In vino veritas: Arsénico por compasión / Jhonatan Salazar Achig
La relación entre el cine y el teatro es compleja, pero a la fascinante. Ambas comparten raíces históricas y estéticas, además de elementos fundamentales de la narración, actuación y puesta en escena. Pero también tienen sus diferencias.
Hablemos de algunos aspectos de su relación. Las dos formas de arte tienen su propio valor y atractivo, y la adaptación y colaboración entre ambas ha enriquecido la cultura y la experiencia artística a lo largo del tiempo. La adaptación y readaptación del cine al teatro y viceversa ha sido siempre una apuesta, Arsénico por compasión, la gana .
El cine y el teatro han influido entre sí a lo largo de los años. Muchas películas se han basado en obras teatrales exitosas, y del mismo modo, algunas obras teatrales se han inspirado en películas, adaptando su contenido para el escenario. En el caso de Arsénico por compasión sucede lo uno y lo otro. Su origen es una obra teatral estrenada en Broadway y escrita por Joseph Kesserling en 1939, esta fue adaptada al cine en una película homónima dirigida por Frank Capra y estrenada en 1944. La piedra angular de esta película reside en su exquisito y original argumento.
Readaptar la obra al teatro, con sus modificaciones y actualizaciones, fue posible gracias a Juan Pablo Acosta (cantante, actor y director teatral), director artístico del Teatro Victoria desde su fundación en 2019. Este esfuerzo ha permitido al público de Quito tener la oportunidad de deleitarse, por primera vez, con la presentación de este clásico. De esta forma el Teatro Victoria busca alimentar con opciones nuevas el repertorio del teatro en el país.
Arsénico por compasión combina hábilmente el humor negro y el suspenso, creando una atmósfera de intriga y risas incómodas. Los diálogos rápidos y las situaciones absurdas son características del estilo de la obra. Juan Pablo menciona que hay que conocer mucho de la comedia para poder acercarse a ese género, pues tiene varios principios y reglas que vienen desde la comedia clásica, la comedia romana y asentándose en la comedia del arte; reglas y arquetipos que se deben conocer primero para luego romperlas.
La historia que se cuenta es simple, pero tiene un número de detalles que llevan a la complicación en cada situación y que, a medida que avanza, en un ritmo in crescendo, la historia propicia escenas descabelladas, confusiones, malentendidos y una tensión constante, expresada en la ansiedad que vive la protagonista principal, Cristina.
Cristina (Ale Pazmiño) es una reconocida escritora o crítico teatral, famosa por sus textos que se burlan y desprecian el matrimonio, sin embargo, vueltas que da la vida, termina por enamorarse y casarse de forma discreta. Antes de irse de luna de miel decide pasar por la casa de sus dos tías solteras, Prudencia y Amparo (María del Carmen Calderón y Sandra Benalcázar), para darles la buena noticia. Cuando las visita empieza la enrevesada pero muy bien elaborada trama. Cristina, mientras busca las notas de su último libro “Mujer no te cases porque eso ya no se usa” para destruirlas, descubre que sus angelicales tías tienen un cadáver oculto en el arcón de la ventana, y cuando les consulta al respecto ellas con inocencia le explican que se dedican a terminar de forma compasiva con la vida de ancianos solitarios a los que acogen en habitaciones que arriendan. Ellas están tranquilas de la “ayuda evangélica” que dan a los ancianos, a quienes dan de beber el vino (que ellas mismas producen y mezclan con arsénico), y que les sirven, acabando, según ellas, con su sufrimiento.
La mayor parte de la trama sucede en el interior de un solo espacio, la casa de las ancianas tías, donde tenemos el arcón debajo de la ventana y dos mesas, una con una botella de vino y cinco copas y la otra con un teléfono antiguo. La historia se desarrolla en el espacio de una familia aparentemente respetable y caritativa. Sin embargo, tras ese terrible descubrimiento Cristina se debate entre proteger a su familia o exponer sus terribles crímenes. En la obra de teatro se planteó un cambio de género en el personaje principal, de hombre (película) a mujer (teatro). Eso les permite tocar temas nuevos y volverlos más contemporáneos, a la vez que, muestra a las mujeres en una posición de hacerse valer, obviamente desde el plano exagerado de la comedia.
La obra plantea preguntas sobre lo que se considera aceptable en nombre de la compasión, y hasta qué punto la sociedad está dispuesta a mirar hacia otro lado ante ciertos crímenes.
En la misma casa vive otro sobrino de las ancianas, quien cree ser Napoleón Bonaparte. Alfred (José Miguel Sandoval) es uno de los personajes más hilarantes e interesantes, muy bien interpretado, y que ofrecerá momentos y diálogos tan divertidos como ingeniosos, ya que además son los monólogos que cierran los momentos más altos de la historia, otro gran regalo de un buen guion. Tal es así que con este personaje somos incapaces de distinguir la locura de la cordura. Las ancianas conocen la condición de Alfred y lo usan a su favor, le piden que cabe fosas (donde han dado ya santa sepultura a 12 cadáveres) donde en teoría debe colocar los cuerpos de “soldados que son víctimas” de la fiebre amarilla. Y claro, el buen Napoleón cumple con su deber.
A esta trama que se enreda cada vez más, hay que sumar a dos personajes, que aparecen en la segunda parte. Mientras Cristina intenta ocultar el secreto de sus tías a su reciente esposo, aparece su criminal hermana Isabel (Paula Crespo) que no había dado señales de vida hace más de 10 años y que se supone se fue a vivir “su libertad”. Entonces aparece acompañada de su pareja Yolanda (Brenda Apráez). Ambas chicas traen consigo otro cadáver (el del señor Córdova) al que también intentan ocultar en el sótano y, además, por si fuera poco, aparecen después dos policías que patrullan el barrio (Jonathan Zambrano y Rubén Darío Cuenca). Con todos estos dilemas se forma un torbellino aparentemente caótico, pero ya dije minuciosamente pensado y coherentemente articulado, al que con un ritmo frenético nos adentramos en una trama divertida y sorprendente.
Volviendo a otra característica que relaciona al cine con el teatro podemos mencionar el estilo de actuación. Se sabe que tanto el cine como el teatro requieren habilidades actorales, pero el enfoque puede diferir. En el cine se suele utilizar técnicas más sutiles ya que la cámara puede captar los matices de las expresiones faciales y los gestos. En cambio, el teatro a menudo requiere una actuación más teatralizada, y los actores deben proyectar su voz y sus movimientos. La obra de Juan Pablo Acosta en cuanto a puesta en escena, tiene un matiz cinematográfico (creando una experiencia visualmente impactante), de hecho, en escena se mantienen elementos del lenguaje cinematográfico en el teatro, como el uso de iluminación ámbar en todo el escenario para dar la sensación de estar frente a una película antigua, o también el recurso del flashback para el manejo del tiempo. Eso hace que las personas tengan la sensación de estar frente a una película. Pero además es una puesta en escena que depende más de la creatividad y la imaginación del público para llenar los espacios y tensiones con la ayuda de la escenografía, música, iluminación y otros elementos escénicos.
Otro punto clave en la obra es la experiencia en vivo. Sobre todo, porque en el Teatro Victoria se vuelve una cuestión única, pues se busca la vivencia teatral, que brinda la oportunidad de presenciar la actuación con la interacción directa entre los actores y el público. Además, al dividir la obra en dos actos se da un espacio de pausa en el cual los asistentes pueden degustar de vino, gesto que ya tiene una carga significativa al estar contextualizado por una obra que te habla de vino envenenado, una experiencia única y efímera.
Arsénico por compasión es una obra maestra de la comedia negra, que ha logrado combinar elementos de humor, crimen y suspenso. En esas inocentes personas vemos como tema principal la dualidad entre la bondad aparente y la maldad oculta. Así podemos calificar de una obra con ingenio, por su capacidad para hacer reír a la vez que plantea preguntas incómodas sobre la moral y la ética.
Cristina conoce los cadáveres que quieren ocultar de un lado y de otro, y a la vez se vuelve el hilo conductor de ese dilema ético, cuando dice “la justicia se hace de modos insospechados”, al conocer la razón por la que su hermana asesinó al señor Córdova. Todo ese dilema lo afronta con un marcadísimo humor negro, el tipo de humor que potencialmente soporta mejor el paso del tiempo. La gran clave está en la absoluta bondad e inocencia que transmiten los personajes.
Cristina se debate entre la responsabilidad y la lealtad a sus seres queridos. Se debate, como todos, en el delicado límite entre la locura y la cordura, entre el sentido ético y bello de la muerte compasiva en contraposición con el de la muerte violenta, pasional y detestable. Se debate entre el encanto de la inocencia y el doble filo de la moral humana, entre su amor repentino y apasionado o el amor a la familia como signo de identidad propio.
Al final su esposo descubre todo e intenta ayudarla a resolver sus dilemas mencionando lo que hará por justicia, encarcelar a unos, enviar al sanatorio a Alfred, enviar a un ancianato a las tías. Su esposo (Iván Acosta) ya le tiene todo resuelto, pero Cristina no ve en ello la solución a sus problemas familiares, decide acabar con su matrimonio, en otras palabras, asesina a su esposo de forma violenta, mostrándose del lado de la lealtad familiar. Con un monólogo referencial al tema se cierra la obra, cuando Napoleón nos interpela, ya no desde la locura y nos habla de que la “lealtad es la piedra angular de un ejército”. Al final vemos que todas las mujeres terminan de un lado del escenario y los invasores del otro.
Ante Arsénico por compasión uno se desliza con inquietud, y lo vive de forma satírica, delirante, genial, irrepetible, sensacional, y toda una serie de adjetivos calificativos altamente positivos que puede seguir llenándose durante las presentaciones que aún están vigentes. El público de Quito tiene aún la oportunidad de disfrutar este clásico hasta finales de Junio.
Ficha técnica
Arsénico por Compasión, temporada 2023 mayo-junio en el Teatro Victoria.
Actúan: Sandra Benalcázar, María del Carmen Calderón, Ale Pazmiño, Iván David Acosta, Paula Crespo, Brenda Aprárez, José Miguel Sandoval, Ruben Darío Cuenca, Jonathan Zambrano, Iván Acosta Martínez.
Adaptación teatral del texto: Greymar Hernández.
Dirección: Juan Pablo Acosta.
Fotografía: Isaac Hinojosa.
Diseño de afiche: Carolina Carrasco.