Viajante(s) en el espacio-tiempo-sonido / Juan Manuel Granja
Veinte espectadores que se vuelven participantes, incluso coprotagonistas, gracias a unos audífonos y una grabación de audio que se instalan, junto con las debidas instrucciones de sincronización del grupo, antes de iniciar la obra. ¿Pero es este trabajo, esta experiencia compartida titulada El viajante, lo que convencionalmente se puede denominar una obrade teatro? Sudaka 9, festival de artes escénicas multidisciplinarias y performance, presentó como parte de su avant-première, un trabajo que acertadamente introduce algunos de los objetivos estéticos planteados para esta edición del festival. La propuesta es intentar un cruce entre una concepción del lugar de interacción entre espectadores y artistas como “ciudad-teatro” y varias disciplinas que intermedian nuevas tecnologías con el uso de dicho espacio.
La compañía BiNeural-MonoKultur (Argentina, Alemania) fue la encargada de llevar a cabo este “audiotour escénico”, pues así denominan a la acción grupal titulada El viajante. El experimento auditivo y performático se produce gracias a la interacción sencilla y bien planteada de la locución de un texto grabado, la musicalización, un actor (¿o performer?) y el público que va formando parte del desarrollo de la obra a partir de una serie de consignas. El texto, la voz de una mujer, describe al personaje que va asomando a lo lejos desde la calle de enfrente. En un inicio parece una especie de vendedor o burócrata, lleva maletín y gabardina; alguien encargado de cumplir una misión que se caracteriza como rutinaria pero que esta vez se vuelve especial pues se trata del último día en que se le encargará dicha obligación.
El fin (The End, la canción de The Doors suena de fondo): la grabación que escuchan los espectadores-participantes insiste en que este día señala el fin de algo, no solo de la misión que debe cumplir el personaje sino quizá de su vida misma o al menos de su participación en este plano de existencia o de este preciso lugar. Espacios-dimensiones que serán arrasados por un tornado o por algún acontecimiento convocado simbólicamente por la fuerza de un tornado. Mejor no hablar de ciertas cosas, la canción de la banda argentina Sumo sirve no solo para repetir en voz de la locutora esa frase que le da título sino para remitirse a elementos de la misma que van conformando la participación-imaginación de los espectadores así como el argumento escénico: un tornado que arrasa con la ciudad, una mujer, un vidrio empañado, un jardín primitivo, “mejor no hablar de ciertas cosas”.
Ciertos toques en el texto y en la circunspección del personaje hacen pensar en el protagonista como un extraterrestre, un investigador, un infiltrado político, un detective o todo eso a la vez. Los remanentes del sueño de la noche anterior invaden su conciencia, la idea del despertar al último día de la vida persiste, la acumulación de puntos a la manera de millas de viaje para ser parte de un club VIP de consumo o como premio por la obediencia se anuncia una y otra vez (el imperativo social del ascenso). Y todo esto sucede mientras el público corre detrás del actor hasta la terraza del edificio o lo rodea en un círculo tomándose de las manos o prueba las pastillitas de menta que ha colocado sobre una mesa.
El perfomance conjunto que implica seguir al actor por todo un edificio, interactuar con él y atender al texto, sus reflexiones y planteamientos, no solo implica el ensayo de una ocupación otra del espacio, por más efímera que esta sea, sino además una meditación a propósito del arte escénico y del acto mismo de actuar en un tiempo y en un espacio concreto. ¿Es actuar seguir las instrucciones de un texto (dramatúrgico) con mayor o menor destreza histriónica o es la escritura misma de ese texto ya un hecho de acento performático? ¿Actuamos dentro de las convenciones de nuestra cultura o el mundo nos actúa a través de nuestros cuerpos? ¿Es actuar siempre interpretar? La idea del performance como parte de la cotidianidad, como forma de pensar la intervención verbal y corporal diaria en términos de sus hábitos (mecanizados) y sus posibilidades (críticas) es justamente uno de los ejes de este festival que El viajante logra abordar con un planteamiento envolvente que conjuga espacio-tiempo-sonido.
FICHA TÉCNICA
Concepto, dramaturgia y dirección: Ariel Dávila + Christina Ruf (BiNeural-MonoKultur)
Diseño sonoro: Guillermo Ceballos
Voz: Gabriela Aguirre
Actuación: Ariel Dávila
Co-producción: BiNeural-MonoKultur y Festival Sudaka
Agradecimientos: Sam Romero