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      El Azart, la flor de la locura /Diana Zavala 

Humor y vida en las maniobras para llevar al barco a tierra. Foto. Rodolfo Párraga

      El Azart, la flor de la locura /Diana Zavala 

“Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin esperar a que Itaca te enriquezca”

Constantino Kavafis

El último viaje del Azart, el buque teatro que llegó para quedarse en San Mateo - Manabí en septiembre de 2021, se cuenta en el documental Come Make Art, de Masha Novikova. El filme  se estrenará en julio en Holanda, región desde donde zarpó por primera vez el Azart, a inicios de los 90. En el 2003, el chileno German Berger documentó, en Viaje a Narragonia, las extravagancias a bordo del famoso Barco de los locos.

August Dirks en una de sus visitas al centro cultural Azart. Foto Documencia.

 Todo empezó con el deseo de un estudiante de Lengua y Literatura. El holandés August Dirks anhelaba un barco que lo lleve por las antiguas rutas de navegación, no le interesaba el turismo y sus maniobras de consumo, pensaba en una especie de circo flotante, lleno de música, ideas, fantasía.  Para materializar el sueño creó la fundación Azart, palabra que en ruso significa “pasión por arriesgarlo todo”, en español azar es la casualidad, en otros idiomas es la flor de la muerte súbita en el juego, la oportunidad, la buena o la mala suerte. 

El Capitán y uno de los cerdos. Foto Archivo Azart

En 1989, la Fundación Azart compró un barco con los ahorros y una pequeña herencia de August. El pesquero (construido en 1918) de 30 metros de eslora y 160 toneladas de hierro fue en el tiempo de los nazis un dragaminas. En manos de August le dieron al Azart la identidad de la nave medieval que narra Brant, un buque que va hacia Narragonia, el país de los locos o payasos.  La estética parece sacada de una pintura de El Bosco. August asumió como capitán sin tener experiencia en navegación, tampoco en teatro.

En el mar de las artes empezaron con ópera. No fue la mejor idea. “Los cantantes eran muy caros y el viento muy fuerte”, recuerda August. La primera producción los dejó en banca rota, la demanda de un cantante impago hizo que un juez incaute y ponga en venta el barco. “Para que nadie se interese embarqué dos cerdos que comían y cagaban mucho, cinco años después pude comprarlo, y es el barco de los locos porque estos sí pueden cantar en la tempestad y no cuestan dinero”.

 Los tentáculos del Covid 19

En el 2020 se publicó Azart, Ship of Fools, libro que tiene como primer autor a August Dirks, en la contratapa se menciona que el barco cruza el Pacífico con destino a Australia. El plan: jubilar al centenario buque con una ceremonia, en un disparatado encuentro de culturas en Uluru. Pretendían montarlo sobre ruedas y cruzar el desierto como una apoteosis de la locura; emular a la más antigua mención de La Nave de los Necios que, según un relato de 1133, rodaba brindando todo tipo de alegrías, al punto que un abad la describió como un diabolicam technam (instrumento del demonio). 

 El Azart ancló en Esmeraldas - Ecuador en febrero del 2020, planeaban un espectáculo sobre la marimba y navegar después hasta Australia. No contaban con los tentáculos de un monstruo llamado Covid 19. En la cuarentena global por la pandemia, al Capitán le empezó una molestia en la espalda que rápidamente empeoró. Una resonancia magnética detectó un tumor que resultó canceroso. Después de una cirugía en Quito, August voló a Holanda, los otros artistas partieron en vuelos humanitarios hacia sus países. Al cuidado del barco quedó un navegante ruso y un gato cenizo llamado Moretti.

  “¿Quién quiere el barco?, ¿Ecuador?, ¿Chile? ¿La Polinesia Francesa?”, posteó el Capitán por Facebook como quien lanza una botella con un mensaje al mar.  Participaron grupos de Honduras, Chile, Perú y Ecuador, de este último ganó la Corporación Humor y Vida, capitaneada por Patricia Galarza y Diana Cancino. August volvió al Ecuador para llevar a tierra su barco y dejarlo en manos de las ganadoras.

August le debe su nombre al santoral, nació un 28 de agosto, día de San Agustín. Diana Cancino cuenta que el cumpleaños 70 lo encontró navegando de Esmeraldas a San Mateo - Manabí. “Antes de zarpar un contralmirante le dijo que un capitán se consagra al cruzar la latitud cero. Festejamos con champaña y algunos tripulantes se lanzaron al mar”.

Habitantes de San Mateo embarcados en el teatro. Foto Documencia.

 San Mateo

San Mateo es una parroquia urbana de Manta con siete mil habitantes, la principal actividad es la pesca. Según viejos relatos de marineros, en la zona había sirenas cantoras que atraían a los tripulantes hacia las rocas, por eso pasaban de largo las embarcaciones.

La Corporación Humor y Vida consiguió que el Municipio de Manta entregue en comodato, por 25 años, un terreno en la playa de San Mateo para el funcionamiento del Azart como centro cultural. En frente, en el restaurante El Rey del Mar cuelga un barquito azul. Mercedes Viles, cuenta que el Capitán August se lo regaló a su niño. Dice que su bisabuelo fue un gringo, que llegó también a San Mateo en un barco y que tuvo un hijo al que nombró Augusto.  Este relato es como un ancla para el corazón del Capitán.

En la travesía que puso fin a un viaje por 200 ciudades, de 20 países, en tres continentes, la esposa de August, María Vriles, se encargó de hacer un registro para el documental. En sus últimas horas como Capitán, August estuvo acompañado por siete tripulantes, Chavi, un perro que se les sumó en Esmeraldas y el gato Moretti. Mientras esperaba las maniobras de varamiento, dijo que por su mente y su corazón pasaba lo mismo que cuando la locura empezó: “Sorpresa, felicidad, ¡lo hemos conseguido!  Sí, hay cierta tristeza, pero yo tengo que decir adiós de todos modos”.

Antes de dejar el barco, August abrillantó la mesa del comedor, hizo un ritual de salida con champaña. 

―Ahí te dejo mi barco ―le dijo a Diana Cancino, lanzaron una boya a tierra y bajó.

August regresó a  Ámsterdam para seguir con su tratamiento. Al gato Moretti le pegó fuerte la separación (navegó quince años junto al Capitán). Andaba tristón por todo el barco, hasta que un día se animó a bajar; la arena manteña le resultó infinita.

El centro cultural

En los primeros días, Diana limpió el altar de los locos, un espacio de objetos embarcados por el mundo;  santos, brujas, uvas, tetas, llaves...  Agradeció toda la alegría y despidió algunas cosas maltrechas para dar la bienvenida a lo nuevo.  Mirándose las manos y encarnando a una clown dijo:  “antes eran de princesa, ahora son las rudas manos de una marinera”. Las deudas, el estrés, le provocaron aftas.

Humor y Vida en la clausura de los laboratorios de arte. Foto: Documencia.

Para Humor y Vida ha sido un desafío tocar tierra con el Azart; adaptar la vida de sus integrantes y de sus familias a un entorno diferente, de la Sierra a la Costa; conseguir recursos: en el 2021 lanzaron una campaña de Crowfunding, se fijaron como meta 15 mil dólares y recaudaron 1830 dólares.

En marzo de 2022, el Centro Cultural Azart se abrió al público y hasta enero de 2023  ha tenido aproximadamente dos mil visitas. El recorrido por el histórico barco es guiado, la donación sugerida como entrada es de $3,00 y $1,50 para estudiantes, niños, personas de tercera edad y con discapacidad.

Por estos días, Humor y Vida ejecuta un proyecto de recuperación de saberes ancestrales en San Mateo, también se prepara para viajar a Países Bajos. En abril, sus integrantes asistirán al estreno del documental sobre el barco. Unos días antes presentarán la obra de teatro Nacer, en Ámsterdam y Rotterdam.

En septiembre del 2021, cuando el buque estaba frente a San Mateo, sus habitantes veían al teatro igual que al barco, como algo que estaba cerca y a la vez separado por una frontera de agua.  Actualmente, el Azart es el buque en el que la comunidad se permite soñar. Los laboratorios de teatro y danza registraron 133 participantes. August Dirks se recupera en Holanda. Humor y Vida ha logrado que el viaje de las artes siga. ¡Narragonia queda en tierras manteñas!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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