¡OYE ARTISTA! ¿CUÁL ES TU PRIVILEGIO? | Francisco Bedoya
¿Te consideras artista? ¿Qué te transforma en uno? ¿Tu dinero? ¿Tu título? ¿Tu talento? ¿Tus contactos? ¿O tú? Escucha lector, ahora que me has permitido ser una voz en tu cabeza, te pido permiso para cuestionar tu esencia. Querido lector, o quizás debería dirigirme a ti como "co-creador de realidades". En este escenario donde las líneas entre el arte y la supervivencia parecen difuminarse, me permito reflexionar sobre el concepto de privilegio que envuelve a aquellos que se autodenominan artistas en nuestra querida Quito, tierra que respira cultura pero exhala desafíos socioeconómicos y culturales.
Al prevalecer en lo que llamamos arte, esa fuerza permanece en nosotros y nos transforma en seres más empáticos o más fríos. La sensibilidad, potenciada o nula, también sería un privilegio. Para este ser humano, poder sentirlo todo o nada, y con eso, crear lo que sea que pensemos es arte, nos vuelve artistas. Cocinero es el que cocina, pintora es la que pinta, artista es el que hace arte. Tus acciones crean hábitos y tus hábitos te crean, somos la suma de todo lo que hacemos. ¿Haces arte, artista?
¿Qué es ser un artista en un mundo donde la lucha por lo básico se convierte en un acto heroico? ¿Es el privilegio un lujo reservado para unos pocos o una moneda de cambio que define nuestra existencia?
Desde el dinero hasta la educación, desde los contactos en el medio artístico hasta la expresión del talento, cada elemento se convierte en una moneda única en este mercado de creatividad. En este contexto, el privilegio no solo se manifiesta en la cuenta bancaria, sino también en el acceso a oportunidades educativas y en la red de relaciones que teje la escena artística. La dualidad del privilegio se revela en la falta de recursos, que puede convertirse tanto en una fuente de inspiración como en una barrera infranqueable. ¿Cómo equilibrar la creatividad con la necesidad de subsistir? ¿Cómo transformar la carencia en una oportunidad para reinventarnos? El arte, entonces, se convierte en el espejo de nuestras elecciones, una ventana hacia la condición humana donde el privilegio y la responsabilidad se entrelazan en una danza constante.
Al reconocer estos privilegios, la pregunta que emerge es: ¿debemos simplemente agradecer por ellos o asumir la responsabilidad de usarlos como herramientas para el cambio? La capacidad de crear, de dar forma a la realidad, nos otorga una posición única para desafiar, cuestionar y transformar. Mencionemos a El Apuntador, revista teatral que se ha vuelto una ventana abierta para el teatro de la capital.
En este escenario de contrastes, donde la creatividad y la supervivencia entrelazan sus hilos, nos enfrentamos a la realidad de que el arte es tanto un reflejo como una respuesta a los privilegios que poseemos y a los que nos han negado. ¿Cuál es tu privilegio como artista en este panorama incierto? En este diálogo constante, te invito a ser no solo un creador de obras significativas, sino también un arquitecto de cambios, un narrador de realidades diversas y un defensor de la llama que ilumina nuestra existencia colectiva.
Así que, querido lector, al explorar la intersección entre el arte y el privilegio, te invito a cuestionarte sobre tu propio viaje artístico. ¿Cómo puedes contribuir a desafiar y transformar los privilegios que pueden estar presentes en tu camino y en el de tus compañeros artistas? ¿Cómo puedes ser un agente de cambio que utiliza el arte como una fuerza poderosa para la equidad y la inclusión en nuestra amada Quito? En este escenario cambiante, en la construcción de un mundo artístico donde la diversidad y la deberían ser las protagonistas.
Francisco Bedoya , actor dramaturgo y director del colectivo @susurros_teatro.
Más sobre él en nuestra página web www.elapuntador.net