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Si los defino los limito...…y proclamar en voz alta: "Ufff, ¡qué viajezote!" | Pablo Roldán

Mugre sur en concierto. Proyecto Ba-lle.-na

Si los defino los limito...…y proclamar en voz alta: "Ufff, ¡qué viajezote!" | Pablo Roldán

Mugre Sur es una miscelánea de performatividad. En ciertos momentos, es la banda sonora de una casa familiar cualquiera; en otros, transita por el accionismo, desafiando las fronteras tradicionales del arte. Sus creaciones escénicas y performativas retoman la tradición fantástica, cruzándola con lo ucrónico y el ciberpunk. Son performeros criollos, hechos en Ecuador. Mugre Sur abarca generaciones que los escuchan, los siguen y los idealizan, incluso antes de cruzar solos o solas la calle. Son una constante que siempre conmueve.

KINTSUKUROI. Andrea estrella y Paul Moposita

Mugre Sur es como el ecuavóley: otra forma posible de querernos.

Paul Moposita, desobediente y liminal, resignifica los objetos cotidianos a través de sus ready-mades criollos. No solo niega las categorías tradicionales del arte, sino que también cuestiona la relación entre poética y política. Plantea, mediante sus espectáculos, que el único factor determinante para que un objeto tenga o no valor poético es la manera en que las personas lo perciben. Así, reconstruye diversas textualidades híbridas que desembocan en el Hip-Hop, proponiendo otros modos de asumir lo latinoamericano, su relación con el barrio, la historia global, los saberes y las epistemologías propias.

Pedro Lemebel decía: “El barrio es una telaraña de amores y traiciones; ahí late la vida, sin pretensiones ni disfraces”. Mugre Sur recoge este espíritu, haciendo del barrio un escenario para el arte. Al igual que las performances de Lemebel, sus canciones y actos son un espejo que refleja las luchas, alegrías y contradicciones de lo popular. En palabras de Allan Kaprow: “El arte debe insertarse en la vida cotidiana, ser una extensión de esta” (Kaprow, 1966). Moposita convierte el espacio común en escenario, y al espectador en cómplice, abriendo un diálogo íntimo y político.

Mugre sur en concierto. Proyecto Ba-lle.-na

El rap, el trap y el reguetón abordan lo cotidiano como una herramienta cultural y política que emerge desde las periferias urbanas para resignificar los territorios marginados y las experiencias de quienes los habitan. Estos géneros son una plataforma de denuncia, resistencia y creación de identidad colectiva. Desde las letras cargadas de crítica social hasta las estéticas visuales y performativas que los acompañan, el Hip-Hop dialoga con el barrio como un eje de producción simbólica y cultural. “Cuéntale a mamá la música que hacemos para que te cuestiones: no solo son piedras, también escupo flores”, indica Black Mama. Desde esta perspectiva, el rap y sus derivados son una práctica sociopolítica que desafía las jerarquías culturales, resignifica lo periférico y convierte al barrio en un motor de cambio y creación.

Jeff Chang lo explica claramente en Generación Hip-Hop (publicado como Can’t Stop, Won’t Stop en 2005). Chang no repite el “mito del origen”, sino que cuenta la historia del Hip-Hop desde las diversas dimensiones del contexto sociocultural en que se produjo: luchas sociales, declamaciones políticas, crisis económicas, procesos migratorios y transformaciones urbanas. Habla de las Panteras Negras, del surgimiento del neoliberalismo y de las luchas por derechos civiles y contra el racismo. Contextualiza lo político y cultural para explicar el surgimiento, posicionamiento y permanencia del Hip-Hop como movimiento. Moposita trabaja desde el acontecimiento cotidiano: “Saco a relucir lo que nadie quiere decir, en este panorama gris aún existe gente por ahí que cree que uno vale menos por haber nacido unas cuadras más al sur”. 

Mugre sur en concierto. Proyecto Ba-lle.-na

"Muevo manitas, luego perreo"
Movemos el cuerpo de arriba hacia abajo con la velocidad de la música: a 120 bpm se mueven los hombros; a menos de eso, las caderas; y a los 75 del reggae, las rodillas. Pero, ¿cómo se baila el accionismo? El trabajo de Mugre Sur dialoga con las prácticas del accionismo al transformar los espacios cotidianos en escenarios disruptivos. Porque, como señaló Kaprow, "el arte no tiene que estar encerrado en un museo; puede suceder en cualquier parte de la vida cotidiana" (Kaprow, 1966).

La performatividad de Moposita, cargada de simbolismos locales y referencias globales, se acerca también al pensamiento de Beuys, quien concebía el arte como una fuerza transformadora de la sociedad. Para Beuys, "cada ser humano es un artista" y puede participar en la creación de un mundo más justo y libre (Beuys, 1973). Bajo esta premisa, Mugre Sur encarna un arte comunitario que abraza lo híbrido y lo imperfecto, vinculando lo artístico con lo político. Convocan a vivir en Hip-Hop y construir Rap. Como en el accionismo, su arte no es un producto terminado, sino un proceso en constante construcción, donde el público se convierte en cómplice, testigo y creador. Disfraz (Moposita) nos invita a mover las manitas desde la performance artística local, multidimensional y participativa.

Mugre sur en concierto. Proyecto Ba-lle.-na

Diálogos híbridos de Moposita

Moposita trabaja con ecosistemas híbridos que dialogan con múltiples disciplinas artísticas y culturales. El sampling se entrelaza con sonidos del barrio: el silbido de una olla de presión, los gritos de los vendedores ambulantes, el retumbar de los parlantes de un camión de gas. Su performatividad, cargada de referencias locales y globales, recuerda las propuestas del accionismo, donde lo cotidiano se transforma en un acto poético y político. En este sentido, podría indicarse que Moposita, a través de Mugre Sur, resignifica la puesta en escena como un lugar de resistencia cultural, donde la historia global se cruza con las experiencias locales. En donde el cuerpo es la herramienta de trabajo, el escenario donde se desarrollan las distintas posibilidades de ser. El cuerpo es el territorio donde se desatan todas las luchas, se cuestionan los límites, se exponen las heridas y se celebran las resistencias. Rechaza el exotismo y abraza la cotidianidad: un plato de arroz con huevo, una conversación en una tienda, el drama de sobrevivir en la periferia construyen lo textual.

Ivy Queen, referente del reguetón, ha dicho: “Yo no soy la reina del reguetón, soy la reina de mi vida. No soy la imagen que la gente quiere, soy la imagen que yo quiero”. Esta frase captura su empoderamiento y resistencia dentro de la música y la cultura popular, desafiando las expectativas impuestas y creando una identidad propia, tal como lo hace Moposita con sus obras, llevando lo cotidiano a lo artístico y subvirtiendo los códigos establecidos.

Este enfoque conecta con artistas como Roja MC, Elegan-T, Gabylonia, Ivy Queen, Trueno y Queen Latifah, quienes también transformaron sus entornos inmediatos en material artístico, demostrando que lo local puede ser profundamente universal.

 Pablo Roldán : Artista multidisciplinario, director teatral y docente. 

Más en: https://www.elapuntador.net/portal-escenico/pablo-roldan 

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