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Angustias y angustiadores /Santiago Rivadeneira Aguirre

En presencia de mis angustiadores. Foto Pablo Corral

Angustias y angustiadores /Santiago Rivadeneira Aguirre

¿Cuándo surgen las angustias en el ser humano? ¿En qué momento preciso el orden del mundo deja de ser bueno y cuándo se pierde esa calidad? La ruptura del orden establecido, de acuerdo a los principios y patrones aristotélicos, solo puede suceder en una situación trágica. ¿O farsesca? La fuente del error, entonces, estaría en el propio comportamiento del ser humano y en la cultura misma. Por lo tanto, ¿existe una dimensión cultural para poder entender el concepto de error trágico, en el contexto de una acción equivocada o no que, igualmente, contradice la práctica de la libertad?

Estos son los elementos dramáticos que nos trae la obra En presencia de mis angustiadores, del grupo Deus Ex Machina con la dirección de Sebastián Cattán, la presencia de actores y actrices que fueron parte de un largo proceso de investigación y entrenamiento. Importan, en primer lugar, los siete meses de trabajo intenso, ligados a la investigación actoral. Es una  búsqueda ‘angustiosa’ –en el sentido de descubrir las perspectivas de un texto– que se abre directamente para el ejercicio de la creación. El ‘material de la angustia’ tiene como fuentes la Biblia y la dramaturgia de Tennessee Williams, que son procesadas dentro de una ‘extraterritorialidad’ inquebrantable. Porque las fricciones que van surgiendo, no tienen una marca narrativa definida.

Ese territorio de la narración está fuera del sistema de representación convencional: está en los cuerpos y en el lugar que ocupan y transgreden, que es desde donde se narra o se cuentan las historias individuales, específicamente, tanto en lo inesperado como en lo predestinado. Hay una invariable lejanía para desvirtuar cualquier pathos posible porque ahora no está presente ningún sujeto trágico al que haya que ritualizar. Y en el juego escénico vamos  descubriendo que tampoco hay un concepto de error (trágico o consagrado) que pudiera explicar la mala fortuna o la supuesta quiebra del orden. No hay orden en el mundo y, sin embargo, existe una ruptura o una transgresión que se expresa en la invención de sentidos: “La desgracia (y la culpa) solo puede provenir de alguien que haya podido cometer alguna falta”.

Este axioma se convierte en un lugar intermedio que se aloja entre la obra y el espectador, pero para ser devastado. Se vuelve un espacio acotado por las acciones de los personajes para insistir, desde la angustia, que la narración –o la historia– no está inscrita materialmente en la coyuntura escénica. Es una puesta a prueba de los valores de la cultura, atravesados por la religión, las creencias, los principios y las reglas humanas. De ahí que las acciones de los personajes están atadas a las situaciones y a las voces de los otros, que se vuelven una resonancia casi cognitiva. La función patético-purificadora sobre las desgracias y las culpas ya no puede estar sometida al carácter o la personalidad del sujeto.

El ‘error’ trágico y la culpa, habitarían en la relación con los otros, de ahí que las ‘sanciones morales’ también deberían provenir de terceros, y de quienes han sido los permanentes contradictores o acusadores. Es decir que lo cierto es aquella consideración dramática sobre la doble condición del ‘error’ que compromete a cada individuo: una determinación externa, cuando las acciones dependen directamente del juicio ajeno; y una determinación interna o personal, cuando de por medio está la conciencia de la culpa o la voluntad consciente, muy propia de la dramaturgia de Tennessee Williams. 

Hay que señalar, dentro de la idea general y la puesta en escena de Sebastián Cattán, el manejo del espacio que se afina con inteligencia y sobriedad. Y destacar, además, el vestuario, el maquillaje y aquella voz muy aguda que aparece y desaparece, cortando los giros para la multiplicidad de las acciones. Tal vez se exagera un poco en los timbres y los tonos que desfiguran la sonoridad del espectáculo. Es un exceso –no un error o una falta– seguramente innecesario que siempre puede superarse.

FICHA TÉCNICA

 Textos de la Biblia y de Tennessee Williams

Elenco: Juana Arias, Estefanía Aslalema, Ricardo Carrera, Valentina de Howitt, Mariuxi Erazo, Tomás Flores, Anna Játiva, Julia Lozada, Fannyvico Toapanta, Vanesa Trujillo, Andrea Ruiz, Maya Villacreses y Dorian Zamora.

 

Vestuario: Juana Arias

Maquillaje: Karen Menéndez

Diseño de afiche: Vanesa Trujillo

 

Dirección: Sebastián Cattán

Lugar: Teatro Casa Malayerba. Temporada abril 2022

 

 

 

   

Teatro, Teatro… Jorge Dávila Vázquez /https://elmercurio.com.ec/

Teatro, Teatro… Jorge Dávila Vázquez /https://elmercurio.com.ec/

Pablo Palacio tamizado /Paulina Soto-Aymar

Pablo Palacio tamizado /Paulina Soto-Aymar