EL CIELO TIENE JARDINES | Santiago Ribadeneira Aguirre
Es una escenografía de la tragedia que trunca el espacio poniendo aquí y allá las resonancias del conflicto. Es el espacio del encierro deliberadamente quebrantado por la pérdida y el duelo. La angustia de la espera de todas las mujeres es indescifrable. Y es violenta, apremiante porque la espera está aquejada de irrealidad. Las cuatro mujeres: Adela, Josefa, Bernarda y Amelia, intercambian roles irrisorios en un afán de disimulo forzado o de transferencia de tiempos. Son presencias que se dividen, que la escenografía pluraliza (por las variadas significaciones), agrieta, hiende para que el estado trágico del encierro no sea un simple resquicio emocional. No lo es en función de las fatigas, de las máscaras que abochornan y lastiman.
El cielo tiene jardines es una co – producción de Deus Ex Machina y Enredo Teatro, dirigida por Sebastián Cattán, que regresan con arrebato a la obra de Lorca por la vía de la trasferencia y del exilio. Está el gran vislumbre de la acometida que es el caprichoso ajuste de cuentas con la tragedia y la contravención del drama a los que se les obliga a pasar, a través del conflicto de las hermanas, desde una concepción ética (los valores morales) a una concepción estética: los muros de la casa que se desarticulan para que el duelo y la melancolía (Freud) pudieran concebirse como el dibujo siniestro de la pérdida del delirio (bajo formas de ausencia) que es la pérdida del lenguaje.
Ese es el encierro que pone en crisis la condición humana de Bernarda (Maya Villacreses), Adela ((Valentina de Howitt), Amelia (Andrea Ruiz y Josefa (Juana Arias). Entregadas a la pasión abstracta, indecible, lo que verdaderamente muere y desaparece son las imágenes de ellas mismas, cansadas, incapaces de aplacar el menjurje de lo ficticio –hay que mirar solo al ‘cielo y sus idílicos jardines’ es la frase conciliadora de Bernarda– que les destina al lugar inexorable de la decadencia. La clausura oculta la sociedad lejana, distante, estéticamente inabarcable, simple, perfectamente impasible.
De ahí que las paredes de la casa (el emplazamiento espacial y temporal de la escenográfica) se zarandean bajo el imperio de lo imaginario, de las últimas repercusiones, de los celos, de las envidias, de las conjeturas, del lastre de las tradiciones, de los hechos consumados y los desahucios. Las paredes que se abren y se cierran, expresan la dimensión social de la tragedia, rubricada por las voces rarificadas de los personajes que escapan de sus propios ecos, ensordeciendo los intersticios transicionales de la casa y las textualidades lorquianas de las que partió el director Sebastián Cattán para consumar la dramaturgia y la espiral de la puesta en escena.
La dominación totalitaria y el ‘automatismo de las costumbres’ (Hannah Arendt), marcan el rigor disciplinario e interminable que Bernarda ejerce en la casa, que además expresa la potencial ruptura del mundo rural con el mundo nuevo que aún no se entrevé en el interior de la morada y de sus integrantes que tardan en distinguir los cambios que se avecinan, preocupadas más bien en alargar el lamento metafísico ante lo que se pierde.
Está la impotencia de quienes se resisten a la posibilidad de la convivencia con el mundo (Adela desentierra la imagen del hombre imaginado, para su regodeo existencial) y a consentir las otras perspectivas nacidas de las relaciones mundanas. Cada una de las mujeres entra en el paroxismo que es la penúltima imprecación, antes de ‘la ilusión del final’ (Baudrillard). Los espectadores fisgones, azorados por la falta cometida, se columpian en el peldaño de la simulación, mientras las sombras últimas corren la cortina de la realidad, cierran una vez más el ciclo trágico (¿la reparación técnica de la tragedia?) del ‘cielo artificial reclamando fulgurantes e imaginarios jardines’.
Ficha técnica
Obra: El cielo tiene jardines
Elenco: Juana Arias, Valentina De Howitt, Andrea Ruiz, Maya Villacreses
Dirección: Sebastián Cattán
Dramaturgia: Sebastián Cattán, con textualidades de Federico García Lorca
Comunicación: Enredo Teatro
Diseño de escenografía: María Terán
Montaje: Álex Gutiérrez, Mauricio Acosta, Ángel Tisalema, en colaboración con equipo Fairis
Confección de cortinas: Martha Córdova
Diseño de vestuario: Juana Arias
Confección de vestuario: Olga Chorlango
Musicalización: Antonio Escobar y Sofía Álvarez
Maquillaje: Karen Menéndez
Lugar : Casa Humboldt – Julio 2023