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La loca del frente y el guerrillero/Santiago Ribadeneira Aguirre

La loca del frente y el guerrillero/Santiago Ribadeneira Aguirre

A diferencia de Diario del ladrón o de Santa María de las Flores –ambas de Jean Genet– Tengo miedo Torero, la crónica novelada del escritor chileno Pedro Lemebel, no es un signo de lo abyecto o de la abyección sino una historia de amor que se construye entre Carlos, un guerrillero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y La Loca del Frente, en el contexto del atentado al dictador Augusto Pinochet en la primavera de 1986. No está la ‘monstruosidad’ para definir y calificar taxonómicamente al personaje por su condición de homosexual, sino la deliberada transfiguración que le lleva a definir el sentimiento de la vergüenza y la estigmatización.

El actor, director y docente Jorge Mateus se embarca en una aventura singular: convertir el texto de Lemebel en un trabajo teatral que primero le lleva a grandes descubrimientos conceptuales y estéticos respecto de la obra, y enseguida a la postura y al pensamiento del autor chileno. La actitud transgresora y el activismo político del escritor, le permiten a Mateus acceder a un principio de adaptación que se define y perfecciona desde el personaje principal de la novela, que rememora su historia de amor con Carlos.

Hay otro antecedente importante en  este proceso: en 2013 Lemebel visitó Quito y se presentó en el Teatro México con un performance sobre  su activismo político y literario. Mateus ‘se deslizó hasta su camerino’ y le pidió autorización para hacer la adaptación de la novela Tengo miedo torero. Con ese consentimiento, el trabajo de adaptación fue un largo camino que le acerca a los estudios sobre el autor que había fallecido en 2013 por un cáncer a la garganta, volver a leer toda la obra, revisar las innumerables entrevistas y ver la película protagonizada por Alfredo Castro. Lo otro: “Mis lugares de ensayo fueron el bus Mitad del Mundo – Miraflores, rincones de los parques de El Ejido y La Carolina (…). Finalmente –refiere Mateus– conté con la solidaridad de Wilson Pico y Terry Araujo que me permitieron ensayar todos los días en una sala del Frente de Danza Independiente”. (Cita del Programa de mano)

Tengo miedo torero es parte de la letra de una canción de Sara Montiel. Es el beso de un forastero en la adaptación de Jorge Mateus. Es la adaptación/investigación de la novela de Pedro Lemebel llevada al teatro y el estudio de la obra vastísima del escritor chileno. Es la construcción de un universo de milagros sin milagros. Solo son las suposiciones de La Loca del Frente que se inscriben en otro mundo infinito lleno de ambigüedades, sin marcadas referencias que le pudieran ayudar a precisar la necesaria diferencia entre el engaño y la realidad. Es el barroquismo de la desesperanza, del ingenio, de la fantasía, de la imaginación. Es el descubrimiento de la marginalidad, la de Carlos, el guerrillero y la de La Loca, que se envuelve en vestiduras y oropeles, que apela al deslumbramiento artificial como símbolo de la fragilidad para que la ternura pudiera surgir en el ahora del miedo, de la incertidumbre.

De alguna manera (o de muchas) la Loca del Frente se aferra a ese ‘ahora’ con uñas y dientes. ¿Se puede nombrar el ahora?  ¿Se nombra el ahora como un tiempo vencido? ¿Se le nombra en la demora? Pero La Loca del Frente designa el ahora a través de sus trajes, de los adornos dispuestos en las paredes de su habitación, de los colores, de los aparatos de radio que transmiten música popular y noticias; de la ansiosa despreocupación de la realidad como si se tratara de un capricho, en el sentido de que puede proveer una distancia, una soberanía sobre el sí mismo lejos de la simple mundanidad del afuera.  

La Loca del Frente al encontrarse con Carlos (el mundo de las circunstancias es inmenso), adquiere el poder supremo e inalienable para denominar las cosas, los hechos, desde muchas temporalidades (o desde ninguna) o desde las grietas de la imaginación, para aprender el arte de nombrar e interpretar que es la forma de descubrir la poesía. Separado de la comunidad por su orientación sexual, La Loca del Frente reivindica un sentido de pertenencia que le devuelve a la misma comunidad en el marco de una economía de la representación casi luminosa, como reflejo de una condición de vida (Pedro Lemebel alguna vez confesó que desconfiaba del teatro y de la representación).

Por eso La Loca es capaz de inventar la fábula como razón y destino: Carlos (el novio, el amante, el referente, el fantasma) es el objeto de una suposición o de un postulado que se convierte en ficción, en el juego de la imaginación, en un ahora que puede presagiar cualquier cosa, por ejemplo la muerte o la ‘heroificación’, si asumimos que La Loca del Frente debió ceder el espacio de su vivienda, para ocultar varias cajas que su amante Carlos le había encargado y que se presuponía que podían contener armas. Es ese acto de heroicidad de la Loca del Frente que, sin saberlo, le transfigura en un personaje de ficción, casi trágico, como le ocurre también a Genet cuando ‘se encuentra con Stilitano y éste le ayuda a subir las escaleras hasta su casa’, que le sirve al escritor para comparar al personaje de su novela Diario del ladrón con «una Antígona más antigua y más griega, que me hacía escalar un calvario abrupto y tenebroso». Heroificar –señala con acierto Didier Eribon, (Una moral de lo minoritario, pág. 22), «es también transformar la vida en obra de arte por medio de la escritura, y crear sentimientos nuevos en quienes leerán el poema»:

 Mi vida será leyenda, es decir, legible, y su lectura alumbrar alguna emoción nueva que yo llamo poesía. (Genet. Diario del ladrón)

Para Lemebel la palabra Loca (que es lo que pone en evidencia Jorge Mateus en su trabajo) se convierte en una evocación esencial, en un recuerdo vital que Proust también la enuncia en Sodoma y Gomorra, en el esbozo IV del libro En busca del tiempo perdido, que transcribimos como la gran alegoría que atraviesa la novela y la adaptación de Tengo miedo torero: « ¡Las locas! Ya en esta palabra que lleva faldas se ve su solemnidad y todo su atuendo, se ve en una reunión mundana su airón y su gorjeo de volátiles de una especie distinta». (Citado por D. Eribon, Una moral de lo minoritario).

La Loca del Frente, para proteger su vida de la arremetida brutal de la dictadura militar contra los subversivos, debe abandonar su casa y huir a algún pueblo perdido. Y también huir de las fantasmagorías que representan la realidad y de los fantasmas homófonos. En una maleta desvencijada que tiene la imagen de algún santo en la tapa, pone sus galas, los adornos, los chales, el mantel bordado a medias, un aparato de radio. Finalmente, coloca el traje de torero con el que antes bailaba y representaba sus apetencias, sobre el sillón de la sala. Es el último acto esencial que le permiten las circunstancias, como antes le permitieron haber conocido y amado a Carlos, el guerrillero que se atrevió a transgredir el orden constituido, combatir la violencia, la discriminación social y hasta jurídica del sistema militar chileno.

 Hay momentos placenteros y extraordinarios en el teatro ecuatoriano que activan los mecanismos de la percepción y la sensibilidad de los espectadores. Creo que éste ha sido uno de ellos.

 FICHA TÉCNICA

 Bésame, forastero

Recreación libre sobre la novela de Pedro Lemebel Tengo miedo torero

Interpretación, concepción escénica, diseño de vestuario: Jorge Mateus

Asesoría: Pepe Rosales

Confección de vestuario: Irene Loor

Construcción utilería: Luis Zavala

Diseño afiche; Javier Trevis S.

Edición banda sonora: Fabiano Cueva

Iluminación y sonido: Marcos Camacho / Sherman Congo

Vinculación con medios: María Eugenia Almeida

Vídeo: Freddy Lima / Johnny Martínez

Canciones: Juan Gabriel, Sara Montiel, Mona Bell, Tormenta, Olga Guillot, Mikaela, Lucho Gatica, Simone, Rocco Granata, Los Huasos Quincheros, Grupo Calabaza, Pachuco y Cubanacán, Rucitama.

Lugar: Frente de Danza Independiente / CCE Temporada febrero 2023

 

 

Las formas del confinamiento/Santiago Ribadeneira Aguirre

Las formas del confinamiento/Santiago Ribadeneira Aguirre

Con voz propia: Manjares acústicos/ Genoveva Mora

Con voz propia: Manjares acústicos/ Genoveva Mora