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Una vez más, para todo este público ... | Fer Jr Prieto (Especial para El Apuntador)

Foto: Teatro México / Fernando Prieto

Una vez más, para todo este público ... | Fer Jr Prieto (Especial para El Apuntador)

Crónicas brechtianas o escritos distantes para pensar el teatro con canciones de Chris Cornell, Black Pumas y ZZ Top 

¡VOLVIMOS! Estimado público presente, hemos regresado con las crónicas brechtianas, gracias a la maravilla de El Apuntador que abre este espacio para hablar cualquier cosa interesante y no interesante, profunda y liviana, dramática y cómica o surreal y real, sobre... EL TEATRO.

Un espacio escrito para lectores desprevenidos, intensos, descriteriados que no hacen de las letras una metáfora alegórica de sabiduría sino todo lo contrario, un espacio para quienes leen mientras se comen un sándwich  mantecoso o planchan la ropa de la semana, e incluso y en los peores casos, estos escritos van dirigidos a los que sienten curiosidad por saber qué ocurre detrás del telón o cuando la obra no ha comenzado o ya ha finalizado, porque sí, parece increíble de creer, pero antes, después y detrás del hecho teatral también hay vida, así que bueno sean de nuevo bienvenidas y bienvenidos a este nada pretencioso lugar de las letras que se olvidan.

(en este punto los tres gatos sentados en el lugar del público, aplauden con desgano, al cómico de ropas rotas y maquillaje rimbombante)

ACTO NO 1. MUCHA MIERDA

Nunca me gustó que me dijeran antes de iniciar una pieza teatral, mucha mierda, porque sentía que no era un: suerte, sino un: ¡apesta esta obra!

Era extraño porque quienes lo dicen, generalmente lo hacen con la mejor intención, pero me lo tomaba muy mal.

La historia cuenta que antiguamente las compañías de teatro median el éxito de sus obras por la cantidad de mierda de caballo, pues, si había mucha al ingreso del teatro significaba que había venido, en sus carruajes, mucha gente de la alta a verlos, esto en el siglo XVI Y XVII, pero hay otra versión, que me gusta un poco más, y es que los actores viajeros o juglares de la edad media, dependiendo de la cantidad de mierda que había en los lugares donde iban a presentarse, sabían si la recaudación podía ser buena o no, y se presentaban o no de acuerdo a la cantidad de excremento de caballo que veían.

Que lindo que en los tiempos presentes ocurriera lo mismo, así habríamos evitado presentarnos en tantos lugares que, al igual que la presentación inicial, solo llegaban tres gatos a vernos cuando íbamos de gira teatral y por tierra. 

Pero bueno no estamos aquí para hablar de mierda de caballo, porque entonces también tendríamos que reflexionar sobre la calidad del estiércol, ya que, si el equino comía bien y la calidad de la misma era buena, entonces se podría cobrar más cara la entrada al espectáculo, pero en fin dejemos de hablar de caballos y de mierda y más bien hablemos de públicos.

ACTO NO 2. PÚBLICO

Es bien sabido que el teatro se hace para el público, y que sin el público no existe el teatro, y no hay nada más lindo, placentero y que nos llene de orgullo y alegría que ver la sala llena o con una cantidad de público memorable.

Pero no siempre ocurre así e incluso y aunque no se admita, la falta de público logra, en muchos casos, hacer mella en los que representan la obra. Entonces, ¿Cómo hacer para que no afecte el ánimo, la energía o el desempeño de la pieza teatral? Difícil.

Admiro profundamente a quienes lo logran, creo que alguna vez estuve presente en una obra de La Candelaria donde éramos solo un puñado y lo hicieron como si fuéramos miles, recuerdo esa de varias en otros teatros y, en definitiva, era de admirar que les resbalara cuantos éramos, porque hay que decir lo obvio: el teatro es un acto vivo.

Cuando era actor, admito que me afectaba, quizás porque inicié en la calle y ahí si se hace una buena convocatoria o en un espacio relativamente donde transcurre muchas personas, pues el público va a estar, ahí el lío es otro, sostenerlo y que no se vaya, pero luego cuando hice teatro de sala, me costaba montones sostenerme si notaba que en la sala había poca asistencia.

Ahora como director, si hay menos de diez asistentes prefiero cancelar, me aburre presentar para pocos y generalmente salgo más con ganas de dedicarme a vender seguros para autos que volver a presentar.

Por eso y es aquí donde me surgen muchas preguntas:

¿El actor o la actriz debe enclaustrarse dentro de la cuarta pared e ignorar todo lo que ocurre afuera?

¿El colectivo que representa debe apoyarse unos a los otros para sostener la energía de la pieza?

¿Se debe dar valor total a la frase derrotera de que público es igual cien o uno?

¿Se debe tomar como una prueba de profesionalismo el actuar para muy pocos con la misma entereza que para muchos?

Son preguntas a las que no suelo tener respuestas, y no soy bueno motivando al equipo teatral a que salga al escenario con todo cuando la asistencia en sala es mínima, más bien suelo dejarlo a la suerte de cada una y uno y a sus formas de vivir la situación.

De nuevo lo digo y con esto termino: admiro profundamente a quienes lo saben resolver sin dejar que la pieza decaiga, y aunque solo sea una persona en la sala, la representan como si fueran cien.

Así que bueno, para quienes presentan sus espectáculos teatrales por estos días… ¡Mucha mierda!

 

Fernando Jr Prieto: Director y dramaturgo de la Petisa Babilonia proyecto teatral multiétnico e itinerante con sede en la carretera 

 

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