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Escenarios del mundo - El entre mí de la doble y única mujer | Santiago Ribadeneira Aguirre

La doble y única mujer: Maya Villacreses, Caymo Pizarro

Escenarios del mundo - El entre mí de la doble y única mujer | Santiago Ribadeneira Aguirre

No es la fisiología de La Doble y Única mujer la que compuso la distancia que media entre el cuento de Pablo Palacio y la versión o la reescritura que ensayan el grupo Deus Ex Machina y lo directores Andrés Noboa y Sebastián Cattán, sino las existencias flotantes de la casa familiar, las formas de relación impregnadas de sospecha o de presagios preconcebidos.

La doble y única mujer. Pizarro, Christian Valle.

El otro elemento en esta disputa escénica musical es el entre mí que como bien señala La Doble en el cuento: “–primera vez que se ha escrito bien entre mí– un centro a donde afluyen y de donde refluyen todo el cúmulo de fenómenos espirituales, o materiales desconocidos, o anímicos, o como se quiera”. Enseguida está la alusión directa a la ‘ingenua filosofía cartesiana “que pretende que para escuchar la verdad  basta poner atención a las ideas claras que cada uno tiene dentro de sí, según lo explica cierto caballero francés; pero como me importa poco la opinión errada de los demás, tengo que decir lo que comprendo de mí misma. (Pablo Palacio La doble y única mujer, p. 49 Obras Completas Edición LA PALABRA Editores / 2006 UNIVERSIDAD ALFREDO PÉREZ GUERRERO)

En este párrafo anterior leemos que Palacio ha usado varias veces los pronombres personales como mí y sí, e incluso el yo contenidos en cada uno de los momentos de la narración que hace La Doble y Única mujer. Y el mi como adjetivo posesivo cuando se refiere a sus padres, a sus prendas u objetos, a las agresiones físicas que le procuraba su progenitor (‘su más grande enemigo’) para corregirle, haciendo mención a una posible locura que requería el urgente internamiento en el Hospicio de la ciudad.  

La doble y única mujer: Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila

Hay una constante o permanente energía ficcional en la obra escénica de La doble y única mujer, (volvía a ver el espectáculo en el Festival Internacional Escenarios del Mundo en Cuenca el 5 de octubre) que construye, define y alitera las acciones a través de las repeticiones constantes marcadas por la música. Tal vez se acerca, esa aliteración en la versión teatral, a muchas identidades sociales: el médico (Christian Valle), el mayordomo (Alfredo Espinosa), los padres (Caymo Pizarro y Charlie Calvache), el amigo (Diego Andrés Paredes), el coro de las sirvientas (Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila). Se ‘remitologiza el mundo’ como consecuencia de la inanidad de los personajes que se han desemejado a través de las líneas sinuosas de la trama. Ese mundo dislocado de la modernidad naciente que Palacio revisó y cuestionó a su manera. Ahí está la gran ironía del ‘entre mí’ que es la canción espectacular que La Doble canta con fruición y despojo, al comienzo y durante el espectáculo. 

La doble y única mujer. Maya Villacreses, Caymo Pizarro, Charlie Calvache.

Son las maneras de ser y las maneras de actuar de cada uno y por lo mismo, todo lo que ocurre en el interior de la casa de la Doble, que se inscribe en una lógica de muchas rupturas radicales. Vemos la escena última de la Doble (Maya Villacreses) con el Mayordomo (Alfredo Espinosa) que restituye la línea de los afectos: no es  el sueño el que se divorcia de la acción. El elemento vital vuelve a ser la cajita de música: la acción restituida es un modo del pensamiento que, sin embargo, nunca concluye. La acción necesita de un mundo finito y eso lo intuye La Doble de alguna manera, por su condición de ser la gemela o la doble de sí misma.  

La doble y única mujer. Maya Villacreses, Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila.

La Doble y Única mujer reniega de la finitud y reclama otras vastedades. El coro reafirma este convencimiento ya no como una interpretación sino como la percepción de las posibles mutaciones del pensamiento de la Doble y las comparticiones del espacio o de la idea de su casa familiar y del tiempo de las palabras. El muchacho con el que conversa es un aliciente y es un sacrificio. La confrontación con la madre es la confrontación con un pseudodoble de escasa prioridad temporal y legal. Ella prefiere sus propias contradicciones que sostienen aquellas rarezas que le atribuye el padre y que de alguna manera le son convenientes. Ella, la Doble, puede ser una potencia (in) orgánica que jamás termina. El sujeto entonces ya no es la causa (la premisa) de la acción; tampoco hay ensoñación porque, en apariencia, no hay cuerpos reales.

La doble y única mujer. Alfredo Espinosa, Caymo Pizarro, Christian Valle.

El ‘nosotras’ que es un yo en el que se funden las Ellas (que es una yo primer y una yo segunda) son los monstruos dobles casi indiscernibles, salvo porque en la obra de Deus ex Machina hay una lectura ‘desconstruccionista’ del texto de Palacio que es en rigor, una lectura musical que reconoce sonidos más que palabras. O resonancias, ahí donde las palabras parece sobrar, reemplazadas por las conexiones sonoras entre el personaje narrador y las situaciones inferenciales que se descuelgan del (nuevo) texto. Un texto, hay que resaltar, es también un organismo, un sistema de relaciones internas que actualiza determinadas conexiones posibles y narcotiza otras. (U. Eco Los límites de la interpretación Págs. 150/151)

La doble y única mujer. Maya Villacreses, Alfredo Espinosa

Hacer decir al texto lo que no dice. Aforismo sagrado de la lectura/escritura. ¿Qué es lo que el texto escénico de Noboa / Cattán no dice? Dentro de un posible análisis semántico que nos conduce a determinadas alusiones que la puesta en escena desliza a su manera, están por ejemplo, las alegorías de significado que siempre aluden a la condición del cuerpo doble de Ella(s), con frentes opuestos y referencias visuales distintas. ¿El cuerpo social sin identidades o con identidades compartidas por la condición peculiar del personaje? La canción ‘entre mí’ es un hito subyugante junto a las demás canciones como ejes (campos) semánticos de la lectura sincrónica y combinada del texto de Pablo Palacio. De ahí la conveniencia de entender la ‘interpretación’ del cuento original musicalizado a partir de la reescritura o de la versión que demandan las intenciones ‘especulativas’ (en el buen sentido de la propuesta escénica que pronto la volveremos a ver, esta vez con una orquesta de cámara en el escenario del Teatro Nacional Sucre),  ya en términos de estrategia textual, visual y sonora.  

La doble y única mujer. Diego A. Paredes, Maya Villacreses,

Hay que poner el acento (yo lo hago con absoluta y necesaria arbitrariedad) en la interpretación o la exégesis del texto escénico y el recurso de la música como uno de los personajes/narradores más solventes. Por eso me apoyo en la consideración de que hay una evidente necesidad (creativa y de estrategia) de colocar el texto de Palacio en el ‘umbral’ de una intención (pre/meditada o no) de los directores y del grupo de subvertir la estructura del argumento. Son sus sonoridades las que importan dentro de aquella ‘economía isotópica’ que provoca un estallido de sentido de las relaciones semánticas que surgen en el entre sí de los diálogos de los personajes. Es la ‘situación umbral’ que seduce y provoca las continuas asociaciones que son las puertas de acceso a una zona de ambigüedad o de transición.

Maya Villacreses, Caymo Pizarro, Alfredo Espinosa, Charlie Calvache, Christian Valle, Diego Andrés Paredes, Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila, Tadeo Gangotena.

Es el umbral lo que prevalece todo el tiempo en la reescritura/versión/interpretación de La Doble y única Mujer de Deus Ex Machina con muy altos niveles de actuación y la ejecución sobresaliente de Tadeo Gangotena en el piano. Es decir, no es una obra musical para ser explicada, sino para ser vista y escuchada porque está ahí; el texto está ahí, la música está ahí, los personajes están ahí. Y están ahí buscando ese eufórico y a la vez prudente ‘entre mí’ del personaje doble que produce sus efectos de lectura. Y lo Doble es, además, una ocurrencia (física, corporal, mental), parafraseando a Eco, que se enfrenta a otras ocurrencias de iguales características. Es decir, La Doble y Única Mujer es una ocurrencia semiótica, visual, sonora, escénica y estética que depende del contexto que el espectador determine, mientras quiera desprenderse de los ‘supuestos culturales’ que le han sido impuestos por la realidad o la sociedad.   

FICHA TÉCNICA

Obra: La Doble y única Mujer

Lugar: Festival Internacional Escenarios del mundo / Octubre 2024 Teatro Pumapungo Cuenca

Dirección: Andrés Noboa y Sebastián Cattán

Dramaturgia y música: Andrés Noboa y Sebastián Cattán

Reparto: Maya Villacreses, Caymo Pizarro, Alfredo Espinosa, Charlie Calvache, Christian Valle, Diego Andrés Paredes, Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila

Piano: Tadeo Gangotena

Escenografía: Sebastián Cattán

 

 

 

 

 

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