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LIBROS DE TEATRO | UBÚ EN BICICLETA | Alfred Jarry

LIBROS DE TEATRO | UBÚ EN BICICLETA | Alfred Jarry

Alfred Jarry inventó la Patafísica, algo así como una ciencia deliberadamente pensada desde lo burlesco, para entender la ‘ley de las excepciones’. En 1896 Jarry escribió Ubú Rey y en 1900 Ubú encadenado, obras de teatro escritas para describir las parodias del poder. De ahí deriva lo ubuesco, que es la forma en que se entienden las máscaras detrás de las cuales se esconde lo obsceno y lo espurio en el ejercicio del poder.

El libro Alfred Jarry – Ubú en bicicleta, como dicen en el prefacio Herbert George Wells y Nicolás Martin, “recoge los escritos velocípedos, veremos a Jesús en derrapada en el Gólgota, Adelfismo y nostalgia, El Bastón de física, la Carrera de las Diez Mil Millas, Ixión atado a su rueda por la eternidad, el acróbata de la Vuelta de la Muerte, una quíntupla lanzada detrás de un tren de Paris a la Siberia, unos ciclistas borrachos y dopados con el Perpetual Motin Food, La Pasión considerada como una carrera de montaña…”

Se sabe, ahora, a través de varias fuentes, que ‘el 30 de noviembre de 1896, unos días antes del estreno de Ubú Rey[i], Alfred Jarry había adquirido una bicicleta «Clement Luxe 96» de pista, cuya enorme transmisión hará girar durante toda su vida, «con impresiones visuales que se suceden con rapidez suficiente como para no poder retener sino la resultante, y sobre todo para vivir y no pensar». Pues para Jarry, el pensamiento no es más que una actividad más’ 

¿Quién es el Padre Ubú? Es la historia de una ‘panza real’, y es el «anarquista perfecto, con lo que impide que nosotros nos convirtamos jamás en el anarquista perfecto, que es un hombre, es decir, cobardía, suciedad, fealdad, etc.» (Les paralipomènes d'Ubu Le reveu Blanche, 1 de diciembre de 1896). “La bicicleta –insisten los prologuistas citados–por la misma razón que la absenta o el revólver, es una prolongación material de la máscara ubuesca que Alfred Jarry llevó toda su vida, dejándose ver en toda circunstancia bajo los rasgos de la criatura que había inventado. Esta bicicaparazón es uno de los medios que le permiten mantener siempre las distancias, marcar su diferencia, darle un giro singular a las experiencias ordinarias”

Varios episodios retratan la singularidad de Jarry, (su inadaptación) que se aferra con acentuada distinción del artefacto móvil de dos ruedas. El disfraz de ciclista también es una máscara. Y es la apología del estafador calificado: “En medio del cortejo fúnebre de Mallarmé, provoca la indignación de Octave Mirbeau al llegar vestido con un pantalón sucio por su trayecto en bici. Algunos años más tarde, se preocupa de llegar con una indumentaria más presentable a la subprefectura de Corbeil, pero «con el uniforme de ciclista (no poseía otro) y descalzo sobre sus pedales porque se había colgado a la espalda sus zapatos más lustrosos, para no ensuciarlos en los charcos del camino de sirga». Exhibe la misma actitud cuando hace su aparición en el círculo Víctor Hugo «calzado con escarpines de muchacha que mudaba a la salida por zapatillas de ciclista más habituales, a buen recaudo en un bolsillo interior».”

Por último, el año de 1886 está considerado por los analistas como el de ‘una de las más bellas estafas’. “El 30 de noviembre le compra a crédito a Jules Tronchon, comerciante de ciclos en Laval, una bicicleta «Clement Luxe 96» de pista por un precio de 525 francos, suma considerable para la época, a la que  pronto se añade un suplemento de 20 francos por las llantas de madera. Como con frecuencia con sus acreedores, Jarry no cumple ninguno de los plazos previstos. Apenas consiente en ingresar dos anticipos de cinco francos el 6 de noviembre y el 8 de diciembre, mientras que su hermana Charlotte ingresa quince francos el 14 de mayo de 1889. Pese a las advertencias y los agentes judiciales, Jarry nunca pagará un céntimo más y podrá continuar circulando con la «Clement Luxe» hasta su muerte”. (Sobre la historia de la bicicleta de Jarry, véase Philippe Régibier, op. Cit., pp. 57-60, y Raymond Lecompte, «Historire d’une byciclette gratuite (avec expertise)», Cahiers du Collège de Pataphysique, No. 5-6)

Alfred Jarry dijo:

Fue, pues, a las diez de hoy cuando la primera de todas las Máquinas del Tiempo (así llamaba Jarry a su bicicleta) comenzó su carrera. Le di un último toque, probé todos los tornillos de nuevo, eché una gota de aceite más en la varilla de cuarzo y me senté en el soporte […] Vi unos árboles crecer y cambiar como bocanadas de vapor, tan pronto pardos como verdes: crecían, se desarrollaban, se quebraban y desaparecían. Vi alzarse edificios vagos y bellos y pasar como sueños. La superficie de la tierra parecía cambiada, disipándose y fluyendo bajo mis ojos. Las manecillas sobre los cuadrantes que registraban mi velocidad giraban cada vez más de prisa.

Título de la edición original:

UBU CYCLISTE:

ÉCRITS VÉLOCIPÉDIQUES D’ALFRED JARRY

Primera edición marzo de 2012

Gallo Nero Editores

Selección y prólogo: Nicolás Martin

Traducción: Laura Salas Rodríguez

[i] El Taller de Práctica Escénica de la Escuela de Teatro de la Universidad Central, con la dirección de Alejandro Buenaventura, estrenó Ubú Rey en 1979, en el Teatro Prometeo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. El escritor Jorge Dávila Vásquez, después de la presentación del grupo en Cuenca, en un artículo publicado en el No. 7 de la revista de la Escuela de Teatro La Última Rueda, decía: “Jarry, como lo señalara Alejandro Buenaventura (…) no pertenece a ninguna tendencia literaria en concreto. Surge a finales del siglo XIX, en pleno auge naturalista, abomina tanto de esta tendencia, como de los clásicos franceses. Representa en la historia de la dramaturgia y de la literatura un hito. Y su redescubrimiento tardío, influye muchísimo sobre el teatro y la literatura francesa de este siglo. (…) Hablando de su obra maestra Ubú Rey dice: «He querido hacer un guiñol». Y eso es precisamente lo que ha conseguido Alejandro Buenaventura con los alumnos (y profesores, Víctor Hugo Gallegos fue el Padre Ubú) de la Escuela de Teatro de la Central, una especie de gran tablado de marionetas en que se desarrolla una acción teatral continua, farsesca, alegre y trágica a la vez, ágil hasta el exceso, llena de música y perfecta en su sincronización y ritmo”. Cuenca, junio 1980

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