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Sobre la agonía de hacer un casting/Sharon Olazaval

Imagen Cassandra de Anthony Fredrick Augustus Sandys, Dominio Público, Wikimedia Commons

Sobre la agonía de hacer un casting/Sharon Olazaval

Esta definitivamente no es mi semana. Tengo el nervio ciático inflamado, lo que me causa mucho dolor en la espalda baja, le di sin querer un like a una foto de la novia del chico que me gusta y, como cereza de un pastel de lodo, hice un casting en el que me fue tan pero tan mal que una planta hubiera hecho un mejor trabajo que yo.

Ay, qué desazón, gracias al cielo existe la música disco. Y los m&m’s de maní. Y las pijamas polar.

Qué cosa fea esto de hacer casting. Todxs, absolutamente todxs lxs actorxs que conozco lo odian. Y al parecer los castings nos odian a nosotrxs porque son pocas las veces en las que unx sale contentx con lo que hizo, lo normal es salir con un mal sabor en la boca y la sensación de habernos muerto un poco. Bueno, no tanto así, pero en serio es una experiencia poco agradable, más cuando sale mal.

Es que imagínense entrar a una sala y hacer cosas frente a una o más personas que no hacen nada más que observar muy atentamente todo lo que haces. Así, mientras pretendes saludar a alguien con mucho entusiasmo o recibir una mala noticia ellxs están sentadxs viéndote ser una explosión de alegría o un manojo de desesperación. Si tienes suerte no abandonas tu cuerpo y son uno hasta el final, pero si es uno de esos días te desdoblas y una parte se queda en el casting mientras la otra se eleva y te ve fingiendo felicidad o tristeza instantánea, pues hace apenas unos minutos acabas de conocer la situación que vas a interpretar. Y te sientes un poco ridículx, tratando de mantenerte a flote con lo que sea que aparezca.

Actuar es como un delirio de fiebre, pero en una temporada de teatro o en el rodaje de una película al menos hay un tiempo de preparación en el que lxs actorxs conseguimos todos los flotadores y las técnicas de natación que podamos para no hundirnos. Llegamos con herramientas y por eso llegamos segurxs. En un casting no, a menos que sea de esos en los que te dan una escena para preparar, pero a mi nunca me ha tocado uno de esos.

En un casting la presión es intensa porque debemos demostrar en muy poco tiempo que podemos interpretar al personaje en cuestión. Somos como atletas compitiendo en las Olimpiadas, solo tenemos una oportunidad. Pero, ¿cómo se hace para fortalecer un músculo que no tiene existencia material? ¿Cómo se domina una habilidad inexacta como la de actuar? ¿Y cómo se entrena el audicionar en un país en el que la producción cinematográfica es mínima? Porque con práctica una puede pasar de ser una planta a ser un primate que posee la capacidad de lenguaje.

Necesito más volumen, otro paquetito y medias peluche.

Yo sabía que hoy iba a ir mal porque mi pelo no se acomodó bien. Debí escuchar aquella señal y llamar a reprogramar. ¡Qué bronca! Justo cuando me habían vuelto las ganas de actuar para cámara. “Muy lindo eso de escribir y dirigir pero ya te hace falta no ser tú por un rato” me decía una voz en mi cabeza. ¡Y lo peor de todo es que era una re buena oportunidad! Culpo a la línea de mi cabello que se formó extraña después de bañarme, a mi por aturdirme y no ser mejor actriz y a ellxs por preparar un casting tan feo.

Sí, debí relajarme un poco más, usar los nervios a mi favor, pedir otra toma y encomendarme a los Bee Gees antes de entrar. Asumo parte de la responsabilidad. Pero después de llorar por un par de horas me di cuenta que hubo ciertos aspectos del casting que no le daban mucha oportunidad al actor y a la actriz de hacer un buen trabajo.

Sin ánimos de criticar a nadie más que a mí misma (¡¿por qué usé un suéter de un color tan brillante, por dios?!), reflexiono en lo que creo que no funcionó para no cometer los mismos errores cuando sea yo quien esté buscando actorxs. Si el mundo te da limones, hay que hacer limonada. Entonces, dejo por un momento a la guionista y directora en mí y me quedo con la actriz, que me pide a gritos que busque justicia (#justiceforactress). Directorxs de casting, esto es para ustedes (aquí hablo de los llamados que son para películas o incluso para obras de teatro porque para publicidad no se necesita más talento actoral que el de fotografiar bien).

Para comenzar, programen que el tiempo con cada actor y actriz sea el suficiente. No se puede sacar buenas interpretaciones en castings express, más en los que se llega sin saber nada de la historia ni del personaje que se va a probar, cosa que es una terrible idea. Treinta o cuarenta y cinco minutos como mínimo es una buena opción porque hay que tomar en cuenta 1) una conversación inicial, 2) alguna explicación que reste por hacer, 3) algún ejercicio de introducción y 4) el casting en sí, con todas las diferentes tomas que se hagan a partir de las directrices que vayan surgiendo. Dennos la oportunidad de explorar, sería una pena que se pierdan al intérprete ideal para su proyecto por no darle tiempo.

Ahora, la conversación inicial es súper importante para que el actor y la actriz se relajen. Hágannos hablar de lo que hemos hecho porque de seguro vamos a hablar de lo que estamos más orgullosxs y eso nos va a dar más seguridad, será como vestir un traje de superhéroe.

Por otro lado, es altamente contraproducente no dar ningún tipo de información sobre la historia o el personaje previo al casting. Nuestro trabajo es de preparación, de construcción, algunxs dominan la habilidad de la improvisación pero somos varixs (si no la mayoría) lxs que perdemos mucha energía en pensar qué decir en vez de concentrarnos en qué hacer. No digo que nunca improvisemos, pero al menos dennos una estructura sólida para de allí partir. Y no nos hagan hacer una escena difícil en el primer encuentro, no sean verdugos, esas están reservadas para un segundo o tercer callback porque así estaremos más familiarizadxs con la historia y el personaje y podremos enfrentarnos a tales exigencias. Y si es necesaria esa escena en un primer llamado, dígannos de qué va para poder prepararla, para ir con algunas ideas, para buscar referentes que nos ayuden a entenderla, para dormir con ella y buscar inspiración en nuestros sueños o pesadillas.

Y expliquen poco, no nos aturdan con mucha información inicial, con un par de indicaciones centrales es suficiente para comenzar a probar. Añadan más capas en el camino, déjennos primero construir una base sobre la cual aumentar matices.

YOU ARE THE DANCING QUEEN! YOUNG AND SWEET ONLY SEVENTEEN! DANCING QUEEN! FEEL THE BEAT FROM THE TAMBOURINE, OOOOOH YEEEEAAAAAH!!! Aaaaaaayyyyyyy, ya me siento mucho mejor. A decir verdad, qué bueno haber tenido esta experiencia porque hace muchísimo tiempo que no hacía uno de estos castings, ya me había olvidado el trauma que es ser actriz. Amigxs actorxs, juro que siempre tendré presente su agonía y seré buena cuando esté al otro lado en ese mesa.

Bien, ahora a apagar otro fuego. A guardar este documento y abrir uno nuevo con título “Sobre la agonía de dar un me gusta sin querer a una foto de la novia de tu crush”.

EL D (R) AMA DE LA DESFEMINIZACIÓN/Santiago Ribadeneira Aguirre

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In vino veritas: Arsénico por compasión / Jhonatan Salazar Achig

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