EL QUEHACER ARTÍSTICO COMO PRÁCTICA DE FUTUROS POSIBLES - Ecuador | Marcela Correa
Abstracto
Este escrito busca examinar las propuestas que los artistas en general y específicamente los artistas del gremio de la danza contemporánea en Ecuador, han creado constantemente, de forma paralela y alternativa al medio socio-económico en el que están insertos. Iniciando con una discusión sobre la modernidad capitalista como un sistema totalizador en este momento de la civilización, pasa a analizar ejemplos de respuestas dadas por artistas de renombre mundial por fuera de los principios de este modelo. Luego indaga casos específicos del arte y la danza contemporánea latinoamericana y ecuatoriana como quehaceres y gestos menores, y reflexiona en las propuestas que estos gestos van creando como modos de relaciones económicas alternativas basados en comportamientos propios de Latinoamérica. El texto cierra proponiendo la posibilidad de mantener una economía mixta: entrar en el intercambio monetario necesario de la modernidad capitalista, pero mirar y posibilitar las propuestas alternativas que constantemente surgen desde el quehacer del arte.
Abstract:
This paper seeks to elaborate on options that artists in general and among them contemporary dance artists in Ecuador, constantly create as an alternative way to the socio-economic environment in which they are immersed. Starting with a discussion on capitalist modernity as a totalizing system at this moment of civilization, it analyzes some answers delivered by world renown artists outside this model. It then delves on some specific artistic instances from Latin America and Ecuador as minor gestures, and ponders on the options these minor gestures are creating as an alternative to the prevailing model. The articles ends with the figure of ‘mixed’ economy as an option: entering into the necessary monetary exchange of capitalist modernity, but looking at and enabling alternative approaches that constantly arise from working in the field of art.
Palabras claves: modernidad capitalista, tejido comunitario, trueque, servicio, gesto menor, ethos barroco, economía mixta.
El sistema de la modernidad capitalista actual tiene como base económica de subsistencia la producción de bienes materiales y servicios y luego, el consumo de los mismos; un círculo que se cierra en sí mismo para poder funcionar. El ser humano es a la vez la base y el eslabón final de este círculo de sostén: trabaja en la creación de bienes y servicios y recibe a cambio un dinero con el cual consumir lo ofrecido por otros como él. En última instancia, la existencia del proyecto humano parece definirse por este principio de consecución de dinero como instancia inicial y final donde cada individuo necesita trabajar para conseguir dinero y luego ‘consumir’ para sobrevivir y/o para realizar actividades más allá de su sobrevivencia, todo lo cual tiene un costo que básicamente se paga en dinero.
¿Es ésta la única forma de subsistencia y única base posible de producción y de consumo en la actualidad? O, ¿existen otras vías y formas de generación e intercambio de bienes y servicios y en última instancia, de relaciones humanas mismas? ¿Qué proponen los artistas a nivel mundial y local?
Los 50s y 60s, fueron décadas claves para la construcción de la modernidad donde el ámbito laboral descrito arriba se consolida como ciclo de subsistencia. A partir, en cambio, de las últimas décadas del siglo pasado y más aún en lo que va de éste, la finalidad de producción y consumo ha pasado a permear todos los campos de acción del ser humano. La comunicación, la información, construcción de relaciones sociales y por supuesto el arte y la cultura se ven involucrados en esta misma finalidad: aumentar la producción y aumentar el consumo de dicha producción.
Desde entonces este sistema de regulación del comportamiento humano se ha ido arraigando en las sociedades humanas casi de manera invisible, automática, aparentemente inevitable. La vida cotidiana se desenvuelve dentro de su marco como un engranaje en el cual se mueve no solo la economía, la cultura, el arte, sino también el mismo pensamiento individual humano desde su educación inicial. La preparación de los individuos se orienta a entrar y funcionar dentro de las condiciones del sistema. La búsqueda de formaciones educativas termina por definirse para capacitar al futuro adulto a “vender” algún tipo de fuerza de trabajo y entrar en el círculo de producción moderno, “poniéndolo”, dice Echeverría, de no hacerlo, “en riesgo de muerte”: “o se vende, o muere” (1995).
Parecería ser entonces que estos principios están tan asimilados en la población global mundial, que lo que cambia no llegan a ser sus planteamientos de base que apenas pueden cuestionares, sino únicamente las condiciones de esta propuesta. La plataforma de sustento de este sistema se genera y regenera cada vez como una estructura madre de comprensión del mundo.
¿Es entonces, el capitalismo moderno la única vía de intercambio mercantil y de servicios y es éste el único fin del proyecto humano? ¿Los artistas, y más específicamente el gremio de la danza, se someten a este sistema? O, dadas las dificultades económicas por las que pasa un campo tan poco productivo dentro de los lineamientos modernos, esta el arte buscando respuestas y/o salidas a su situación?
Ramsay Burt en su libro Ungoverning Dance (2016) reflexiona sobre procesos actuales en Europa que para él salen de la normativa en el arte. Él mira estos casos como actos de desgobierno, porque justamente no se ajustan a las formas de acción propias del sistema, resolviendo transacciones desde planteamientos alternos. Algunos artistas mirados por Burt plantean un desgobierno desde la creación, a través de sus lenguajes, temáticas o puestas en escena, pero Burt también cita casos que plantean formas alternativas de transacciones extra escénicas, resolución de conflictos que rompen con las tácticas capitalistas de interacción.
El primer caso citado en el libro Ungoverning Dance del autor, es el de William Forsythe, coreógrafo de renombre mundial, basado en Alemania, quien posicionándose fuera y en contra del sistema de mercado, inicia una circulación libre, por YouTube, de su metodología de trabajo en improvisación: las Improvisation Techniques. Forsythe, respondiendo a intereses claramente no comerciales, comparte su conocimiento de forma gratuita, para el uso de quien lo desee, deslindándose así del mandato de comercializar todo producto. Forsythe plantea una de circulación y distribución libre, en este caso de su conocimiento, saliéndose del planteamiento económico reinante: ganar dinero.
Un segundo caso citado por el autor es el de Anne Teresa de Keersmaeker, otro nombre de importancia mundial en danza contemporánea, de quien, la artista pop Beyoncé, copia material de forma explícita y literal. Keersmaeker a consecuencia, opta por el uso abierto del YouTube para denunciar este hecho de forma muy imaginativa: crea un video de enseñanza del uso ‘correcto’ de los principios de ejecución de las coreografías plagiadas, abriendo masivamente sus conocimientos y evitando los gastos y efectos de una posible disputa entre las artistas. Keersmaeker usa una alternativa de salida a un conflicto que, dentro de una premisa regulada por la modernidad capitalista, hubiera implicado una suerte de transacciones monetarias.
Youtube, medio usado por los artistas citados, es un espacio que permite el acceso gratuito a fuentes de información de todo tipo. En sí misma, la internet es una amplia fuente de información y conocimientos de libre acceso. Como propone Virno, citado en Chukrov (2010), el aspecto positivo del capitalismo pos-industrial ha creado las condiciones para el surgimiento de un conocimiento (know-how) público, no privado y sin beneficios de tipo capitalista. Las mismas compañías (capitalistas) como Googgle, Facebook, Youtube, etc., han buscado formas de regular y manejar este mercado para obtener ganancias del intercambio global que ha generado el internet libre, sin lograrlo aún a cabalidad. Es decir ,el internet es, al menos por ahora, un medio de dimensiones enormes que se sale del control capitalista.
Se puede argüir que estos dos artistas citados, Keersmaeker y Fosrsythe, pueden permitirse pequeños actos de desgobierno; se trata de artistas de renombre, establecidos, y que paralelamente a las soluciones mencionadas, mantienen una serie de actividades resueltas dentro del mercado moderno, de forma, además, muy exitosa. Estos actos citados son, en su caso, actos colaterales a sus transacciones habituales que se resuelven dentro de los lineamientos establecido actualmente.
Pero existen actos de rompimiento de la trama capitalista dados desde espacios más pequeños que merecen atención y escucha. Se trata de actos de desgobierno, en términos de Burt, que se tornan, por su acción a pequeña escala, y siguiendo la concepción de Erin Manning, en gestos menores. Este concepto propuesto por la autora, expresa precisamente la importancia de atender estos hechos menos llamativos. Manning, al hablar de gesto menor (minor gesture), se refiere a hechos artísticos que se dan en marcos pequeños; los menos visibles, aquellos que están por debajo del gesto mayor. Ella mira los grandes espectáculos y aún los menos grandes, como hechos de poco interés al momento de buscar lo nuevo. “El gesto menor”, propone, “es el activador, el portador, el agenciamiento (agencement)… es el que mueve lo no-consiente hacia la conciencia… como fuerza promotora, capaz de mover y articular resonancias inconscientes, que así pasan a bordear el consciente y permiten nuevos modos de existencia”. Para ella, es el gesto menor el que esconde ‘futuros posibles’ (2016).
Los gestos menores pueden llevar el embrión de nuevas puertas para las interacciones humanas. Son estos gestos los que inventan o ‘escuchan’, en términos de Manning, opciones de cambio. Desde gestos y espacios menores como lo es, a nivel mundial, Latinoamérica, sus artistas han inventado formas alternativas de transacciones que les permita producir sus proyectos creativos desde principios no mercantiles. El Cheverismo es un ejemplo de un movimiento creado en Centro América y Centro Caribe; se trata de un colectivo que articula una red de contactos y proyectos para la promoción del arte. “Pensado como un movimiento de arte nuevo, el Cheverismo se erige sobre un concepto claramente definido y abrazado por artistas de varias nacionalidades (ese concepto es, simplemente lo chévere), para suplir de alguna manera las fallas de un sistema institucional/oficial poco funcional o dinámico, para la promoción del arte”. (López, B & León, P, 2015). Este concepto de lo chévere dice de aquello que no lo es: un sistema institucional mercantil y económico que no funciona para la promoción del arte.
El Cheverismo es un ejemplo de gesto menor que se da de una forma callada y pequeña pero que solventa la posibilidad de acción de un grupo real y específico de artistas, en este caso, latinoamericanos.
Mientras los ejemplos citados por Burt, tanto el de William Forsythe como de Anne Teresa de Keersmaeker son respuestas dadas al sistema a título personal (bien sea como un acto de entrega sin fin de lucro o como una respuesta a un conflicto), lo primero que cambia en la propuesta de el Cheverimso, es un sentido de comunidad que se inscribe como eje central de su funcionamiento. Esta iniciativa plantea la creación de redes comunitarias entre sus miembros y la entrega libre de servicios y de tiempo individual como cimiento de acción. Forsythe y Keersmaeker no rompen su lineamiento individual; ambos artistas tienen la solvencia necesaria para responder por sí mismos a estructuras típicas e imponer planteamientos propios. El Cheverismo logra su base de funcionamiento únicamente a través de la ayuda mutua y el trabajo conjunto de todos sus miembros.
El capitalismo moderno, para Silvia Rivera Cusicanqui, pensadora y activista boliviana, está basado en el ‘individualismo posesivo, consumismo y en la internalización de prácticas e ideas que disuelven las tramas comunitarias de la vida’ (2015, Octubre 28). Rivera Cusicanqui considera la posibilidad real de transaccionar desde estas tramas comunitarias; volviendo la mirada a las raíces latinoamericanas, ella encuentra la opción de un tejido madre común como base para el intercambio económico. Ella habla de urdimbre o ‘mapa’ de transacciones, oponiendo estas nociones a las de ‘territorios’ o ‘pertenencias’ desde las cuales negociar aquello que es considerado, propio. Forsythe y Keersmaeker inscriben una respuesta individual de resolución de conflictos de saberes propios, y lo hacen desde una gestión individual, el Cheverismo en cambio, logra funcionar esclusivamente desde una acción conjunta entre varios miembros de su comunidad.
En Quito también se recrean inventivas desde entramados comunitarios, no monetarios de intercambio social. La ‘Escuela de la trueca’ activa entre el 2014 y 2017, funcionó, en palabras de sus creadores, como un “experimento de aprendizaje colectivo que ofrece talleres de instrucción en áreas de creatividad basados en el trueque”, y donde “los profesores escriben toda suerte de posibilidades de intercambio que pueden incluir objetos, servicios, y otras habilidades o conocimientos.¨ [Qué es la Trueca, s.f.]. En esta apuesta de intercambio, cada interesado busca resolver su necesidad poniendo en la red aquello que conoce y puede entregar a cambio de un servicio. La escuela teje una trama horizontal de oferta y de convivencias de forma igualitaria cuya única fuente de transacción es el intercambio.
Desde una definición distinta se crea en Quito, El ZOCO, con otro tipo de respuesta a la exclusiva opción de consumo. El ZOCO lanza un tipo de mercadeo ‘mixto’; al establecerse como “un experimento de adquisición de arte”, y una “apuesta social” en la que, “por un lado hay la opción de comprar una obra de manera tradicional (a través de pago monetario), y por el otro, utilizar el truque como herramienta que posibilite adquirir una obra a través del intercambio por otros bienes materiales o servicios equivalentes.” (Diciembre, 11, 2017). El ZOCO apuesta por una doble posibilidad: el pago en moneda por una obra, o la alternativa del trueque. Se recrea la doble opción de entrar en el comercio monetario y simultáneamente romper con las reglas del sistema; propone una alternativa al principio mercantil de transacciones, sin excluirlo.
Bolívar Echeverría, pensador ecuatoriano, plantea la posibilidad de llevar una ‘economía mixta’ (Echeverría, s.f.), desde la cual entrar y salir de las condiciones de mercado, buscando paralelamente actos de ‘resistencia’ (s.f.). Para Echeverría, sobrevivir en Latinoamérica se logra a través de estrategias mixtas debido a que el capitalismo mundial degradó la capacidad adquisitiva del trabajador latinoamericano (cuyo nivel de vida está muy por debajo del de los países nórdicos). Esta sobrevivencia implica una mezcla de gestiones tanto dentro de la modernidad capitalista como desde haceres que insisten en mantener formas ‘premodernas, autogestivas y ecológicas’ de organización comunitaria (Echeverría, s.f.). También Rivera Cusicanqui habla de estos modelos de convivencias como formas ‘premodernas de acción, formas anteriores y paralelas a la modernidad.’ (2013, Octubre 16). Ambos pensadores, miran este tipo de comportamientos como constantes en nuestras culturas, no como formas inválidas, sino, por el contrario, como formas de activación y reactivación de otras instancias de intercambio.
Entra en este planteamiento, la noción de ethos barroco propuesto por Echeverría (1995), concepto que nace desde referentes específicamente latinoamericanas. El término ethos para Echeverría, se refiere a usos, costumbres, y comportamientos automáticos de una comunidad o de una sociedad. “Es un modo de ser’, dice, ‘o una manera de imponer nuestra presencia en el mundo’ (1950). Él propone que los usos y costumbres que produjo el mestizaje cultural en América Latina a partir de la conquista, y que están vigente hasta nuestros días, pueden categorizarse como barrocos. El ethos barroco, para el autor, defiende lo premoderno pero lleva a una construcción de una sociedad pos moderna no capitalista, impulsando lo que él llama ‘las dimensiones de lo imaginario que llevan a la construcción de mundos ficticios’. (Echeverría, s.f.).
La escuela de la trueca propone una salida lejos del sistema monetario, El ZOCO, una alternativa mixta de acción, ¿Qué pasa entonces, específicamente, con la danza contemporánea en el Ecuador? ¿Qué gestos menores y estrategias de resistencia está creando este gremio? ¿Tienen cabida sus propuestas dentro de un marco que busca actuar por fuera, o entrar y salir de la jerarquía moderno capitalista?
Los bailarines en Quito han inventado varias opciones creativas de subsistencia en un mercado que para esta rama del arte y en este país, es particularmente hostil y difícil. Fernando Cruz, (bailarín y coreógrafo quiteño, y creador de CEDEX: Centro de danza experimental), cita como un principio constante de su forma de trabajo, el trueque o intercambio: “yo pago a todos los que trabajan para algún proyecto propio”, dice, pero “puede ser con servicios” (entrevista personal). Interesantemente, estos servicios son entregados sin ningún valor de intercambio concreto. “Si me piden, yo doy”, dice Fernando, luego él pedirá un servicio al momento que lo necesite y se le dará. Un servicio sin un valor específico asignado de antemano se entregará como sea solicitado y cuando sea necesario. Lo que existe es un dar sin ningún tipo de medida, mucho menos monetaria. El intercambio parece estar basado solamente en la reciprocidad, creando aquí la base para un tejido de servicios.
Xavier Delgado es el director del grupo de danza local “Colectivo Zeta” y director del “Espacio Vazío”, centro que funciona como sala de presentaciones, de entrenamiento del colectivo y como escuela de danza contemporánea. El centro y el colectivo también actúan de forma permanente desde el intercambio y el trueque: el técnico de luces y sonido de la sala toma clases de danza a cambio de su trabajo, el diseñador de artes promocionales entrega las artes que necesita el grupo y/o la sala a cambio del uso sin condiciones preestablecidas del espacio, el grupo Alterego hace videos a cambio del uso del espacio, o a cambio de la participación del Colectivo Zeta en algún evento de su interés. Por último, el trabajo de manejo de taquilla de la sala lo realizan a menudo los alumnos de la escuela a cambio de sus clases. Ninguno de estos intercambios está regulado, se trata de un acuerdo “tácito” en palabras de Xavier: “los colaboradores más fuertes solo dan todo lo que pueden dar y a cambio reciben todo lo que el otro puede dar” (entrevista personal). La construcción y operaciones del Espacio Vazío están basadas en un tejido que se alimenta constantemente, sin reglas, menos aún, reglas mercantiles. No existe una medida monetaria en cada servicio entregado, ajustándose mas bien al principio de entramado comunitario como base de acción económica plateado por Rivera Cusicanqui.
Los bailarines de la ciudad de Quito, no parece tener como fin el enriquecimiento, ni siquiera se plantea como fin de su hacer, una ganancia económica. Citando términos recogidos en entrevistas a estos artistas, se plantean fines tales como: “intercambio de saberes”, “crear”, “ver una idea plasmada”, “la experiencia ganada”, “aprender”, “conocer”, “servir”. Ningún entrevistado habló de ganancias monetarias. Es decir que el bailarín en Ecuador no parece entrar en el círculo de generación de dinero y gasto del mismo como finalidad de su quehacer. Mas bien existen intereses muy distintos como son crear, aprender y conocer, fines que denotan comunidad, conexión y deseo de conocimiento y experimentación.
El bailarín ecuatoriano parece basar su quehacer justamente en estas tramas, en el trueque, el intercambio y la entrega libre de saberes, acción y tiempo. Este tejido es la base, por ejemplo, del Colectivo Zeta como explica Xavier Delgado: “los colaboradores más fuertes” son aquellos dispuestos a dar, entregar, su conocimiento y sus capacidades sin pensar en la utilidad específica que lograrán a cambio. El entramado que generan, posibilita, por un lado, la construcción y existencia del Colectivo y el Espacio Vazío, y por otro, y a su vez, las necesidades propias de los distintos colaboradores. El grupo Alterego, citado por Xavier, enriquece sus proyectos con el uso de los servicios que pide al Colectivo, como son funciones de obras de danza para sus eventos o el uso del espacio escénico y de trabajo del Espacio Vazío, para la realización de sus propias actividades.
El Colectivo Zeta y el Espacio Vazío actúan también desde un formato de economía ‘mixta’; buscan recursos a través de la escritura constante de proyectos o aplicaciones a auspicios y becas. Xavier ha sido recipiente de fondos otorgados por el Ministerio de Cultura del Ecuador: Fondos Concursables e Iberescena. También ha sido recipiente de fondos municipales SECU y ha sido seleccionado, en base a sus aplicaciones, a presentar sus obras en festivales y producciones pagadas.
En palabras de Manning, el arte es un puente a nuevos procesos, donde el artista logra escuchar un algo más que se abre en su quehacer y que le permite acceder a una vivencia más profunda del tiempo, del instante; de cada uno de sus instantes. Manning habla del more-than, que se abre en el artista como resultado de una escucha amplia del si mismo y del ambiente en el que habita. Propone que van surgiendo en él propuestas de nuevas comprensiones de lo que el mundo, desde la escucha de un lugar mas profundo, por detrás o debajo de la vivencia de la rutina constante, puede llegar a ser.
Referencias bibliográficas
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-Rivera-Cusicanqui, S. [Conversación del Mundo] (2013, Octubre 16). Conversa del mundo entre Silvia Rivera Cusicanqui y Boaventura de Sosa Santos. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=xjgHfSrLnpU