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La trinchera: 40 AÑOS/ Santiago Ribadeneira Aguirre

Foto Santiago Rivadeneira

La trinchera: 40 AÑOS/ Santiago Ribadeneira Aguirre

La Jornada Teatral por los Cuarenta Años de la Trinchera, se cerró la noche del 26 de agosto con un acto en el que se pudieron ver y escuchar los saludos de numerosos teatreros, mujeres y hombres, grupos del país y del exterior, que querían sumarse al merecido homenaje. Los vídeos de actores, actrices, directores, dramaturgos, bailarines, coreógrafos, gestores culturales, críticos de artes escénicas, se proyectaron en la pantalla del teatro para testimoniar el largo recorrido que comenzó en agosto de 1982 en la ciudad de Manta.[i] La gobernación de Manabí le otorgó al grupo un reconocimiento por el aporte hecho en este tiempo a la cultura, al arte, al teatro, a la danza de Manta, de la provincia y del país.   

Esta enorme y fecunda trayectoria del grupo manabita La Trinchera, fue el extraordinario pretexto para replantearse el sentido de la finitud o de la trascendencia y, enseguida, emprender un largo diálogo con el teatro y su pensamiento. La Trinchera ha sido fiel a esa reflexión.

Tal vez podríamos sintetizar este proceso, con aquello que nos legara el mismo Platón, cuando recomendaba la necesidad de medir, de contar y de pensar. Es decir, que han sido el trabajo constante y, al mismo tiempo, la producción vasta en el terreno de la creación y la difusión del teatro los rastros para medirnos, contarnos y pensarnos.  El Grupo de Teatro La Trinchera se originó en un acontecimiento. Ese origen le permite pensar el lugar del teatro. Ese ajetreo funda, paso a paso, el deseo de teatro como un deseo para la construcción de una verdad.

En una conversación sostenida con El Apuntador, el mentor de la Trinchera profesor Bolívar Andrade, en relación con la creación del grupo, nos decía que:

“El hecho empezó a fermentar desde el momento en que, como profesor improvisado de literatura, obligadamente, tienes que hablar, entre otros temas, sobre el teatro antiguo, moderno y contemporáneo y, para salir del apuro, “soltar” el reto a los alumnos: considerando que el mundo es el gran escenario para que actúe, bien o mal, el ser humano, y cada momento de su existencia, igual que en el teatro o en el cine, ¿por qué no podemos nosotros convertirnos en actores dada la diaria experiencia del actuar que tenemos mientras vivimos…? El teatro griego era el mejor referente…( ahora uno se pregunta si valió la pena crear tanta grandeza intelectual y artística, en el pasado, para terminar muriendo en brazos del FMI) Y “el reto” encontró regazo…joven, entusiasta y perseverante, en el Colegio Nacional Cinco de Junio de Manta, primer plantel laico del puerto cuya población estudiantil provenía del campesinado y de la clase obrera que empezaba a organizarse con alguna conciencia social y de lucha contra el capitalismo instalado en el puerto; súmese a esto el imprescindible hecho de ser, en cierto modo, herederos de la grandeza del “mejor ecuatoriano”, Eloy Alfaro, y está abierto el camino para emprender cualquier hazaña, aunque sea, al principio, como un sueño…y así fue. Justamente pensando en todo esto, pero afrontando la realidad de no ser escritor sino, apenas, un redactor, escribí dos textos para teatro, Los Padres de la Patria (sainete sobre el Congreso) y El Tejedor de sueños (que presenta la vida de una familia de tejedores de sombreros de paja toquilla), esta obrita permaneció en escena más de un año y nos dejó una gran lección: cuando el texto incluye asuntos concernientes a la realidad que vive nuestro pueblo, su interés por la obra está asegurado”..

Después de 40 años, el trabajo sostenido de La Trinchera admite hablar de la eternidad de las verdades y de la eternidad de las ficciones. Por último, nos permite hablar sobre la Trinchera como una maravillosa verdad en la historia del teatro de Manabí y del Ecuador.

La complejidad de mirar hacia el futuro es igualmente enmarañada cuando se mira al pasado. En ambos casos estaríamos al frente de una relación muy próxima entre la ética y la estética que, para el caso del grupo manabita, sobre todo nos ubica en una hermenéutica, que sería el mandato ético de construir una estética de la existencia. Para decirlo de otra manera: la Trinchera construyó un pensamiento y una práctica a manera de invitación permanente a entender la creación como el potencial que nos acerca a la vida. ¿La historia de la verdad?

La voluntad creativa del grupo se expresa en esos dos principios: la voluntad de saber y la voluntad de verdad. El ‘hacer’ (el individuo creativo) al lado de la acción (la obra) para construir una ‘unidad estética’ que les une y complementa. Ir más allá del simple hecho de interpretar la realidad, porque aquella estética de la existencia (Foucault: 2010, p. 174-176) ha permito la aparición de un público que se apropia cada vez del quehacer y del acto creativo. En ese caso, la hermenéutica a la que hicimos alusión antes, es la herramienta con la cual se pretende ir más allá de la simple explicación: los espectadores son parte de ese trabajo mientras lo resignifican y lo analizan a fin de establecer muchos momentos de reflexión. Ahí residiría la verdad.

La ética, dice Foucault, es la forma que toma la libertad cuando se informa mediante la reflexión. Pensamiento y acción para dimensionar las pasiones y los afectos. Eses es el conocimiento compartido. Escoger la franqueza en lugar de la demagogia. Sócrates agregaba una preocupación por decir la verdad: “el arte de la existencia y el discurso veraz, la relación entre la existencia bella y la verdadera vida, la vida en la verdad, la vida para la verdad” (Foucault: 2010, p. 175).

El otro concepto importante que se encuentra en las prácticas del grupo, es el que concierne al espacio público. La Trinchera lo descifra a través de sus prácticas artísticas y pedagógicas. La constatación está en la articulación entre el trabajo escénico, la construcción del teatro y los espacios para la formación, los intercambios y en la parte formativa los vínculos con las universidades de la provincia. También las jornadas infantiles y el Encuentro Internacional de danza que ahora dirige Gabriela García. Hay que sumar el proyecto con la Escuela Municipal a cargo de instructores y talleres permanentes en sitios rurales como San Juan, San Lorenzo, Santa Marianita, etc.

Es la noción de lugar que se expresa en la inauguración del teatro Chusig en 1985, construido por Orley Zambrano, hasta que la Universidad Laica Eloy Alfaro con el apoyo incondicional de su rector Dr. Medardo Mora, decide comprarlo en 1987 para asumir la deuda del empresario. También fue ese acontecimiento una invitación recurrente a pensar el rol crítico del teatro como interpelación afectiva y de resistencia. Enseguida, el grupo primero imagina un festival de teatro, diseña el proyecto y después lo lleva a cabo en 1988 con una alianza estratégica inicial entre la Universidad y el Banco Central del Ecuador.

La Jornada Teatral por los Cuarenta Años de la Trinchera, comenzó el martes 23 de agosto con un conversatorio virtual en el que se discutió sobre el teatro de grupos en el Ecuador, desde la década de los ochenta, moderado por Genoveva Mora, directora de la revista El Apuntador. Estuvieron presentes, Lola Proaño, PH. D. en Teatro Latinoamericano, Master en Filosofía, docente e investigadora de artes escénicas, Arístides Vargas y Charo Francés fundadores de Malayerba, Patricio Vallejo director de Contraelviento, Patricio Estrella de La Espada de Madera, Marcelo Luje, director y docente, Santiago Rivadeneira, crítico de artes escénicas y Nixon García de La Trinchera.

El 24 de agosto, en el centro cultural SolYdar, se inauguró la exposición histórica 40 años de Teatro. Era el signo de la historicidad que se constataba en lo material y lo simbólico. Los vestuarios, las escenografías, fotografías, recortes de prensa, diseños y afiches de las obras, confirmadores de una subjetividad que constituía el efecto o la causa de una mediación acompañada por el público. Como para ratificar la existencia del grupo en esa comunidad llamada teatro, junto al territorio, la cultura y la estética en su doble condición de ser social y ser artístico, es decir, plenamente inmerso en las propias transformaciones de su historicidad.

No quiero morir virgen, Juana Guarderas. Foto tomada de la pág. de La trinchera

Esa noche en el Centro de Artes La Trinchera, la actriz y directora Juana Guarderas del Patio de comedias de Quito, presentó el unipersonal No quiero morir virgen. Solvencia, presencia, oficio, juego escénico para entrar en el divertimento. El personaje de Guarderas, con un vestido anacrónico y desgastado, narra la historia de su soledad y la resignación. El espectáculo gira alrededor de la contingencia y las heridas amorosas dejadas por el enamorado perdido. Morir virgen no es una prerrogativa. El suplemento de la propuesta y el reclamo es la puja y para eso encuentra el sustento en el público. La pérdida de la virginidad entra en una subasta abierta mientras el personaje pasa de la escena a la metaescena que a su vez abre otras escenas.

En el panel sobre la historia teatral de Manta, que se realizó la mañana del día jueves 25, estuvieron presentes algunos exponentes del quehacer teatral de la ciudad e invitados de Guayaquil, Quito y Trujillo, Perú. Jorge Parra, bailarín, coreógrafo y promotor cultural,  director de Zona Escena de Guayaquil. Raymundo Zambrano, narrador oral, actor e investigador de la cultura popular de Manabí, ex miembro del grupo La Trinchera,  Carlos Valencia, actor y fundador de La Trinchera. David Calderón de los Ríos, Director de la Escuela Superior de Arte Dramático de la ciudad de Trujillo, Perú. Nixon García, director y fundador de La Trinchera y Santiago Rivadeneira de El Apuntador como moderador. (https://www.facebook.com/teatrolatrinchera/ )

Cada uno de los expositores trazó sus relatos como sustratos vitales que permitieron una articulación para entender los procesos vividos por el teatro en Manta y Manabí, desde la creación del grupo. Teatro y territorio se volvieron consustanciales para definir la identidad cultural influida por el teatro y la danza; los encuentros y festivales; la creación de los espacios de formación y el público, que como sostiene el profesor Andrade en la misma entrevista: 

“Tomando en cuenta solo los últimos años de teatro en Manta y Manabí (pues anterior a esto debe haber existido algún movimiento teatral pero esporádico, de celebración puntual y no producto de un propósito organizado y planificado para que sea parte ineludible de una región geográfica) creo que se ha logrado la formación de espectadores que llegaron al teatro con “cero de opinión” y algo de pensamiento y egresó  la mayoría con un denominador común: satisfacción de haber ingresado a un mundo desconocido hasta entonces. Resumiendo, al principio el espectador no sabía qué, cómo y cuándo aplaudir, ahora, para satisfacción del arte, Manta y Manabí saben lo que en teatro significa el silencio y el aplauso de pie, lo que equivale a decir que ahora sí valora opinión y pensamiento propio y ajeno y eso dará buenos frutos hacia el futuro”.

Foto tomada de la pág. de la trinchera

A la obra Mucho Lote de Mario Suárez de la Corporación Zona Escena con la dirección de Jorge Parra, le correspondió presentarse la noche del jueves 25. Teatro lleno como los días anteriores y subsiguientes. Avidez del público. El locus, el lugar donde se localiza algo, es también el momento generativo de una expectativa para sorprender. Mucho Lote es la bailarina o la diva repleta de adminículos y preseas. El monólogo pasa de lo idílico a lo amoroso, regulado por algunas réplicas: contra el status, el poder escondido, las mentiras de los políticos, las trampas del sistema, el ejercicio de un derecho, la malhadada repartición de los bienes de la palabra. Y, además, el dolor contenido junto al lenguaje al que recurre el personaje para comenzar su interminable carrera de cosa agitada e inútil.

Un espectáculo que aviva constantemente la voluntad de la escena: el ángel rebelde que se eleva por los aires subido en los coturnos, no puede sucumbir. Mucho Lote reinventa el teatro y se reinventa a sí misma las veces que sean necesarias. Ninguna coacción la puede detener, por eso canta y se transforma. Se escinde para salvar las apariencias y regresa de sopetón a sus orígenes en aquella tierra perdida que fue su pueblo natal. ¿De dónde le vino el nombre? Del triunfo y la derrota. O de la revelación que en Mucho Lote, el personaje engrandecido, tiene el mismo valor que la palabra, cuya posesión le augura la omnipotencia. Hasta que lanza los últimos dados y se marcha por donde vino.

26 DE AGOSTO en la noche. CENTRO DE ARTES LA TRINCHERA. Acto de homenaje y fin de fiesta. Obra: Tres viejos mares de Arístides Vargas, dirigida por Charo Francés y Nixon García. Creación de la Fundación Cultural La Trinchera. Un espectáculo polifórmico estrenado hace 22 años en el que participan Rocío Reyes, Fredy Reyes y Magaregger Mendoza quien reside desde hace 7 años en Europa. Llegó a Manta para incluirse en los ensayos y el remontaje. Magaregger empezó a hacer teatro en El Rodeo, Portoviejo y en 1994 ingresó a La Trinchera, donde permaneció alrededor de 20 años. La obra, en sentido estricto, es la postulación de La Trinchera para volver a ratificar la existencia del grupo en términos de derecho. Como han sido algunas de las obras emblemáticas: Bandaís (1987) escrita y dirigida por María Escudero, El cuco de los sueños (1990), escrita por Arístides Vargas y Raymundo Zambrano, Ana, el mago y el aprendiz (1997) de Arístides Vargas y la dirección compartida con Charo Francés, Malanoche (2007) de Arístides Vargas y la dirección conjunta con Charo Francés, La Travesía (2002) y Quimera, ambas con dramaturgia y dirección de Nixon García.

La premisa fundamental  de Tres viejos mares es que con el mar siempre se puede dialogar. Y recordar. Y preguntar. Los tres viejos jubilados, cada uno a su manera, han sufrido la tentación de desprenderse de todo, de alivianar la carga arrojando al mar o al olvido cualquier consideración sobre los hechos y los acontecimientos. No como un acto de negación porque la realidad, aún desde esa perspectiva, siempre es tozuda y persiste en volverse parte de la memoria. ¿Mantener la conciencia permanente de que los grandes acontecimientos de la historia pueden ser pensados más allá de los relatos de la modernidad que está por terminar? También están la nostalgia y el prurito de nombrar o de asignar significados, es decir, identificar. ¿Cómo producir una reflexión lo suficientemente pregnante, de cara al próximo siglo XXI que ya mismo arriba, para lograr esas identificaciones necesarias, sin lesionar o mal interpretar lo representacional, lo imaginario y lo subjetivo? Los tres ancianos, frente al mar que siempre va y regresa, dejan suelta la pregunta: no se trata de producir siempre heterotopías (como huellas irreconocibles o espacios de los otros, lo cerca y lo lejos de la memoria) sino de definir sobre lo propio y lo ajeno. Aunque para ello haya que enviar mensajes dentro de una botella, a no se sabe quién, o desterrar la bruma del tiempo para despejar la mirada propia para mirar a los demás.

Foto tomada de la pág. de la trinchera

En lo fundamental, estos 40 años de La Trinchera hay que asumirlos como una invitación a emprender ‘una estética de la existencia’, tal y como insiste Foucault: “hacer de la vida una obra de arte, a desarrollar –voluntaria y rigurosamente– una existencia (…) que apunta a alcanzar una vida buena y hermosa”.  

Grupo La Trinchera

– Rocío Reyes Macías (Directora general)

– Freddy Reyes M.

– Nixon García S.

– Magaregger Mendoza

– Pablo Chávez Z.

– Hernán Reyes P.

Conformación del directorio de La Fundación Cultural La trinchera

– Rocío Reyes  (Presidente)

– Nixon García (Dir. Ejecutivo)

– Freddy Reyes (Dir. Cultural)

– Gabriela García (Secretaria)

– Elizabeth Palma (Asesora jurídica)
i] El Grupo de Teatro “La Trinchera” se creó en el mes de agosto de 1982, en la ciudad de Manta. Desde el año de 1985, cuentan con el apoyo de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. En 1988 creó el Festival Internacional de Teatro de Manta, conjuntamente con la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. En 1996 inauguró su Escuela de Teatro para niños y jóvenes de la ciudad de Manta, dando han recibido clases más de mil niños y jóvenes. “La Trinchera” tiene el mérito de haber sembrado el arte del Teatro en Manta hasta convertirlo en el arte más representativo de esta ciudad. Su prestigio ha rebasado el país y por eso son invitados frecuentemente a temporadas y Festivales a nivel iberoamericano.

Las emociones y la existencia del ser / Santiago Ribadeneira

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El cuentero Don Pascual y la tradición oral Manabita / Santiago Ribadeneira

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