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LA SOLEDAD ES UNA FORMA IMPERFECTA DE COMPAÑÍA | Santiago Ribadeneira Aguirre

Los solos bailan a duo. Tamiana Naranjo, Mateo Fernández. Foto Silvia Echevarria

LA SOLEDAD ES UNA FORMA IMPERFECTA DE COMPAÑÍA | Santiago Ribadeneira Aguirre

La cuestión de la soledad es una recurrencia en el arte, el pensamiento y la filosofía. El fenómeno de la comunicación, en cambio, lo toma como parte de la conciencia perceptiva, que se adhiere al otro, en forma de despojo. Esa ausencia (la del otro) es la dimensión inabarcable de una constatación que no tiene bordes definidos. En el orden de lo simbólico, la soledad es un estado de la interioridad del individuo entre la conciencia y el entorno. Al mundo se lo percibe para que interactúen unos con otros ‘y del que (los seres humanos) no podían desligarse ni objetivarle’ (Merleau-Ponty). (Nietzsche repitió las palabras ‘aislamiento’, ‘soledad’, e ‘incomunicación’, indistintamente, en varios de sus más importantes trabajos, en la correspondencia y en sus cuadernos de notas).

La soledad sería una forma imperfecta de compañía que se afirma en la suspensión del diálogo y del pensamiento. Tal vez este aforismo (arbitrario y subjetivo) podría ser el tema de la obra Los solos bailan en dúo que cuenta con la interpretación y la dirección de Tamiana Naranjo y Mateo Fernández Banchi del colectivo Rezuma Teatro. O es lo inverso. La soledad es una forma de sublimación que configura un espacio y un tiempo fuera de sus goznes. La soledad da y quita sentido a ese trenzado de subjetividades, convertido en una invocación subalterna de la presencia-ausencia que descubre en Los solos bailan a dúo a dos empleados de una oficina de correos clausurada por su obsolescencia. El imaginario de ambos personajes establece las formas del encierro / aislamiento: las palabras existen antes que las vivencias. Hasta que se instituye una manera de comunidad sin comunidad / comunicación, sin regocijos, sin ensoñaciones palpables o verificables.

Los solos bailan a duo. Tamiana Naranjo, Mateo Fernández. Foto Silvia Echevarria

La soledad de uno y otro les lleva a suponer situaciones inverosímiles: las cartas que llegaban al correo (se fragua un antes incierto y dudoso) son capaces de volver a volar, empujadas por el viento de los presagios y por una especie de ensoñación solitaria, propia de quienes esperan la misiva particular que pueda reinsertarles en la memoria de alguien. Él maneja lo perenne e insignificante, crea el sentido, como el recurso material que preserva el registro de la voz de su abuelo en una grabadora pequeña que alguna vez le había obsequiado. Es el ensayo de la repetición. Además los sonidos reconstituidos del viento y del mar como una nueva manera de vivir y pensar la soledad, hasta que el sueño invertido de Ella aflora como otro personaje del anverso dudoso del aislamiento.

Los solos bailan a duo. Tamiana Naranjo, Mateo Fernández. Foto Silvia Echevarria

Surge en los dos personajes una actitud interrogativa, que acude al tablero donde las cartas están abarrotas como una forma de incompletud que demanda la constancia de un inicio, o de la incorreción de una perspectiva inmutable y sin tacha. La soledad es un enunciado sígnico que se expresa en el vestuario de cada uno, sin diferenciaciones tangibles. Los dos son uno con sus adherencias y sus particularidades. Lo propio –la individualidad– no es ya visible a simple vista, distorsionado por esa bruma intangible del tiempo que mal cubre las distinciones.

Los solos bailan a duo. Tamiana Naranjo, Mateo Fernández. Foto Silvia Echevarria

El manejo actoral y corporal de Tamiana y Mateo se repleta de exactitudes, de detalles significativos, como un modelo de composición artística que incluye el texto y la dramaturgia. Es lo poético. El espectáculo partió de puntos precisos de contacto, por ejemplo haber pedido por anticipado a los espectadores que escribieran, antes de entrar a la sala, sus percepciones sobre la soledad en forma de cartas que después se incorporan al panel que divide el escenario. Es el juego justo para quienes desean volver a soñar con las palabras calando en una hoja de papel, en los sonidos de alguna grabación perdida o en el encuentro fortuito para volver a hacer de sus sueños una posibilidad real de afirmación. 

FICHA TÉCNICA

Interpretación y dirección: Tamiana Naranjo y Mateo Fernández Banchi

Dramaturgia: Mateo Fernández Banchi y Esther Cevallos.

Coreografía: Tamiana Naranjo

Música y sonido: Marcos Raviolo

Diseño de luces: Cabeza Inc. Producción escénica

Escenografía y vestuario: Rezuma Teatro

Voz en off: Rubén Fernández

Diseño gráfico: Máximo Blas Calabrese

Fotografía y video: Edgar Naranjo y Carlos Fernández / Silvia Echevarría

Lugar: Asociación Humboldt / octubre 2023

ALGO DE REZUMA TEATRO

Es un grupo artístico multidisciplinario ecuatoriano-argentino conformado por la ecuatoriana Tamiana Naranjo y el argentino-italiano Mateo Fernández. Llevan a cabo obras teatrales donde, gracias a la trayectoria de cada uno de sus integrantes, han elegido ocupar los roles de interpretación, dirección, coreografía, dramaturgia, utilería, vestuario y escenografía, colaborando y co-creando con diversos artistas locales en función de cada proyecto. Este grupo se caracteriza por el abrazo creativo entre estos dos países, realiza diversas actividades en distintas ciudades y países latinoamericanos, brinda, además de sus obras teatrales, otros proyectos artísticos como ciclos de danza, video, video-danza, fotografía artística, talleres y seminarios.

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