Saxo, sexo y suspenso / Juan Manuel Granja
El saxofonista es una obra que, entendida a partir de la figura clásica de Don Juan, aprovecha la aceleración que le imprime la vileza del personaje y los conflictos que esta va desplegando (aventura erótica trocada en desventura grotesca) para sumar humor negro a un argumento con varios giros y sorpresas. Este recurso rítmico va acrecentando la comicidad hasta que, finalmente, obra y personaje (su deseo de acumular conquistas y ‘victorias’ sexuales) se resuelven en caída. Esta consecuencia, derrumbe del protagonista y fin de la obra, provoca tanto una risotada acusatoria, dirigida a ridiculizar los empeños del personaje, como una necesidad de clausurar el momentum rítmico de la pieza teatral que ha ido creciendo de escena a escena.
Así como el Don Juan de Tirso de Molina, este músico protagonista opera mediante un riguroso método de seducción cuyo seguimiento le brinda quizá más placer que el propio acto al que debería conducir. El saxofonista se jacta de su capacidad de llevarse a la cama a mujeres cautivadas por su música y presencia escénica. El soliloquio con el que abre la obra mientras espera a la chica que será objeto de sus audacias amatorias, simula un didactismo perverso, el placer de poner en palabras los ardides de la conquista carnal, para dar paso a los reveses que en el caso de este trabajo forman el sustrato de lo cómico: nada sucede como ha sido planeado.
Y, sin embargo, la eficiencia del argumento, esa tensión que nace de los personajes enfrentados y de una conflictividad que imprime fuerza a la obra, y mayor atención en el espectador, flaquea en algunos momentos quizá por una interpretación actoral a la que le hace falta un mayor trabajo de conjugación entre texto y manejo del cuerpo. En efecto, parecería que se le encarga casi todo al texto y a su “normal” discurrir dentro de un marco narrativo que, por fortuna, muestra unos ejes bien aceitados y unas bromas de efecto inmediato que a veces se consuelan con su feliz ejecución verbal. Una mayor atención a la sutileza y, a la vez, a la contundencia de la coreografía corporal, en juego con la gradual aceleración del ritmo en esta obra, hubieran podido no solo conseguir aquel tono cómico sino llevarlo hasta sus últimas consecuencias escénicas.
En fin, El saxofonista no se sale totalmente con la suya a pesar de arrancarle repetidas risotadas a una audiencia menos seducida por la intensidad presente de la escena que por su paga en tanto desenvolvimiento argumental. La obra enlaza humor, una historia con giros bien planteados y un suspenso que, apoyado en el mencionado tono cómico, hace reír y consiente la curiosidad sembrada en el público sin caer en la broma fácil pero sin conseguir del todo el impacto escénico –visual, gestual, emocional– que podría haber logrado dadas las virtudes con las que ya cuenta.
Ficha técnica
Dirección General y adaptación: José Diego Sabay
Elenco: Juan José Franco, Jose Diego Sabay ,Galilea C.Costales, Juan C. Benítez.
Asistencia técnica y sonorización: Juan C. Benítez.
Concepto Escenografía: QuitoTierra
Utilería: Eddie Lim, Victori Confecciones
Diseño afiche: Juan José Franco
Fotografía: Juan José Franco y José Diego Sabay
Asesoría coreografía: Agustín Ñuñez
Producción: QuitoTierra y Artestudio Teatro
RRPP: Silvia Yépez