SOBRE LA VANIDAD DE HACER UN CALLBACK | Sharon Olazaval
¡Me llamaron! ¡Después de la agonía de ese primer casting me llamaron para un callback! ¡¿QUÉ?!
Pasaron un par de semanas en las que no supe nada (y honestamente no esperaba nada tampoco), semanas en las que me retorcía ante el recuerdo de mi rostro inerte, él mismo esperando reaccionar ante lo que sucedía con la otra actriz, de mi mirada vacía también a la espera de un comando actoral y de mi mente que sabía que tenía que hacer algo pero no atinaba a hacer nada. Yo ya había dado esa oportunidad por perdida, ya la había incluído en mi catálogo de decepciones, ya la había archivado en la carpeta de los castings malos (¿hay toda una carpeta? Sí, señores, los castings no escatiman en fracasos.) Ya iba por la vida, otra vez, sin ser reconocida hasta que me llegó un mensaje que decía que habían visto mi material con lx directorx y que les gustaría hacer un callback conmigo.
¡¿Qué?! ¿Es en serio? Wow, es tan inesperado, quisiera agradecer primero a la Academ…no, no, no, me estoy adelantando, ¡pero es que es la primera vez en mi vida que me llaman a un callback! ¡Y claro que me iban a llamar si yo soy una gran actriz! Yo sé que soy muy buena y que puedo hacerlo muchísimo mejor, definitivamente ellxs se dieron cuenta de eso y decidieron llamarme. Pues ahora que se alisten porque voy con todo. ¿Qué me voy a poner? Ya sé que nada brillante, como la última vez, porque se supone que el personaje está pasando por un momento bajón, pero eso no sabía antes, ahora ya lo sé, punto a mi favor. ¿Cómo me voy a peinar? Más vale que esta vez mi cabello se porte bien. Para prevenir cualquier descaro de su parte mientras seca me lo voy a lavar con muchas horas de antelación así podré corregirlo con tiempo si se desvía. Otro punto para mí. Por suerte mis pestañas siguen rizadas desde el último, y primer, lifting de pestañas que me hice, así que punto. Mi piel está bien hidratada, punto, tal vez me pongo un poco de brillo en los labios y listo, no necesito más.
Después del shock inicial y de los delirios que le siguieron me aseguré de ir preparada. Pedí que me cuenten con más detalles la historia del personaje y de acuerdo con ello busqué música que me acerque a su experiencia porque los estímulos auditivos son, para mí, los más potentes. Para este personaje fue la canción On ne change pas de Céline Dion. Hay en ella una sensación de profunda tristeza y de esperanza a la vez, te dan ganas de llorar, pero al mismo tiempo de bailar. También vi un montón de escenas de películas con personajes más o menos parecidos al que iba a probar. Ayyy, pronto será alguien más que vea mis escenas y busque inspiración en ellas.
Hasta que llegó el día. Después de cambiarme la blusa muchas veces porque no sabía si ir con una que resalte mis pechos (son de verdad muy bonitos y me parecía importante que lo vieran) o con un suéter que me abrigue un poco (hacía mucho frío en Quito) pero que los deje algo escondidos, decidí ir con el suéter (el frío no me sienta muy bien) y salí al callback.
En el camino recordé un video de Meryl Streep en el que habla de irse convirtiendo en el personaje desde que cerramos la puerta de casa hasta que llegamos al casting. Me pareció oportuno hacer lo que Meryl hacía pues mi destino es, sin duda alguna, ser como ella. Una sola vez lo probé, no para un casting sino para un ensayo. El sonido de la puerta al cerrarse fue como el ‘acción’ en una película o las luces del teatro que se apagan para que la ficción empiece. Estaba un poco desesperada porque había un monólogo que no me estaba saliendo como debía por lo que estaba usando cuanto tip encontraba. Y funcionó, ese día aquel bendito monólogo salió bien. Así que en el taxi me puse los auriculares y le di play a la canción de la Dion que se reprodujo en loop, una y otra vez, una y otra vez.
Cuando llegué tuve que esperar un poco. Estaba sola, y claro, esta no es la industria norteamericana que nos ha mostrado salas de espera de castings llenitas de gente en innumerables películas y series. Me acordé de Joey en Friends esperando a que lo llamen con varios actores vestidos exactamente igual que él. Y de las pobres actrices en Tootsie que prácticamente estaban entrando a un matadero. Y también, y más importante aún, me acordé de las audiciones reales que se han convertido en verdaderos íconos del sueño Hollywood: Henry Thomas para E.T., Daisy Ridley para Star Wars: The Force Awakens y siempre siempre siempre Rachel MacAdams en su legendaria prueba para The Notebook. La historia espera por la mía, no hay que demorarla más.
La puerta se abre y me invitan a entrar. Estoy a punto de dejar a todxs con la boca abierta. Estoy a segundos de cambiar el curso del cine ecuatoriano. Estoy a nada de convertirme en una estrella.
TODAS LAS MAÑANAS QUE VIVÍÍÍÍ, TODAS LAS CALLES DONDE ME ESCONDÍÍÍÍ, EL ENCANTAMIENTO DE UN AMOR EL SACRIFICIO DE MIS MADRES LOS ZAPATOS DE CHAROOOOOOOOL. ¡¡¡AAAAAAAYYYYYYY NO PUDO HABER IDO MEJOR!!! ¡FITO, CÁNTAME! TODOS YIRAN Y YIRAN, TODOS BAJO EL SOL, SE PROYECTA LA VIDA, MARIPOSA TECKNICOOOLOR. No podía más de la felicidad, bailaba con los postes de luz, los pasos cebra y los pajaritos. La calle estaba vacía y yo cantaba y bailaba como si ya me hubiera ganado un Oscar, pero no, solo me había ido muy bien en el callback.
El entusiasmo era tanto que decidí caminar a casa. Los autos pasaban a mi lado apurados y me lanzaban una ráfaga de viento helado que hacía que el día se sintiera aún más frío. Pero era justo lo que necesitaba para bajar mi adrenalina. Y con el cierre de la chaqueta subido hasta arriba, las manos en los bolsillos, las mejillas y la punta de la nariz roja y el vaho que salía de mi boca cada vez que suspiraba en voz alta, me preguntaba si esta de verdad sería mi gran oportunidad. ¿Debería dejar que pase lo que tenga que pasar o esta vez debería pelear para obtenerlo? Hacer como hizo Elijah Wood cuando se filmó haciendo tres escenas de El señor de los anillos y le envió la cinta a Peter Jackson, sin que este se lo haya pedido, cosa que le valió el rol de Frodo. O escribirle a lx directorx, como hizo Margot Robbie con Tarantino cuando le envió una carta en la que le decía que era su fan y que le encantaría trabajar con él, y pedirle que me deje ser su Gena Rowlands, contarle quién soy y qué hago, tal vez invitarle a tomar un café para que me pueda ver de verdad y que se de cuenta, sin necesidad de otra prueba, que soy la mejor opción para el papel, justo como David Lynch hace para elegir a sus actorxs: sólo conociéndoles y hablando con ellxs. ¿Y si no me escogen por otras razones? Recuerdo la audición que hizo Meryl con Dino De Laurentiis para el papel de la mujer de la que se enamora King Kong que no obtuvo porque a él ella le pareció muy fea. Tal vez me veo distinta a lo que se imagina lx directorx, tal vez no quiere trabajar con una actriz de cabello rizado, sino que quiere a alguien lacia, o rubia, o de pelo largo. Tal vez me veo más joven o más vieja de lo que el personaje debería ser, o más alta o más bajita. O tal vez mis pechos son muy bonitos para alguien que está pasando por ese momento bajón. Incluso tal vez me escogen y después me entero que ya habían elegido a alguien pero que ella decidió no aceptar y por eso tuvieron que buscar a alguien más, como cuando Helena Bonham Carter rechazó el papel principal en Breaking the Waves de Lars Von Trier porque le sonaba un poco pornográfico y terminó interpretándolo Emily Watson, gran cosa para ella pues el film catapultó su carrera. Tal vez… Tal vez… Tal vez…
Enredada en mis pensamientos llegué a casa. Abrí la puerta, el calor del adentro me acogió, entré y la cerré y el sonido de ese golpe fue la pantalla negra que aparece antes que rueden los créditos de esta película y que detiene el tiempo por unos segundos, o los aplausos en el teatro que se escuchan en la oscuridad al terminar esta obra y que nos vuelven a la realidad. Luces. Telón. Fin.