LAS LEYES DE LAS EMOCIONES | Santiago Ribadeneira Aguirre
El cuadro de proposiciones temáticas de la obra La edad del sol abarca el tiempo, las reflexiones sobre las edades (incluyendo la de la razón), las tensiones entre los momentos de cada etapa que le llevan al ser humano desde la niñez, la juventud a la adultez, que se reinstalan abruptamente en las constantes, variantes y cambios del personaje como preguntas sin respuestas. La lectura que la obra La edad del sol propone es la sobreintencionalidad para no dejarse absorber por los ciclos temporales donde opera el ritual de la destrucción, necesario o estratégico.
Ella decidió suspender el tiempo. Se ocultó detrás de una silla y haló el hilo de los cuales pendían los muñecos / objetos que apenas sintieron el aliento de sus manos, comenzaron a moverse. Así brotó el movimiento de las emociones. Interrogar e interpretar. Las experiencias sobre el espacio y el tiempo de los cuerpos que se organizan. La intuición y los hechos. Ella se encarama en otra silla y en puntas de pie, mira el horizonte y se mira a sí misma. Los círculos temporales daban vueltas, sin cesar, concéntricos, esparcidos. Los lazos afectivos aparecen. Ella decide ignorar la noción de lugar que es reemplazada por una noción de coexistencia, más amplia, para jerarquizar las emociones.
Los hechos averiguados, rememorados y compartidos no son suficientes para crear la esperada hipótesis unificadora. Otra vez el tiempo dividido en edades. La madre, el padre, el abuelo y Ella como resultado de las precauciones, que se funden en una noción de mundo indefinible, que se ha esfumado a la espera de que un día se pudiera llegar al sentido de esa ‘síntesis’ que algunos llaman mundo. Ella habla entonces de la ‘realidad humana’ (Sartre), casi inexistente o inasible.
Es por esa razón y no otra, que el personaje de Ella inventa las edades de las emociones, irreductibles a la cronología de los hechos. ¿Apelar a la memoria? Ella parece sostener como principio básico, que las emociones (más allá de la memoria o la percepción) solo son un accidente respecto de la ‘estructura de la realidad humana’, que Ella concibe como edades, lapsos, duraciones, destrucciones.
Ella vuelve a subirse a otra silla. Las tres sillas tienen una distribución aleatoria en ese espacio coyuntural. El cuerpo de ella expresa algunas reacciones que pueden situarse entre el estado íntimo, con sucesiones constantes y los recuerdos que parecen trastornos fisiológicos. Ella inventa las leyes de las emociones para poder continuar describiendo los procesos vehementes de las edades que debían estar fuera de los hechos. Y eso hace. Entre las esencias y los hechos no puede haber correspondencia alguna, dice sin decirlo.
Es la dramaturgia de las emociones que se verbaliza en el acto. Ya no es la edad del sol. Ahora está la necesidad de admitir lo plural para hablar de las duraciones, porque el Personaje se ha dejado doblegar por el tiempo de las emociones. De ahí parece surgir lo inacabado: Ella hace descender de lo alto, un par de botellas verdes que enseguida ilumina. La duplicación de lo innecesario como un autorretrato fugaz: “la interrupción puntuada pero abierta, carente incluso de la arista autoritaria de un aforismo. Pequeños guijarros surgidos meditativamente, uno cada vez, en el borde de un nombre como la promesa de un retorno”. (Jacques Derrida Las muertes de Roland Barthes 1981).
Y recurre a los cordeles tensados a lo ancho del escenario, al filo de los cuales navegan / transcurren barcos de papel que sortean los mares inexplorados e invisibles de la memoria. Es la fragilidad y la proximidad de la conciencia que le demandan a Ella volver a elegirse a sí misma.
La obra La edad del sol es el producto de un trabajo dramatúrgico largamente pensado por la actriz Mishell Banda, la dirección escénica y textual de Arístides Vargas y la dirección actoral de Charo Francés. Entusiasman el convencimiento, la voluntad y la prodigiosa constancia de Mitchell, una actriz y dramaturga joven, los vínculos que se acaban de establecer entre el teatro, el saber y el pensamiento para marcar un camino que acaba de iniciarse con decisión.
FICHA TÉCNICA
Interpretación y texto: Mishell Banda
Dirección escénica y textual: Arístides Vargas.
Dirección Actoral: Charo Francés.
Afiche: David Villarreal
Fotografía: Lenin Poveda / Silvia Echevarría
Lugar: Teatro Malayerba Temporada octubre 2023