Lisístrata, una versión libre/Fausto Espinosa Soto
Entrevista a Alejandra Albán, actriz y docente de la Carrera de Artes Escénicas de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador (UCE), cuya formación responde al stanislavskiano, porque muchos maestros de ese entonces, en Escuela de Teatro, venían de las escuelas rusa, o Strasberg y Leyton, teatro en términos formales. En su ejercicio profesional y en estudios posteriores toma contacto con el universo de lo contemporáneo, lo posdramático y lo performativo, lenguajes escénicos con los que Alejandra se siente correspondida. El énfasis hacia la diversidad nace de una búsqueda ideológica que permea a su perfil profesional.
Con la presentación de la versión libre del clásico Lisístrata, de Aristófanes, como examen del grupo de teatro de séptimo semestre de la Carrera de Artes Escénicas de la UCE, la intención de la directora no solamente fue poner en escena y actualizar un discurso feminista, sino también hablar de la diversidad sexual y otras formas de masculinidad. Comenta que el proceso artístico fue un ámbito propicio y seguro para explorar diversas cualidades asociadas a diferentes roles sociales y provocaciones: el cuerpo feminizado, el cuerpo militarizado, la paternidad donde conmueve la ausencia del hijo, la expresión libre y en paz de la juventud.
El norte(sur) político sobre el norte estético
Parte de la creación dramatúrgica es de autoría de la directora que se planta: “todo es político” pensamiento, palabra, obra y omisión. Desde esta visión, de la política, es imposible divorciar lo estético, lo poético y lo político (pilares de su obra).
“Mi forma de estar en el mundo es una forma política. La forma en la que propongo la relación con los estudiantes es política. El discurso escénico propuesto, desde los estudiantes, para los estudiantes y desde la directora, es inevitablemente político.”
Cuenta Alejandra y pone de relevancia que una parte importante del elenco estuvo presente en las jornadas de manifestación de junio de 2022, sobre todo en acciones de atención humanitaria a comunidades indígenas. Relata que en correspondencia con las inquietudes ideológicas de ellos y de ellas, se produjo un nicho productivo para manifestar una obra de este orden: situaciones escénicas donde el punto de referencia son las propias vidas.
La directora se siente afortunada de haber coincidido con un grupo comprometido con el proceso artístico, un camino que, de la efervescencia política, decanta a una postura artística.
Alejandra cree que la universidad pública, más allá de ser ámbito libre para el ejercicio de todas las posturas, es un contexto donde se debe promover la consciencia social y el sentido de pertenencia. Más aún en el contexto del arte, que entiende que se potencia y que puede ver entre los intersticios del tejido de las izquierdas y las derechas, entre ellas y más allá de cada una. El resultado, en este caso, es una obra donde la directora y los estudiantes deciden ir sin miedo y decir nombres: Romo, Lasso, Carrillo, Zapata, hay más…
El fenómeno del arte en la academia tiene sus propias preguntas
El proceso de una actriz que asume el rol de docente de artes, pone de relieve las características propias del fenómeno del arte, en confrontación con una estructura que procura emular la maquinaria misma de los Estados y las diferentes instituciones.
A diferencia de la relación que pueden establecer las ciencias exactas con las estructuras de ejercicio de poder, las artes entablan relaciones que tienden a remover y buscar flexibilidad en las estructuras. El asumir una perspectiva ideológica, en este caso, da testimonio de las características naturales de los procesos formativos en la actualidad. Estos son precisamente los aportes al conocimiento y memoria colectiva que funcionan como base para un ejercicio teatral profesional en el Ecuador, al que le es natural lo político.
Una anécdota que simboliza
En escena, antes de iniciar el espectáculo, la directora permanece de pie en el proscenio mientras el público está sentado, pero la música de sala permanece. Transcurren unos segundos y la directora empieza a presentar la obra, segundos después, finalmente, baja el volumen de la música y podemos terminar de escuchar la presentación. Para usuarios de teatros y escenarios de muchos lugares, el chiste se cuenta solo: algo pasa con la técnica; un ámbito que históricamente refleja políticas de descuido que afectan la calidad del arte. Una segunda mirada permite reconocer el esfuerzo de docentes y estudiantes de sacarle el jugo a la oportunidad de lo público, dándole la seriedad a los procesos para que estos mejoren sus condiciones.
Esta es la forma en la que el arte permite tejer los diferentes motores que lo propician, el énfasis político asumido en la sangre de la creación artística, quizás sin proponérselo, también nos pone en contexto, en la mediación de la obra con el público, en un lenguaje consecuente.
Las dos caras de la moneda
En la obra se presentan dos formas marcadamente diferentes de abordar la actuación, los personajes masculinos se desarrollan desde la matriz de la farsa y los personajes femeninos se alimentan desde la autenticidad de las intérpretes, en la matriz contemporánea.
“Lisístrata es el concepto, no el personaje, por lo tanto son diez Lisístratas. Las intérpretes están avocadas a encontrar su propia Lisístrata dentro de ellas mismas: la mujer desobediente, la valiente, la sobreviviente…” Este tipo de procesos trascienden la experiencia artística y promueven espacios de acompañamiento y resiliencia.
En el caso de los tres intérpretes masculinos, la tarea fue enarbolar el discurso caduco y la farsa fue un recurso técnico que favoreció la identificación de los personajes e hizo interesante la búsqueda; la directora comenta que estos espacios de la obra, son donde se ancla esta versión con la original clásica de Aristófanes. Intencionalmente se trabaja la caricatura para darle ese color al discurso que se denuncia y revelar su profundo sentido ridículo, más allá de la posible comicidad de las situaciones.
“La obra es un organismo vivo”, dice Alejandra, “uno es un proceso hasta el estreno y otros son los procesos después del estreno. En la confrontación con el público, los estudiantes empiezan a entender información como actores, que les permiten hacer crecer la obra.” No hay duda, mientras más funciones y temporadas haya, permite potenciar la obra.
En el caso de los personajes masculinos la directora destaca la capacidad de juego, cada vez más comprometida en cada función. En el caso de los personajes femeninos recalca la complicidad, los detalles, las interacciones y el espíritu común-femenino elevado que se fue desarrollando.
El concepto de obra organismo vivo abre, además, la posibilidad de seguir profundizando en las temáticas y jugando con las herramientas actorales: la obra anula cualquier brecha de géneros y abre la posibilidad de que intérpretes mujeres realicen roles masculinos o que cualquier estudiante desarrolle cualquiera de los personajes.
Profesora Feminista
La consciencia del proceso académico permite entender “la oportunidad no solamente de crecer actoralmente sino también de tener claridad en otras dimensiones (como la ética) que van más allá del virtuosismo actoral o el despliegue en escena. Una obra se aborda entendiendo ideológicamente que hay detrás.” Desde esta comprensión, los momentos de complicidad, acompañamiento y sensibilización forman parte del proceso humano y artístico. El ejercicio del feminismo docente se proyecta como una línea clara para incorporarse al debate interno de cada estudiante universitario, proceso por demás pertinente en este período de formación.
Actualmente las artes escénicas en el Ecuador tienen insumos para plantear discursos y metodologías propias.
Alejandra propone, desde una conciencia política:
- Horizontalidad con los estudiantes
- Entenderlos dentro de sus propias estéticas y preocupaciones
- Aproximar las brechas generacionales
- Consecuencia y antagonismo con la sobrevaloración del discurso propio de docentes de generaciones anteriores
- Apego con las pedagogías que se alejan de la crueldad
- Permitir-se ser aprendiz de los estudiantes / relaciones horizontales naturales a las artes
- La dirección como un ejercicio de hilar las propuestas de los estudiantes, generar un diálogo, un vaivén creativo para crear la obra sin necesidad de imponer ideas.
- Comprender la situación de relacionamiento de una persona y sus particularidades con el lenguaje teatral, lo que desencadena mecanismos propios de aprendizaje.
“No encuentro que la pedagogía en artes deba seguir el mismo rumbo que el de otras pedagogías marciales, rígidas, alejadas de la realidad.”
Comentario final
“Cuando empezaron la obra tenían la intención de deconstruir aunque no sabían cómo, ha sido un proceso comprometido, intenso, de investigación interno y académico, bibliográfico, con espacios de reflexión. Al presentar la obra tomaron consciencia de la dimensión del trabajo. Fue grato y sorpresivo el impacto en el público. Se han manifestado intenciones de promover su presentación en otros espacios. La sensación es grata y el resultado supera la expectativa.”
La obra fue vista por los docentes Diana Borja y Pablo Tates quienes animaron a la directora a presentar el montaje al público, a pesar de que se trataba de un examen. El resultado fue muy positivo, se realizaron 3 funciones el 7, 8 y 9 de marzo de 2023 en el Teatro de la Facultad de Artes de la Universidad Central de Ecuador, con teatro lleno y muchas retroalimentaciones positivas de diferentes públicos.
Ficha técnica de la obra
Actrices y actores: Brithany Acosta, Rebeca Burbano, Joselyn Cóndor, Nicole Guanoluisa, Grace Hidalgo, Pamela León, Liz Mendoza, Andrea Miranda, Carlos Montalvo, Karina Pasquel, Jonathan Prado, Matías Samueza, Andru Villa.
Profesora/Directora: Alejandra Alban.
Lisistrata, de Anti-stofanes es una versión libre del clásico griego de Aristófanes. Hemos tomado la poesía y palabras de Bertold Brecht, Gloria Anzaldúa y Ana Isabel García para darles voz a nuestra Lisistrata.
Vestuario: estudiantes del itinerario de escenotecnia 7mo semestre.
Música en vivo: Camila Calderón
Jefes de piso: Jennifer Juela y Alejandro Criollo.