’ para unir las nuevas situaciones que involucran a los personajes, (incluso hay un intermedio anacrónico para repartir dulces) que descompone, deliberadamente, el desarrollo original de la historia. A ese propósito concurren la música de giros sorpresivos y los músicos (Andrés Mosquera y Fernanda Brito) que imprimen y acentúan las acciones de los personajes, los cambios de roles (actrices y actores representan indistintamente los roles de Woyzeck, de Marie, del Capitán o del Tambor Mayor), la iluminación, el vestuario y la escenografía.
El ensayo no puede terminar porque prevalece el último rompimiento: los espectadores, alentados por actrices, actores, músicos, directora y técnicos, deben dejar la sala y salir al aire libre a sacudirse de la sensibilidad entumecida. En ese espacio abierto se cierra la convocatoria con una invocación musical que resume el acto sobre la condición trágica de los seres humanos, mientras el lenguaje y la conciencia ya no pueden regresar al lugar de la ficción.
Ficha técnica
Grupo: Andamio Colectivo Escénico.
Asistencia de dirección: Natalia Bueno
Luces: Natalia Bueno y Mariana Sapienza
Vestuario: Priscila Fuertes, Natalia Bueno y Mariana Sapienza
Escenografía: Andrés Mosquera y Mariana Sapienza
Actuación: Aitana Samaniego, Alberto Soria, David Morejón, Enrique González Atay, Jhoselyn Vega, Lucy López, Mateo Moreno, Natalia Bueno, Priscila Fuertes, Yadira Segovia.
Músicos en escena: Andrés Mosquera y Fernanda Brito
Lugar: Sala Mandrágora Temporada julio 2023
Ensayo para Woyzeck –dice una nota de prensa del grupo, “es la tercera obra del Andamio Colectivo Escénico. Con 12 personas en escena, y mezclando el teatro y la música, contamos la historia de Franz Woyzeck, un soldado del más bajo patente, y su lucha diaria por la supervivencia”.