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EL MONÓLOGO -  DE LA BORRACHERA  DEL DESEO /Juan Manuel Granja

Complejo. Andrés Vásconez. Foto Gonzalo Estupiñán

EL MONÓLOGO - DE LA BORRACHERA DEL DESEO /Juan Manuel Granja

Este monólogo juega con las distintas implicaciones de una palabra: Complejo. Próxima a la novela en que se basa, en esta versión de León Sierra interpretada por Andrés Vásconez, es una voz rumiante la que moviliza y articula un nudo emocional hecho de varios tonos: reflexiones, anécdotas, fragmentos, cavilaciones, arrepentimientos, preguntas... Se pasa de la entonación reflexiva, de la duda o la rememoración, a la indignación y al grito. El personaje aparece ebrio casi toda la pieza y Vásconez logra que la voz de borracho suene no solo verosímil sino además desgarradora, sin dejar de lado momentos de humor. Es más, tras una pausa de oscuridad, en una parte en la que se simulan los efectos de la cocaína, el actor llega a un despliegue cuidadísimo y muy potente que muestra un gran dominio de la gestualidad y el emplazamiento corporal del texto. La sensación de vértigo, incertidumbre y los aguijones del deseo pasan al centro, pero no hay centro para este aspirante a escritor que ha llegado a Málaga a estudiar. El personaje parece no poder salirse del propio margen al que se ha conducido.

Voz, ritmo y cuerpo, en efecto, conspiran para que cada frase –y su cuidado fraseo, una declamación rítmica como en staccato– encuentre aquella modulación que los vuelve más que la suma de sus partes. Hay allí una vida que hace el intento siempre fracasado de suplir la falta por medio del habla y de articular su deseo aunque sea actuando su imposibilidad de cumplimiento. Un apoyo musical cuyo mérito es parecer casual, la música electrónica más convencional puesta al servicio del desgarramiento del personaje, además de la decisión de que Vásconez se arrastre por el piso casi toda la obra, son apuestas que se llevan a sus últimas y mejores consecuencias. Esa música y un escenario con globos y serpentinas, brillos en la penumbra, nos dan la sensación de un after party que nunca acaba y que nunca da paso a un presente pleno: la fiesta ya ha terminado pero la noche no acaba, el día no termina de empezar y quizá no había mucho que celebrar. ¿O solo parece así en retrospectiva?

El personaje hace un repaso por sus relaciones amorosas y por los complejos del migrante en España frente a su visión de los españoles, de otros migrantes y de sí mismo. La obra presenta los tránsitos y las tensiones de cara a la otredad: España es el otro, los otros migrantes latinoamericanos son el otro, las mujeres que el protagonista desea o deseó son el otro, la costa de África que se ve desde Málaga es el otro del otro. La psique del narrador-personaje-protagonista hace el intento de proyectarse desde un cuerpo que pocas veces logra estar de pie y mantener el equilibrio. Más que la inminencia de la caída, hay una imposibilidad de andar sin tropezar con el otro, ese otro para el cual de una u otra forma se termina actuando: eso que se vive en el imaginario, como escribe Freud, se actúa para un otro. 

Complejo apela no solo a los complejos que puede vivir o encarnar el latinoamericano en Europa, esta fragmentaria autobiografía del deseo parte de las experiencias eróticas pre-adolescentes, una rememoración orgiástica y homoerótica que da paso en la adultez del personaje a los objetos parciales: las partes del cuerpo de las mujeres deseadas son obsesivamente enumeradas en escena. Tanto apelando al pasado lejano como revisando el pasado inmediato, la voz de este monólogo-borrachera deja en claro no solo que es el cuerpo el protagonista de la vida (héroe y antihéroe), sino que el desencuentro entre deseo y mundo, con ese cuerpo de por medio, hace sumamente compleja la postulación de juicios definitivos.

La obra se cierra con la proyección fantasmática de un amanecer en la costa. ¿Hay un mañana? Es la pregunta que queda a la vez respondida y sin responder.

Ficha técnica

Complejo de Santiago Vizcaíno

Adaptación al teatro: León Sierra Páez.

Actúa:Andrés Vásconez.

Espacio Sonoro:Daniel Gudmundsson.

Diseño:Víctor Sosa Verdesoto.

Adjunto a la dirección: Juan Sebastián Ruales.

Dirección y puesta en escena:León Sierra.

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