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PRIMERA LLAMADA | ¿ El teatro ecuatoriano está enfermo ?

PRIMERA LLAMADA | ¿ El teatro ecuatoriano está enfermo ?

Es una frase de revelación contundente, pronunciada como si fuera el inicio de algo terrible, inesperado, de un desenlace trágico. Conlleva a suponer la muerte del teatro o de cierto teatro, o la muerte del arte y la cultura que fue un pronóstico abrumador en algún momento de la historia de la humanidad, atribulada por acontecimientos sangrientos de orden bélico como la primera y segunda guerras mundiales.  

O tal vez la frase sea, en definitiva, la admisibilidad de que también el teatro puede contagiarse de alguna anomalía como cualquier otro ser, cuya estructura orgánica dependiera de muchos factores externos e internos que influyeran en su vida, su desarrollo y su permanencia. ¿De qué está contaminado el teatro y qué enfermedad le aqueja al punto de imaginar también para el ser humano, el arte y la cultura un ‘desastre generalizado’ y un desorden orgánico indescifrable?

¿O Marina Salvarezza, autora de la frase dicha en el contexto de una entrevista para un diario nacional, se ha dejado llevar de un ‘delirio contagioso’, muy artaudiano y cruel que para decirlo en el mismo tono, nos lleva a imaginar la forma de un flagelo mucho más peligroso “que no ataca el cuerpo sino las costumbre”? (Artaud El teatro y su doble). “La crisis que viven las artes escénicas se debe a un tema de seguridad. – insiste la actriz. Lo que nos está perjudicando luego de la pandemia es la violencia y el miedo que vivimos. Esto impide que las personas asistan a obras de teatro e incluso a restaurantes. Muchos no van por esa razón”.

¿Está hablando de sobrevivientes? ¿O de una ‘gratuidad frenética’ como la que ahora mismo está viviendo el país muy cerca al paroxismo? El teatro ecuatoriano ha adquirido una forma nueva muy ajustada a una fuerza espiritual ‘que inicia su trayectoria en lo sensible y prescinde de la realidad’. Textualmente, concluye la actriz y docente que vive en Guayaquil desde hace muchos años, “el teatro está enfermo. Le hace falta respeto y apoyo constante por parte de empresas y autoridades. Debe existir consideración al proceso de montaje de una obra”.

Y podríamos concluir con la siguiente mención, también de Artaud, que deja planteada la reflexión de Marina Salvarezza respecto de la necesaria perturbación del ‘reposo de los sentidos’ y la liberación del inconsciente reprimido, tal como lo hacen actrices y actores cada  noche y cada una de las obras que se presentan en las principales ciudades del país: 

“El teatro nos restituye todos los conflictos que duermen en nosotros, con todos sus poderes y da a esos poderes nombres que saludamos como símbolos; y he aquí que ante nosotros se desarrolla una batalla de símbolos, lanzados unos contra otros en una lucha imposible; pues solo puede haber teatro a partir del momento en que se inicia realmente lo imposible y cuando la poesía de la escena alimenta y recalienta los símbolos realizados”.  

El Apuntador

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